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Año IV - Número 117 -  18 de abril de 2006

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina


Los temas de hoy:
- Los discursos que nos atraviesan: Simone de Beauvoir, a veinte años de su muerte, por Cecilia Suárez.
- Simone de Beauvoir nos describe Roma.
- Amor líquido, por Zygmunt Bauman (Fragmento del capítulo 2 “Fuera y dentro de la caja de herramientas de la socialidad”). Gentileza de lavaca.org.

 

 
 
 
 
Los discursos que nos atraviesan:
Simone de Beauvoir, a veinte años de su muerte

por Cecilia Suárez

 

El 14 de abril de 2006 se cumplió el vigésimo aniversario de la desaparición de Simone de Beauvoir
Hubo escasos recuerdos
acerca de la contribución en diversos campos de la cultura
de la autora de
El segundo sexo.

Transdisciplina creativa se propone rescatar su memoria
desde épocas que cultivaban menos el desdén
por las vidas que se convirtieron en escalones
de los desarrollos de procesos sociales
que dejaron huellas significativas
en las formas de vida que hoy transitamos.

 

Empezaremos con un artículo que con el seudónimo que usábamos por aquella época, publicamos en la revista “La Cooperación Libre”, que era el house organ de la, por entonces, muy prestigiosa Cooperativa de Consumo , Edificación  y Crédito, Ltda. EL HOGAR OBRERO, de matrícula número 1 del país y amplio reconocimiento mundial por su magnitud y la calidad de sus emprendimientos. 

Decíamos en 1987:

 

“Por momentos no sé si soy una niña que juega a ser adulta,
 o una mujer de edad que recuerda.
 No.
 En el fondo lo sé; soy yo, hoy.
 La pequeña cuyo porvenir es mi pasado ya no existe.
 Quiero creer, como antes, que la llevo dentro de mí,
 que sería posible arrancarla a mi memoria,
 alisar sus pestañas arrugadas,
 hacerla sentar, intacta, al lado mío.
 No es verdad.
 Ha desaparecido, sin dejar siquiera
 un esqueleto menudo que atestigüe su pasaje.
 ¿Cómo rescatarla de la nada?”
Simone de Beauvoir

 

La respuesta que dio Simone de Beauvoir a esta pregunta fue muy sencilla.

Ella rescató de la nada a la niña que fue, a la estudiante curiosa y apasionada que creció de esa niña y a la mujer combativa que aportó su pensamiento y su acción a este siglo (S.XX), a través de una vida dedicada a un arduo trabajo: la escritura.

 

Escribir
Como casi todos los novelistas, Beauvoir quería escribir para retener algo de su vida: “la misión mía era prestar mi conciencia al múltiple esplendor de la vida y tenía que escribir a fin de arrancarlo al tiempo y a la nada”. Enfatizando esta definición, Sartre le aconsejó: “ponga más de usted en lo que escribe”. Esta opinión la desconcertó pero le resultó útil: “aquello me golpeó y hasta me intimidó porque pensé que si uno se entregaba a la literatura de esa manera profundamente comprometida, ese acto se convertiría en algo muy grave, como el amor, la vida, la muerte... y vacilé bastante antes de hacerlo”. Pero lo hizo. Así aparecieron La invitada, La sangre de los otros, Todos los hombres son mortales, y en 1954 recibió el Premio Goncourt, máximo tributo literario otorgado en Francia, por Los mandarines. Además del reflejo de su experiencia vital directa, los cuatro tomos de su autobiografía: Memorias de una joven formal, La plenitud de la vida, La fuerza de las cosas, y Final de cuentas, especialmente destacables entre otras obras dramáticas, narrativas y ensayísticas. (Ver la Bibliografía

 

Su actitud filosófico-política
En un principio Beauvoir y Sartre no se interesaban por los acontecimientos públicos. La guerra (la Segunda Guerra Mundial) produce un cambio serio en ambos, deciden no seguir apartados de la vida política y se esfuerzan por poner en práctica la nueva moral de Sartre, que exige que el hombre asuma su situación y la trascienda comprometiéndose en la acción.

A partir de entonces comienzan a desplegar una intensa actividad. La Resistencia en primer lugar y luego sus viajes a España, Estados Unidos, África, Oriente, Brasil y Cuba, la guerra de Indochina, los tanques soviéticos en Budapest y Praga, el Mayo francés; y particularmente el Tribunal Russell, convocado por Bertrand Russell y presidido por Sartre, cuya finalidad fue juzgar si la acción (las bombas de napalm) de los norteamericanos en la guerra de Vietnam constituyó un genocidio. “El genocidio –cita Beauvoir en
Final de cuentas, y conviene recordarlo en la Argentina de estos años- está definido por la Convención de 1948 como ‘un atentado grave contra la integridad física y mental de los miembros de un grupo, sumisión intencional del grupo a condiciones de existencia que acarrean su destrucción física total o parcial, medidadas tendientes a impedir los nacimientos en el seno del grupo, transferencia forzada de niños’”.

 

El feminismo
La aparición de
El segundo sexo Simone de Beauvoir en 1949, la colocó en el foco de la discusión acerca de los ideales y exigencias feministas. Beauvoir opina que el valor del libro consiste en que sirvió como vehículo de toma de conciencia, ya que señaló con rigor la marginación social, cultural y económica de la mujer.

“Por propia decisión la mujer juega a trabajar; pero no trabaja; confunde conjuraciones con actos y gestos simbólicos con conductas eficaces. Sentada ante su escritorio y rumiando vagas historias, la mujer se asegura una buena coartada imaginándose escritora, pero es preciso trazar signos sobre la hoja en blanco y es necesario que tengan sentido a los ojos de otras personas. Entences descubre la trampa.  Para agradar es suficiente crear espejismos, pero una obra de arte no es un espejismo sino un objeto sólido, y para construirla es necesario conocer el oficio”. Beauvoir desenmascara la alienación que padece la mujer independiente, que sólo se limita a seducir con gestos “modernos” en lugar de adoptar conductas eficaces.

 

Sartre
Sartre es el mayor logro de mi vida. Respondía exactamente a lo que me prometí a los quince años. Era el doble en quien me encontré. Con él, podría compartirlo todo. Y además me acababa de ser otorgada una cosa muy grande: frente al porvenir ya súbitamente no estaba sola”.
La relación que la unió a Jean-Paul Sartre fue compleja y plena. Basada en la amistad: “un amistad es un edificio delicado, se aviene a compartir ciertas cosas pero también reclama monopolios”. Unificada por el entendimiento: “conocer con alguien un entendimiento total es un enorme privilegio, para mí tenía un precio literalmente infinito”. Vital por el planteo de igualdad: íntimamente ligados pero no sometidos el uno al otro

Tras la muerte de Sartre, ocurrida en abril de 1980, Beauvoir publica su ultimo libro:
La ceremonia del adiós. Muchos le reprocharon su poco piadosa descripción de los últimos días de Sartre. En cualquier caso resulta dolorosa su lectura. No obstante, otros pensamos que ese libro fue una actitud leal, una reacción coherente, o bien una forma de consuelo: “o veré a Sartre muerto o moriré antes que él. Es espantoso no estar allí para consolar a alguien por la pena que le ocasionamos al abandonarlo, es espantoso que él nos abandone y se calle”.
Tal vez este libro responde a la concepción de la literatura de Jean Cocteau: es un largo grito.

“Su muerte nos separa. Mi muerte no nos unirá. Así es: ya fue hermoso que nuestras vidas pudieran estar de acuerdo durante tanto tiempo”.

 

La trascendencia
Simone de Beauvoir murió el 14 de abril de 1986. Quisimos recordarla a través de su principal legado: sus palabras.
“Indudablemente las palabras, universales, eternas, presencia de todos en cada uno, son lo único trascendente que reconozco y que me emociona; vibran en mi boca y mediante ellas me comunico con la humanidad. Arrancan del instante y la contingencia, las lágrimas, la noche, hasta la muerte, y las transfiguran. Quizá mi más profundo deseo hoy es que se repitan en silencio algunas palabras que yo había ligado entre sí”.
 

 

Post Scriptum
Diecinueve años después, las consideraciones de Simone de Beauvoir sobre la trascendencia de las palabras, nos provocan reverberaciones casi alucinantes.
¿Cuál es hoy el valor de la palabra?
¿Se apagó su sonido ante la proliferación de imágenes? ¿Se degradó su capacidad expresiva? ¿Para ser "políticamente correctos", para "vender" y "convencer", para que no "caigan gotas de silencio* que despierten una reflexión"... nos la pasamos constantemente diciendo nada?
Los invitamos al intercambio de opiniones.
C.S.

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Simone de Beauvoir nos describe Roma

A continuación te ofreceremos dos versiones de un breve fragmento de La fuerza de las cosas, en el que Beauvoir nos brinda su visión de la ciudad de Roma. La primera versión es una transcripción fidedigna del texto redactado por la autora en 1963, con traducción de Ezequiel de Olaso. La segunda versión, reproduce la primera con una incorporación propia de la lectura digital: se le incluyen hipervínculos que conducen a imágenes.
Si te interesa realizar el ejercicio de probar ambas versiones,  nos interesará conocer tus impresiones sobre la experiencia que te aportó cada una. Te invitamos a ayudarnos a hacer un inventario de las di-versiones, las con-versiones, las a-versiones, que pueden generar dos versiones de un mismo texto.

Versión 1:

"Roma brinda una ocasión aún menos frecuente: se disfruta a la vez el bullicio de hoy y la paz de los siglos. Hay muchas maneras de morir: hacerse polvo, como Bizancio, momificarse, como Venecia; o bien a la vez lo uno y lo otro: piezas de museo entre cenizas. Roma dura, su pasado vive: vive gente en el teatro de Marcelo, la plaza Navona es un estadio, el Foro, un jardín. Entre tumbas y pinos, la Via Apia sigue llevando a Pompeya; por eso no se termina nunca de descubrir a Roma: desde el fondo de los siglos aparece algo nuevo, en la frescura de cada instante, algo aparece delicioso. Clásica y barroca, tranquilamente extravagante, Roma une la ternura al rigor (...)"

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Los discursos que nos atraviesan:
Amor líquido
,

por Zygmunt Bauman
Gentileza de lavaca.org

 

El modelo del PBI que domina (de hecho, que monopoliza) la manera como los miembros de una sociedad líquida moderna consumista e individualizada piensan el bienestar o el "bien social" (en las raras ocasiones en que sus propias preocupaciones acerca de cómo tener una vida exitosa y feliz les dejan tiempo para tales consideraciones) es notable no tanto por sus clasificaciones erróneas o tergiversadas, sino por lo que directamente deja fuera de ellas, por todo aquello que elimina de plano de sus consideraciones y sus cálculos, restando de esa manera y en la práctica toda relevancia real al tema de la riqueza nacional y el bienestar individual y colectivo.

Así como los Estados modernos omniordenadores y omniclasificadores no podían tolerar a los "hombres sin amo" y así como los imperios modernos en expansión y ávidos de territorios no podían tolerar la tierra "sin dueño", los mercados modernos no toleran de buen grado las "economías de no-mercado": un tipo de vida que se reproduce a sí misma sin dinero que cambie de mano.

Para los teóricos de la economía de mercado, ese tipo de vida no cuenta y, por lo tanto, no existe. Para los practicantes de la sociedad de mercado, constituye una afrenta y un desafío: un espacio aún no conquistado, una flagrante invitación a la invasión y la conquista, una tarea inconclusa que reclama acciones inmediatas.

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