Simone de Beauvoir
a veinte años de su muerte
por
Cecilia Suárez
SIMONE DE BEAUVOIR
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El
14 de abril de 2006 se cumplió el vigésimo aniversario de la desaparición
de Simone
de Beauvoir
Hubo escasos recuerdos
acerca de la contribución en diversos campos de la cultura
de la autora de El segundo sexo.
Transdisciplina
creativa se propone rescatar su memoria
desde épocas que cultivaban menos el desdén
por las vidas que se convirtieron en escalones
de los desarrollos de procesos sociales
que dejaron huellas significativas
en las formas de vida que hoy transitamos.
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Empezaremos con un
artículo que con el seudónimo que usábamos por aquella época,
publicamos en la revista “La Cooperación Libre”, que era el house
organ de la, por entonces, muy prestigiosa Cooperativa de Consumo ,
Edificación y Crédito, Ltda. EL HOGAR OBRERO, de matrícula
número 1 del país y amplio reconocimiento mundial por su magnitud y la
calidad de sus emprendimientos.
Decíamos en 1987:
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Simone de Beauvoir
a un año de su muerte: la
trascendencia de sus palabras
por
Cecilia Suárez
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“Por momentos no sé si soy una niña que juega a ser adulta,
o una mujer de edad que
recuerda.
No.
En el fondo lo sé; soy yo,
hoy.
La pequeña cuyo porvenir es
mi pasado ya no existe.
Quiero creer, como antes, que
la llevo dentro de mí,
que sería posible arrancarla
a mi memoria,
alisar sus pestañas
arrugadas,
hacerla sentar, intacta, al
lado mío.
No es verdad.
Ha desaparecido, sin dejar
siquiera
un esqueleto menudo que
atestigüe su pasaje.
¿Cómo rescatarla de la
nada?”
Simone
de Beauvoir
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La
respuesta que dio Simone de Beauvoir a esta pregunta fue muy sencilla.
Ella
rescató de la nada a la niña que fue, a la estudiante curiosa y
apasionada que creció de esa niña y a la mujer combativa que aportó su
pensamiento y su acción a este siglo (S.XX), a través de una vida
dedicada a un arduo trabajo: la escritura.
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Escribir
Como casi todos los novelistas, Beauvoir quería escribir para retener
algo de su vida: “la misión mía era prestar mi conciencia al múltiple
esplendor de la vida y tenía que escribir a fin de arrancarlo al tiempo y
a la nada”. Enfatizando esta definición, Sartre le aconsejó: “ponga
más de usted en lo que escribe”. Esta opinión la desconcertó pero le
resultó útil: “aquello me golpeó y hasta me intimidó porque pensé
que si uno se entregaba a la literatura de esa manera profundamente
comprometida, ese acto se convertiría en algo muy grave, como el amor, la
vida, la muerte... y vacilé bastante antes de hacerlo”. Pero lo hizo.
Así aparecieron La invitada, La sangre de los otros, Todos
los hombres son mortales, y en 1954 recibió el Premio
Goncourt, máximo tributo literario otorgado en Francia, por Los
mandarines. Además del reflejo de su experiencia vital directa,
los cuatro tomos de su autobiografía: Memorias de una joven formal,
La plenitud de la vida, La fuerza de las cosas, y Final
de cuentas, especialmente destacables entre otras obras dramáticas,
narrativas y ensayísticas. (Ver la Bibliografía)
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Su
actitud filosófico-política
En un principio Beauvoir y Sartre no se interesaban por los
acontecimientos públicos. La guerra (la Segunda
Guerra Mundial) produce un cambio serio en ambos, deciden no
seguir apartados de la vida política y se esfuerzan por poner en práctica
la nueva moral de Sartre, que exige que el hombre asuma su situación y la
trascienda comprometiéndose en la acción.
A partir de entonces comienzan a desplegar una intensa actividad. La Resistencia
en primer lugar y luego sus viajes a España, Estados Unidos, África,
Oriente, Brasil y Cuba, la guerra de Indochina, los tanques soviéticos en
Budapest y Praga, el Mayo
francés; y particularmente el Tribunal
Russell, convocado por Bertrand Russell y presidido por Sartre,
cuya finalidad fue juzgar si la acción (las bombas de napalm) de los
norteamericanos en la guerra de Vietnam constituyó un genocidio. “El
genocidio –cita Beauvoir en Final de cuentas, y conviene recordarlo en la Argentina de estos años-
está definido por la Convención de 1948 como ‘un atentado grave contra
la integridad física y mental de los miembros de un grupo, sumisión
intencional del grupo a condiciones de existencia que acarrean su
destrucción física total o parcial, medidadas tendientes a impedir los
nacimientos en el seno del grupo, transferencia forzada de niños’”.
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El
feminismo
La aparición de El
segundo sexo Simone de Beauvoir en 1949, la colocó en el
foco de la discusión acerca de los ideales y exigencias feministas.
Beauvoir opina que el valor del libro consiste en que sirvió como vehículo
de toma de conciencia, ya que señaló con rigor la marginación social,
cultural y económica de la mujer.
“Por propia decisión la mujer juega a trabajar; pero no trabaja;
confunde conjuraciones con actos y gestos simbólicos con conductas
eficaces. Sentada ante su escritorio y rumiando vagas historias, la mujer
se asegura una buena coartada imaginándose escritora, pero es preciso
trazar signos sobre la hoja en blanco y es necesario que tengan sentido a
los ojos de otras personas. Entences descubre la trampa.
Para agradar es suficiente crear espejismos, pero una obra de arte
no es un espejismo sino un objeto sólido, y para construirla es necesario
conocer el oficio”. Beauvoir desenmascara la alienación que padece la
mujer independiente, que sólo se limita a seducir con gestos
“modernos” en lugar de adoptar conductas eficaces.
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SIMONE DE BEAUVOIR Y JEAN-PAUL SARTRE
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Sartre
“Sartre
es el mayor logro de mi vida. Respondía exactamente a lo que me prometí
a los quince años. Era el doble en quien me encontré. Con él, podría
compartirlo todo. Y además me acababa de ser otorgada una cosa muy
grande: frente al porvenir ya súbitamente no estaba sola”.
La relación que la unió a Jean-Paul Sartre fue compleja y plena. Basada
en la amistad: “un amistad es un edificio delicado, se aviene a
compartir ciertas cosas pero también reclama monopolios”. Unificada por
el entendimiento: “conocer con alguien un entendimiento total es un
enorme privilegio, para mí tenía un precio literalmente infinito”.
Vital por el planteo de igualdad: íntimamente ligados pero no sometidos
el uno al otro”
Tras la muerte de Sartre, ocurrida en abril de 1980, Beauvoir publica su
ultimo libro: La ceremonia del adiós. Muchos
le reprocharon su poco piadosa descripción de los últimos días de
Sartre. En cualquier caso resulta dolorosa su lectura. No obstante, otros
pensamos que ese libro fue una actitud leal, una reacción coherente, o
bien una forma de consuelo: “o veré a Sartre muerto o moriré antes que
él. Es espantoso no estar allí para consolar a alguien por la pena que
le ocasionamos al abandonarlo, es espantoso que él nos abandone y se
calle”.
Tal vez este libro responde a la concepción de la literatura de Jean
Cocteau: es un largo grito.
“Su muerte nos separa. Mi muerte no nos unirá. Así es: ya fue hermoso
que nuestras vidas pudieran estar de acuerdo durante tanto tiempo”.
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La
trascendencia
Simone de Beauvoir murió el 14 de abril de 1986. Quisimos recordarla a
través de su principal legado: sus palabras.
“Indudablemente las palabras, universales, eternas, presencia de todos
en cada uno, son lo único trascendente que reconozco y que me emociona;
vibran en mi boca y mediante ellas me comunico con la humanidad. Arrancan
del instante y la contingencia, las lágrimas, la noche, hasta la muerte,
y las transfiguran. Quizá mi más profundo deseo hoy es que se repitan en
silencio algunas palabras que yo había ligado entre sí”.
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©
Cecilia Suárez
ceciliasuarez-online@fibertel.com.ar
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Post Scriptum
Diecinueve años después, las consideraciones de Simone de
Beauvoir sobre la trascendencia de las palabras, nos provocan reverberaciones
casi alucinantes.
¿Cuál es hoy el valor de la palabra?
¿Se apagó su sonido ante la proliferación de imágenes? ¿Se
degradó su capacidad expresiva? ¿Para ser "políticamente
correctos", para "vender" y "convencer",
para que no "caigan gotas de silencio* que despierten una
reflexión"... nos la pasamos constantemente diciendo nada?
Los invitamos al intercambio de opiniones.
C.S.
*
Gracias, Mario Mactas.
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