La
comunicación es negociación del sentido para alcanzar acuerdos.
Aunque la idea forma parte del repertorio de los profesores de
idiomas, desde los años 70, cuando Widdowson la propuso, en el
marco del conocido "enfoque comunicativo", quizá mi
aserción suene extraña para algunos lectores. Para ellos, esta
breve nota aclaratoria.
A
la luz de propuestas de diversos investigadores, podemos pensar
que, en la producción del discurso, siempre estarán presentes
dos agentes:
- un
YO histórico complejo: una persona que tiene una visión del
mundo físico, social, espiritual, intelectual, afectivo, etc.
y asume distintas actitudes psicosociales. Este produce un
"mensaje" (texto) oral o escrito, con signos
verbales y no verbales, en cierta forma sesgado semántica e
interactivamente; y
- un
TÚ igualmente complejo que capta esos signos, los entiende
según su experiencia personal, y (en lo posible) de acuerdo
con las circunstancias históricas de la producción del
discurso o texto y del tiempo-espacio en que se recibe el
mensaje; interpreta el mensaje y construye su propio sentido.
La
aproximación entre la carga de significación del mensaje emitido
y la interpretación del mensaje recibido es la "negociación
del sentido".
En
este proceso, es deseable que quien produce el mensaje sea claro,
coherente y preciso, para que el texto sea
"transparente" para su destinatario. Y que quien recibe
el mensaje lo interprete lo más cercanamente posible al sentido
propuesto por el locutor o enunciador. Si esto ocurre, la
comunidad del sentido del texto está asegurada en un alto
porcentaje. Y, con ella, se facilitarán los acuerdos discursivos
para compartir información, para generar conocimiento y
estructuras cognitivas, para conducir la acción coordinada, en
fin, para todos los efectos de la acción de los sujetos sociales.
La
interlocución, sin embargo, no siempre es así. Frecuentemente,
el sujeto de significación (llámese locutor o enunciador) puede
producir textos semánticamente opacos. Y quien recibe el mensaje
puede asignar sentidos divergentes de los propuestos por su
"autor" o puede no encontrar un sentido adecuado a lo
expuesto. En este caso, la comunicación (o comunidad del sentido)
es imperfecta o nula. Y, si los interlocutores tienen interés en
lograrla, el proceso exige que asuman actitudes de aproximación.
Por ejemplo, el destinatario formulará preguntas aclaratorias o
expresará claramente su incomprensión. O el sujeto de
significación observará la actitud de su destinatario, para
tratar de descubrir si este está interpretando apropiadamente el
mensaje y proceder a parafrasear lo expuesto o a formularle
preguntas concretas sobre lo "comprendido" o a pedirle
que realice acciones de aplicación del sentido supuestamente
generado.
El
aula y el país en general nos ofrecen abundantísimos casos de
comunicación fallida. Abramos los ojos, la mente y el corazón
… al diálogo creativo.
Gentileza de: http://www.eduteka.org
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