Presentación
En
estos últimos años se ha masificado un habla mediática
promocionando la institución de una cultura virtual. Así la era
informática ha comenzado a constituirse en un material ineludible
para la producción de las ciencias sociales. Ya es parte de
un saber/poder sobre los mass media, la cibercultura y la realidad
virtual entre otros sentidos dados a la informatividad de la vida
cotidiana.
El presente texto tiene
como antecedentes una investigación para interrogar los actuales
debates y estrategias institucionales sobre seguridad ciudadana en
Santiago de Chile, atendiendo a los procesos de digitalización
del control social y sus concomitantes a nivel de la subjetividad,
cuestiones claves para la psicología social a la hora de analizar
los efectos de un orden nombrado como sociedad informatizable.
El escenario disperso de practicas
nombradas como seguridad ciudadana en esta ciudad se describieron
con estos ejemplos:
1.
La
incorporación de sistemas de vídeo cámaras en calles, malles,
buses colectivos e instituciones publicas y privadas de la ciudad
de Santiago registrando y supervisando desde centrales
interconectadas por vía electrónica de seguridad ya sean de
empresas privadas, municipales o policiales la circulación de las
personas.
2.
La
masificación del uso de dispositivos de supervisión de calles,
bares y barrios, disponiendo de personal municipal especializado
que recorre la ciudad en automóviles especiales conectados en red
a una central municipal o centrales de comunicación policial
informando el estado de la situación urbana durante la noche y el
día.
3.
La
subdivisión de los barrios en condominios usando materiales como
rejas y murallas que cierran las calles y los accesos rodeando
todo el perímetro de los vecindarios, ahora divididos entre sí,
generalmente acompañados de guardias que confirman o no el
ingreso a ellos.
El
despliegue de una episteme de la seguridad – riesgo ligada a la
vigilancia de las relaciones sociales en la urbe se plantea por
los estudios nacionales como una construcción social específica:
La amenaza de la inseguridad y la masificación de la violencia
urbana en Santiago de Chile. Esta construcción político y social
se sostiene públicamente desde los datos de encuestas que hablan
de la experiencia de miedo e inseguridad de la población.
Como parte del contexto, en Chile
la exigencia de unos procesos de modernización de las
instituciones es parte fundamental de las transformaciones en la
gobernabilidad pública de los últimos 12 años en transición
democrática. Desde allí, el consenso intelectual actual sostiene
que en términos macroeconómicos el progreso existe pero éste no
coincide con el estado actual de la subjetividad. La emergencia
específica de una gestión en seguridad ciudadana denunciaría
una demanda por construir una socialidad urbana perdida o nunca
antes habitada. La gestión de la seguridad ciudadana se enfrenta
a debates cruzados entre la expansión de la criminalización, el
incremento de la desconfianza ciudadana y la necesidad de una política
de ciudadanización de la población (creación de ciudadanos y
consolidación de una identidad chilena fragmentada).
En
esta escena/ficción, la gestión en seguridad ciudadana aparece
como la importación de estrategias y dominios del primer mundo
dentro de una convivencia que no termina de elaborar y descifrar
colectivamente sus diferencias de clase, de sexo, de región ni
sus singularizaciones a nivel de estas transformaciones del
control social.
En la operación tecnológica sobre la urbanidad que
recorre al gran Santiago, la palabra y la voz de sujetos en
malestar ha cobrado fuerza en estos últimos 5 años. En el último
informe de PNUD para Chile (2002) esto se visualiza como la
tramitación necesaria de modos de subjetividad que interrogan,
construyen una identidad. Los chilenos experimentarían la
cotidianeidad desde dos posiciones identitarias “el
conservadurismo privado” o “el extrañamiento e incomodidad a
lo público”. Así se puede leer la subjetividad como modo de
interrogar los límites de la constitución identitaria, la que
aparece como vacía en pos de una sobredeterminación de la
gobernabilidad oficial.
Para
algunas expresiones de la sociedad civil y la reflexión académica
[1] , estas prácticas se resuelven participando de la
denuncia activa contra el desconocido, con quien no se intercambia
sino que se denuncia como “El sospechoso” y por lo tanto quien
merece el castigo de la detención policial y la criminalización.
En estas discusiones los cruces aseguradores del paso, el cierre,
la acreditación de la circulación de sus habitantes, surgen como
una posibilidad de resolver estas experiencias cotidianas, a través
de la objetivación de las emociones en una mirada atenta y
cuidadosa sobre el otro, una alteridad ajena a los circuitos
propios y encontrada /desencontrada en los recorridos e
intercambios urbanos.
En
este contexto la investigación propuso problematizar las claves
semiótico -materiales condensadas en las prácticas de seguridad
ciudadana, claves entendidas como una emergencia específica de
tecnologías de identificación ciudadanas. Espcíficamente, la
cuestión de la investigación fue reproblematizar
[2] las transformaciones efectuadas sobre lo social con
la incorporación de dispositivos electrónicos en el espacio
publico.
La
discusión de esa investigación permitió levantar una reflexión
sobre como esos ejemplos expresaban mas allá de una política
de seguridad per se, el detalle de un tránsito entre una
gobernabilidad disciplinaria hacia una de control
[3] .
Descripción del ámbito de trabajo
Para pensar en este tránsito por
transformaciones efectuadas sobre lo social, se analizaron tres
claves de problematización de la sociotécnica de identificación:
a)
Metropolis [4] :
Disciplinariamente:
· Lugar de producción del ciudadano como sujeto.
· Es la fuente de sentido del Contrato social; Estado y Ciudadanos.
· Organiza el cruce de lo público y privado, cruce entre lo
institucional como normalización y el resto como lo
masivo y caotico.
· Es la realización y concreción de la civilización.
· Definida por límites socio-políticos.
· Definida por limites electrocotidianos.
|
Transformaciones actuales:
·
Laboratorio
social de transito hacia otros ordenes.
· Pacto social asistiendo a su decadencia.
· El ciudadano es una exigencia de legitimidad de la gobernabilidad
naciente.
· Foro ciudadano se hace urgente frente a la fragmentariedad de la
comunión.
|
b)
Riesgociodad [5] :
La
organización del riesgo –seguridad opera como episteme por que
sujeta el deseo ciudadano a ciertas estrategias de gobernabilidad
transicional entre lo disciplinario y el control.
Si
alguna vez hubo equilibrio y orden total, ahora lo imprevisible de
la complejidad forma parte del entramado de la vida, el peligro y
los efectos perversos de la modernidad también. La
estrategia es anteponerse al desastre. Mas que vigilar la
anormalidad es dimensionar el acontecer imprevisible. El riesgo es
la economía del acontecer perverso, regulando los posibles a través
de la seguridad. Si bien la seguridad aun gestiona desde una lógica
pedagogizante, mira sus límites como ineficacias disciplinarias.
c) Informatividad:
Es
la materialidad, el mercado y el tráfico de la transición de una
sociedad disciplinaria a una de control. Lo urbano tiembla y el
ciudadano se fragmenta en la mediación participativa
[6] .
Realiza la operación de discontinuidad entre la
relación comunicativa (disciplinaria) y la conexión virtual
(control), entre sus diferencias se destacan:
|
Digital [7] (Intantáneo y fluido)
|
Tecnología
opuesta a cultura
|
Sociotécnica
(Cyborg) [8]
|
Centralidad
de la responsabilidad
|
Dominación electrocotidiana
|
Estrategia
pedagógica
|
Eficacia programática
|
Relaciones
de poder
|
Programa
continuo sin desgaste
|
La
tecnología social de identificación viene a materializar las
condiciones de producción subjetiva basadas en el riesgo –
seguridad. La tecnología marca las distancias y define las
coordenadas y la situación de los ciudadanos. La circulación
riesgosa pasa a ser otra cosa cuando se hace digital. Crea las
condiciones de posibilidad de una circulación mediada, una
sociedad tras el velo de la escritura, tras el velo de la mediación
técnica, tras el velo del tráfico cultural virtual. La tecnología
social basada en la información haría implosionar el orden dado
entre lo público, lo urbano y la circulación
[9] . Y lo abriría hacia multiplicidades segmentadas,
reterritorializadas y excluyentes. La urbanidad se volvería
fragmentos massmediaticos, zonas y sujetos multifacéticos. Lo público
se hace irrelevante y empieza a ser valorado como zona de
territorialización de lo cotidiano.
Las prácticas desarrolladas como seguridad
ciudadana sostienen la institución de la sociotécnica de
identificación. Le dan sentido de realidad a los dominios
tecnosociales como formulas de acción eficaz contra la violencia
urbana. Legalizan una red de relaciones
sociales como contrato ya no social como esfuerzo histórico y
como elaboración colectiva sino en el contacto contingente,
simultaneo y cotidiano.
La
informatividad de la vigilancia crea las condiciones para producir
realidad
[10] , unas realidades donde las coordenadas previas se
disuelven o se vuelven inoperantes para la gobernabilidad
centralizada, moderna, estatal.
Una circulación digitalizada implica poder pensar
en un contrato mas que social, virtual / visual. Es el paso de un
orden social a medias racionalizado, a un orden digital,
completamente programable, totalizable por la gobernabilidad, sin
gasto y en permanente expansión, no requiere modelar cuerpos y
producir almas sino codificar trayectorias. Mas que socialización,
se trata de engancharse al orden virtual a través de la instrucción
conductual, donde no se exige desarrollar una memoria sino
identificarse a los filtros de conexión.
Es
la traducción a una gobernabilidad extitucional
[11] . La extitución sería un modo ejemplar de notificar
los procesos a partir de los cuales se fortalecen las medidas
disciplinarias, pero en su expansión y precisión van transformándose
y transformando su contexto. La vividez de la cámara y la tarjeta
de identificación logran reconvertir el control social en
tecnología de identificación sobre los ciudadanos como si de
plasticidad eléctrica se tratara.
Una
sociotécnica de identificación mas que exigir inclusión o
participación, tiene el sentido de una gobernabilidad donde
sujeta principalmente a través de las dinámicas del consumo. En
el caso específico de las tecnologías de identificación la
oferta es incorporarse al tráfico de herramientas de observación
por la vía de códigos digitales excorporales – fuera de la
palabra y dentro del tejido magnético de suscripción / ingreso-.
Es el despliegue masivo de fuentes de identificación, donde la
identificación se gestiona como registro cotidiano, es la
aventura de lo privado cuando se hace exterior y por lo mismo se
hace mercado
[12] .
Las
tecnologías de identificación, al darle valor a lo
inmediato de la identificación, a su semblante, se gestiona y se
efectúa sobre lo social una secularización de la identidad. El
control ya no es pedagógico sino contingente a los movimientos,
constante según el sitio ocupado. No requiere de la pregunta
biográfica del sujeto sino de estrategias de ciframiento de
posiciones. Así los procesos de identificación como ejercicios
de ENLACE AL OTRO se vanalizan y las identidades se inyectan como
estrategias de comercialización de apariencias. La coherencia
biográfica y el conflicto ontológico del ser / como ser y la
posibilidad de reflexión como memoria quedan relegadas a la
contingencia, reducidas a lo inmediato.
Una consecuencia es que el proceso
simbólico mediado al virtualizar lo social deja a la participación
ciudadana como un deseo, un ideal. Las relaciones sociales
comienzan a leerse como un fetiche que debemos cuidar y cultivar.
La operación social que permitía a la subjetividad organizarse a
partir de asociaciones identitarias, ahora se basa en una
clasificación regida por la oposición conexión/desconexión, es
decir, por los principios del dentro o fuera, del acceso o la
denegación del paso, esa posición de sujeto precario emerge como
dicotomía ausente o presente.
Por
otro lado, lo que denominamos la ambigüedad
[13] entre encierro y seguridad o entre protección y
vigilancia en la tramitación de la confianza y desconfianza al
otro, explicita la transición entre episteme disciplinaria y de
control. Quienes no cierran su propiedad exhiben su identificación,
y el arriesgarse a deambular es sujetarse a la vigilancia y sus
efectos. El encierro para la protección junto con las garantías
digitales de lo imprevisible, organizan una topología
delimitadando el movimiento ciudadano a: sin identificación no se
circula y en el tráfico hay control continuo. Así la
ciudadanización de la subjetividad juega una posición estratégica
al sostener el ejercicio de un orden de diferencias: la autorización
y restricción del acceso a un mercado de fronteras definidas de
acuerdo a fuentes de identificación como mirada y gestistro mas
no como enlace o memoria.
En esta ficción que pugna entre la verdad y la
realidad de la sociotécnica de la identificación cifrada en la
discusividad práctica de la seguridad ciudadana, la subjetividad
se enfrenta a su malestar, como medida de una socialidad
incorporada en los movimientos y excorporales en su control. Es la
debilidad de la libertad por que se han debilitado las condiciones
de posibilidad de resistencias, la subjetividad no forma parte del
juego de las relaciones de poder, ¿quien resiste en un circuito
movido dentro de los límites aseguradores del registro ciudadano
y del código del consumidor?, ¿Dónde se sitúan las
posibilidades de autonomía o proyección o deseo en un orden que
se sostiene de una economía de las posibilidades, digitalizando
extensivamente su registro?, Un sujeto vaciado de alma, de
contrato y de realidad, simplemente pierde sentido para las
tecnologías de identificación, puesto que ya no es necesario.
Allí donde lo cotidiano se organiza desde tecnologías
de identificación, la problematización de la totalización del
dominio tecnocientífico sobre la verdad de la subjetividad se
abre como amenaza. Es la problemática de un sujeto innecesario
pero donde la desubjetivización es éticamente insuficiente
/indecible.
En esa ficción la fragmentariedad de posiciones de
sujetos precarios y agenciables aparece como diagnóstico y como
posibilidad para ofertar una salida frente a un orden de
diferencias estrechadas y excluyentes.
Entonces, ¿cómo entramos a jugar
en esta episteme del control, como jugamos a la verdad de la
tecnología de la identificación? Como se nos sugiere "La violencia, a diferencia de lo que se supone, no es
el resultado de la irracionalidad anárquica que se opone al
discurso universal razonable, sino justamente el efecto de ese
discurso totalizante (...). El conocimiento conceptual es una
operación que genera violencia desde el momento en que lo
‘otro’ es pensado como susceptible de convertirse en lo
‘mismo’
[14] ".
NOTAS
[1] Minicipios,
Universidades, ONG, Fundaciones.
[2] M. Foucault
[3] G. Deleuze
[4] F. Mires
[5] U.
Beck, N. Lhumann
[6] M. Castells
[7] N. Rose
[8] D. Haraway
[9] N. García Canclini
[10] B. Latour
[11] M. Domenech y F. Tirado
[12] M. Douglas
[13] M. Augé
[14]
CLARO. LA INQUISICIÓN
Y LA CÁBALA. Pág 166.
(c)
1er Congreso ONLINE del Observatorio para la CiberSociedad
(c) Observatorio para la CiberSociedad
(c) Del autor
|
Gentileza de: http://cibersociedad.rediris.es/congreso
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