La transición
histórica se elabora cotidianamente. Se advierta o no, concientemente o
como prespuesta espontánea a la naturaleza de los hechos.
El trabajo social es
una creación permanente. Aunque tenga referencia a un requerimiento
concreto de la realidad inmediata, siempre opera en función de un
desarrollo más vasto que se proyecta en el tiempo.
El análisis de los
cambios operados en las transiciones registradas en las etapas sucesivas
corresponde a la crítica histórica.
La
reflexión referida a la construcción de futuro, es responsabilidad del
trabajo social a definir, que debe procurar extraer de las experiencias
válidas los elementos operables para elaborar la guía orientadora del
porvenir.
Las luchas sociales
en la práctica histórica, registran ascensos, estancamientos y
frecuentes retrocesos en la relación de fuerzas con respecto a los
sectores que representan el privilegio.
Sirva de ejemplo a
esta afirmación la estrategia de embrutecimiento colectivo que refiere
el tono común de los medios masivos de desinformación general, que
apunta a que la gente olvide en la reflexión cotidiana la realidad
social, distrayéndola hacia todas las formas de dispersión de la
atención, agitando el vano ruido de una temática vacía que arrastra
cuantas expresiones pueda imaginar la frivolidad y la perversión. Cuando
se alude a la desinformación instrumentada por los medios masivos (y
potenciadas por las TICs **), no deben olvidarse las expresiones
pertenecientes al universo de publicaciones que presumen de técnicas o
académicas, que también se insertan en el cumplimiento de la función de
sorprender y confundir, sumando su aporte al vaciamiento y la sequía
intelectual. A la desinformación general instrumentada y el vaciamiento
intelectual y cultural, se suma el prolongado relajamiento del rigor del
sistema judicial, cuya decadencia alcanza niveles alarmantes de impunidad
institucional y de poco discreta vinculación con los sectores de
privilegio que se expresan mediante el poder político, lo que
verifica un aberrante comportamiento ético que lamentablemente confiere
valor a la máxima que dice: "Desgraciadas las generaciones,
cuyos jueces merecen ser juzgados".
Las transiciones no
responden a un proceso lineal y las respuestas históricas no siempre
se corresponden con la lógica de los presupuestos de la pedagogía
social.
Empero, la
construcción histórica expresa una constante de la responsabilidad de
cada jornada en el esfuerzo orientador de la organización del trabajo
social y de quienes la integran e impulsan en el camino a una sociedad
más perfecta.
La
operación práctica de las transiciones en el contexto de las diversas
realidades reconoce la verosimilitud de hipótesis de enfrentamiento con
cursos muy complejos, cuyos problemas requieren soluciones en que se
contrapone la simplificación técnica aparente y el costo social.
El deber de
previsión obliga a elaborar con anticipación suficiente el cuadro de
contramedidas adecuadas para neutralizar en tiempo propio los efectos
costosos y aún dolorosos de las medidas indispensables para impulsar el
desarrollo económico y el avance social, al incorporar nuevas
tecnologías en el aparato productivo.
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