1.
La Construcción del Significado desde la Perspectiva Semiótica
Un
punto crítico acerca de los procesos de comunicación humana es
acerca de los mecanismos de construcción y atribución de
significado a los eventos de nuestras vidas. En psicología, las
perspectivas han tendido desde los polos del psicoanálisis hasta
la perspectiva de la interacción humana, pasando por el
conductismo, lo sistémico y lo cognitivo. Simplificando en
extremo, mientras unos profundizan acerca de los procesos de
aprendizaje, o interpretaciones de nuestras experiencias tempranas
y las significaciones simbólicas atribuidas –positivas o
negativas- como ejes de nuestra conducta actual y consciente,
otros trabajan desde la perspectiva que presupone la subjetividad
de la experiencia humana, su construcción, interpretación y
asignación de significado, donde la construcción contiene
elementos compartidos con los demás, derivados de una cultura en
común.
El
conductismo tiene mucho que decir acerca del cómo aprendemos -o
somos condicionados- a responder de diversas formas a estímulos
-en este caso verbales- con otras conductas como respuestas
aparejadas a la aparición de ese estímulo específico. Esas
conductas verbales, a mi parecer, son opiniones y encierran un
sentido con valoración y significancia, aunque la palabra
"opinión" hubiera sacado ronchas por su referencia a
procesos mentales no observables.
El
problema era cómo lograr una perspectiva acerca de la construcción
del sentido del hombre frente a los medios y cómo estos provocan
cambios en los mismos, a la vez que tal visión sirviera para el
análisis, al tener esta un lenguaje técnico, un énfasis en la
actualidad y en los medios (lo que supone un acercamiento tanto a
las tecnologías que los hicieron posible como una dimensión
social, que hablara de contenidos compartidos por ciertos grupos)
y una metodología o por lo menos que tal visión fuera
plausiblemente transformable en un modelo teórico cercano a la
psicología, con el fin de medir los efectos que se desean
investigar.
Ante
estas demandas, las teorías psicológicas acerca de la persuasión
son modelos explicativos de procesos mentales y conductuales que
no poseen un énfasis en la construcción del sentido y muchas
veces su valor aplicado a la vida social es instrumental al poder,
sea cual sea su intencionalidad y naturaleza, lo que no nos es
suficiente para los propósitos anteriores. De igual manera,
aquellos modelos no permiten de optima manera acercarnos a un
desglose descriptivo/predictivo, y su correspondiente nomenclatura
de los elementos que serían constitutivos en la construcción de
la significancia que el observador atribuye al mensaje mediático,
problemática que sí ha sido abordada por otras disciplinas como
la semiología o semiótica o las técnicas de análisis de
contenido y discurso.
Las
teorías trabajan siempre sobre personas que están socializadas,
educadas en ciertos contenidos, que poseen códigos sociales
comunes que les permiten entender situaciones nuevas y les
entregan directrices conductuales tanto de manera ritualista como
frente a lo nuevo y desconocido. Esto presupone en ese ser una
cosmovisión relativamente estable, definida, según la
perspectiva profunda a la que el observador se adscriba. Pero los
modelos acerca de la persuasión, ocupados en los medios muchas
veces para lograr cambios, no harán distinciones; operan sobre la
base de esos contenidos y sus efectos; los investiga con el fin de
lograr su entendimiento y comportamiento, para en último caso
predecir y controlar el proceso.
El
qui está en el cambio, la modificación entre polos
binarios, pueden discurrir entre lo prosocial y la manipulación,
pero en consonancia con los intereses de quién desea persuadirnos
de algo. Como segundo aspecto, las primeras investigaciones psicológicas
acerca de la persuasión no estaban muy lejanas de las
concepciones aristotélicas, emparentadas específicamente con su
Retórica, respecto al como lograr que nuestras opiniones fueran
compartidas por quienes nos escuchan.
Era
necesario tratar de salir de ese marco conceptual y no seguir
solamente actualizándolo, en el mejor de los casos, con nuevos términos,
práctica común hasta el advenimiento de los modelos
cognitivistas.
Acerca
del uso de otros marcos teóricos usados para el cambio en la
opinión pública, ya sea en política o en los negocios, el uso
tradicional ha sido recurrir al psicoanálisis. Packard (1969) es
claro en denunciar el uso del psicoanálisis para lograr un
aumento en las ventas mediante trucos derivados de esta
teoría (por ejemplo, el uso de las represiones ya sea fomentándolas
con mensajes morales o tentándonos con contenidos sexuales),
mientras que en política se recurre al uso de diversas frases,
gestos, entonaciones de la voz, y otros significantes con el fin
de lograr la identificación y el fenómeno de proyección de las
gentes con el candidato como figura paterna u objeto de
identificación.
Sin
embargo existen otras perspectivas de análisis, como la semiótica,
que nos habla también del significado, con una tradición filosófica
extensa, y en constante actualización en sus análisis, según
las nuevas formas de significar frente fuerte cambio cultural que,
entre otros factores, nos impone la tecnología, ampliándose el
campo de estudios actual por el uso de la Internet. La semiótica
nos es útil como una herramienta de análisis de contenidos y
connotaciones -del lenguaje de los medios- (McQuail, 1991), así
como de cambio, tal cual como los modelos persuasivos.
Sus
términos son claramente definidos, pero frente a los complejos
problemas del análisis textual y contextual estos son
recombinables entre sí, no sin su debido análisis crítico. Esta
disciplina de inspiración filosófica posee, como es habitual,
diferencias en su seno entre autores distintos, lo que para
algunos puede denotar un precientificismo, para otros
connota signos de vida.
La
semiótica, como dijimos, es también una herramienta. Algunos la
ocupan para vender, ciertos teóricos (muchos de ellos marxistas)
hacen de ella una teoría crítica, mientras otros, en una línea administrativa
-apegada al mercado- (Lazarsfeld, 1941 en McQuail, 1991), la usan
para construir discursos de estabilidad y consenso. Los usos son múltiples
y sus efectos sólo estarían en la conciencia de quien la
ocupa...existe una definición de Umberto Eco que no está
incluida en las que procederán: "Semiótica es, en
principio, la disciplina que estudia todo lo que puede ser usado
para mentir".
2.
La Semiótica: El Signo y su Organización
La
semiótica es generalmente definida como el estudio de los signos
y sus relaciones (Liska y Cronkhite, 1994), "una técnica de
investigación que explica de manera bastante exacta como
funcionan la comunicación y la significación", donde los signos
son la materia principal, examinados en relación con códigos
e integrados en unidades más vastas como enunciados, la figura
retórica, la narrativa, etc. (Eco, 1973). Según este autor, la
semiótica es la disciplina que estudia las relaciones entre el código
y el mensaje, entre el signo y el discurso, existiendo el ciclo de
la semiosis o vida de la comunicación; el uso e
interpretación de los signos para comunicar, informar, mentir,
engañar, dominar y liberar, no sólo desde la teoría sino la
praxis. John Hartley (en Chandler, 1994) afirma que la semiótica
no es una disciplina académica en tanto es una aproximación teorética
con métodos asociados de análisis, no siendo institucionalizada
como un "sujeto".
La
definición común y abreviada de la semiótica es "el
estudio de los signos" o "teoría de los signos",
envolviendo el estudio no sólo de lo que en el lenguaje común
denominamos como "signos", sino de todo lo que se
coloca en lugar de otra cosa, que sería la definición
abreviada de signo (Eco, 1973. Chandler, 1994). En el
sentido semiótico, los signos incluyen palabras, imágenes,
sonidos, gestos y objetos, estudiados dentro de un "sistema
de signos" semióticos como un medio o código.
Stam
(en Chandler, 1994) define semiótica como "el estudio de los
signos, significación y sistemas de significados", o sea, el
estudio de cómo el significado es construido, y como tal,
no sólo es concerniente a la comunicación, sino a la construcción
y mantenimiento de la realidad. Fiske y Hartley (en Chandler,
1994) señalan que "la preocupación de la semiótica es la
relación entre el signo y su significado (o sentido) y la
forma en que los signos se combinan en códigos".
Para
Umberto Eco, el signo se ocupa para transmitir información,
inserto dentro de un proceso de comunicación del tipo fuente-
emisor- canal- mensaje- destinatario
(receptor), al estilo del modelo de comunicación de Shannon y
Weaver. Desde este punto de vista el mensaje equivale a un
signo, donde este mensaje en sí está compuesto por signos y
pasa a constituir un nuevo signo en sí. El lenguaje se recrea a sí
mismo en una constante semiosis.
Para
que este proceso funcione se necesita un código común o
reglas que le atribuyan un significado a este signo, sino el
receptor sólo recibirá una entidad sonora indiferenciada en vez
de un mensaje. (Ejemplo: si yo no sé hablar Ruso, lo que me digan
en este idioma o código me sonará "a Chino",
incluyendo sus onomatopeyas que intentan resemblar el sonido real
de algo por medio del lenguaje).
Considerando
este ejemplo, se comprenderá que el signo no es solamente un
elemento más del proceso de comunicación, sino que es una
entidad cardinal que forma parte del proceso de significación.
Cada texto está organizado en sistemas significativos de acuerdo
a ciertas reglas propias de lo que denominamos código. En semiótica
estos códigos no son sólo "convenciones" de la
comunicación, ya que son a su vez sistemas de procedimiento de
las convenciones relacionadas que operan en ciertos dominios, como
sería el caso de la conducta humana. El significado de un signo
también depende del código donde este está situado, ya que los
códigos entregan un esquema (compuesto también por convenciones
sociales) dentro del cual el signo adquiere sentido y permite
tanto la producción como la interpretación de un texto, cada uno
de éstos organizado de acuerdo a códigos y subcódigos que
reflejan valores, actitudes, creencias, asunciones y prácticas.
Esto
implica semióticamente una cierta estabilidad en las relaciones
entre significante y significado, restringiendo la cantidad de
interpretaciones posibles de un texto.
Podemos
encontrar diversas tipologías acerca de los códigos, pero las
que se mencionarán a continuación son adaptaciones de Chandler
(1994) con respecto a los códigos mencionados en el contexto de
los estudios británicos acerca de los medios y la comunicación,
inspirados tanto en los trabajos de Umberto Eco y de Roland
Barthes.
Códigos
sociales (en un sentido
amplio todos los códigos semióticos son "códigos
sociales")
·
Lenguaje
verbal: subcódigos fonológicos,
sintácticos, lexicales, prosódicos y paralingüísticos.
·
Códigos
corporales: contacto
corporal, proximidad, orientación física, apariencia, expresión
facial, la mirada, movimientos de cabeza, gestos y posturas.
·
Códigos
de valor (commodiy codes):
modas, vestimentas, autos, joyas.
·
Códigos
conductuales: protocolos,
rituales, role-playing, juegos.
·
Códigos
regulatorios: el código de
tránsito, los códigos de la práctica profesional.
Códigos
textuales
·
Códigos
científicos:
lenguaje científico, matemáticas.
·
Códigos
estéticos
dentro de las artes expresivas como la poesía, el drama,. La
pintura, la música, etc. –que incluyen al clasicismo, al
romanticismo, al realismo mágico, etc.
·
Códigos
de género, retóricos o estilísticos: la
narrativa, la exposición, la argumentación.
·
Códigos
del mass-media: que incluyen
los códigos fotográficos, televisivos, fílmicos, de radio, de
periódicos y revistas, sean estos tanto técnicos como
convencionales. Se incluye también al formato como código
(considerando las diferencias patentes que presentan los formatos
para presentar un texto mediático al representar la realidad, ej.
video, video 8, cinta de cine).
Códigos
interpretativos (donde
existiría menos acuerdo respecto a estos como códigos semióticos)
·
Códigos
perceptuales: como la
percepción visual o cualquier otro fenómeno perceptivo, donde no
se asume necesariamente una comunicación intencional.
·
Códigos
de producción e interpretación: códigos
y involucrados tanto en la codificación como en la decodificación
de un texto –incluyendo lo dominante, lo negociado o la oposición.
·
Códigos
ideológicos (aunque todos
los códigos pueden ser vistos como ideológicos): John Fiske
menciona al individualismo, la libertad, el patriarcado, la raza,
la clase, el materialismo, el capitalismo y el cientificismo,
entre otros.
Existe
la posibilidad de que dentro de un código existan subcódigos.
Donde lo que para algunos es un código, corresponderá a un subcódigo
para otro, ya que incluso los códigos estilísticos como los
personales (o ideolectos) son considerados subcódigos.
La
elección de un subcódigo dentro de un código implica una relación
de exclusión mutua. Por ejemplo, si yo deseo ser "científico"
deberé evitar ocupar los modismos asociados a la juventud en
general o la cultura popular, como a los diversos subgrupos que la
componen. Mi interés es que mis pares en ciencia comprendan lo
que digo, pero a la vez debo ganar cierta credibilidad ("el hábito
sí hace al cura"), ya que sabemos que no sólo importa el
argumento, sino la presentación personal o
"look" en general ordenado, una parole moderada,
clara, con pocos adjetivos, mesurada, salpicada de citas y
tecnicismos, el uso de algunos códigos de producción que apoyen
mis aciertos, entre otros factores característicos que deberé adoptar
con el fin de representar, lo que ciertamente es válido
cuando un candidato se presenta en la arena pública. Es un hecho
común de que los candidatos se "disfrazan" según el
lugar geográfico del país que visitan, así como que los términos
dentro de su discurso cambia según el electorado al cuál desean
llegar con su mensaje.
Los
signos no son fenómenos naturales, no dicen nada por sí mismos.
Ellos "hablan" en la medida que una tradición(de
tantas) nos ha enseñado a leerlos. Eco (1973) se pregunta si es
posible tener consciencia del propio dolor, la posibilidad de
pensarlo y clasificarlo, si la sociedad y la cultura no nos
hubiera humanizado como un animal capaz de elaborar y comunicar
signos. Esta pregunta niega la presunción de que la posible
inundación de signos en que vivimos en el llamado postmodernismo
sean producto del mismo (refiriéndose a los anuncios, los medios,
etc.), ya que una manera de interpretar fenómenos, como por
ejemplo la dirección y temperatura de una corriente de vientos y
su relación con las estaciones o posibilidad de lluvias, se dan
también en la tradición campesina como una semiosis o
sistema interpretativo, que transforma los datos naturales en
culturales, proceso que se tratará más adelante.
El
análisis semiótico es con frecuencia utilizado para el análisis
de textos en un intento de caracterizar su estructura y la
identificación de significados potenciales, aunque su potencial
de objetos observables es más amplio e incluye el análisis del
medio, la publicidad, el cine, la fotografía, el arte o la
dimensión estética humana. Es necesario notar que
"texto" no se refiere a la connotación logocéntrica
del término y que este existe en cualquier medio y puede ser
verbal, no-verbal o ambas, siendo "un mensaje con existencia
física propia, independiente de su emisor o receptor", lo
que nos permite hablar, en nuestro caso, de textos mediáticos.
El
texto es un ensamblaje de signos construido e interpretado
en referencia a la convención asociada al género de su medio
particular de comunicación (Chandler, 1994). Sabemos que medio
(derivado de la acepción anglosajona medium) se usa en
forma variada según el autor que la emplee, por lo que puede
incluir categorías tan amplias como el discurso público o la
escritura, el medio (sic) impreso o las transmisiones o
relacionarse con formas específicas dentro del mass media
como la radio, la televisión, los diarios, revistas, libros,
fotografías, películas y grabaciones de sonido o los medios
de comunicación interpersonal como el teléfono, las cartas,
el fax, e-mail, video conferencias y sistemas de chat.
Fiske
(en Chandler, 1994) nota que cada medio es capaz de transmitir códigos
dentro de sus canales, así como que "las características físicas
del medio limitan al medio y los códigos que este puede
llevar". Se deduce entonces que los sistemas semióticos no
son sinónimos o equivalentes y que no podemos decir "la
misma cosa" en sistemas basados en distintas unidades. El
medio, como lo afirmó McLuhan, no es neutral con respecto a las
posibilidades de transmisión de la información.
Pensemos
en la prensa, que ocupa un canal visual, en lenguaje escrito y que
se apoya en tecnologías de reproducción fotográfica, diseño gráfico
e imprenta. La radio, en contraste, ocupa un canal oral y lenguaje
hablado y se apoya en tecnologías de grabación y transmisión,
mientras que la televisión combina tecnologías de grabación de
imágenes y sonido y de transmisión. Las diferencias en el canal
y tecnología tiene incidencia en el potencial de la transmisión
del significado, como lo esbozó McLuhan. El medio impreso se
percibe como menos personal que la radio o la televisión. La
radio permite la individualización y la intimidad por medio de la
transmisión de las cualidades e inflexiones de la voz, la
televisión rompe los moldes del tiempo y el espacio, la
secuencialidad, etc.
2.1.
La Semiótica: Autores
La
semiótica es esencialmente una aproximación teórica a la
comunicación cuyo fin es establecer principios ampliamente
aplicables. No es una ciencia en el sentido estricto del método
que define al término. Es vulnerable a la crítica de ser
demasiado teórica, demasiado especulativa y de que sus semióticos
no hacen intentos en comprobar o desconfirmar sus teorías de una
manera objetiva o científica (Fiske en Chandler, 1994). Aún así,
la semiótica representa un rango de estudios en arte, literatura,
antropología y el mass media más que ser una disciplina
académica independiente. Los envueltos en la disciplina incluyen
lingüistas, filósofos, psicólogos, sociólogos, antropólogos,
teóricos literarios, mediáticos o esteticistas, psicoanalistas y
educadores. Como nos es común, existe en la disciplina una
considerable variación acerca de lo que la semiótica envuelve,
ya que no sólo se fija en la comunicación intencional, sino con
la adscripción de significancia.
Las
"semióticas" han cambiado con los tiempos e ha
intentado remediar las debilidades que la aquejaban en otros
momentos. Usualmente se le atribuye sus primeros fundamentos al
lingüista suizo Ferdinand de Saussure, al filósofo americano
Charles Sanders Peirce y a Charles William Morris. Actualmente,
los modernos semióticos incluyen a Roland Barthes, Umberto Eco
(que une las tradiciones de Saussure y Peirce, Christian Metz,
Julia Kristeva y Algirdas Greimas, así como lingüistas de la
talla de Roman Jakobson. En el uso de la técnica o enfoque (ambos
términos son ampliamente controversiales referente a este tipo de
análisis, por lo que no ahondaremos en esta disputa a favor de la
parsimonia) estructuralista dentro de la semiótica está el
antropólogo Claude Lévi-Strauss y al psicoanalista Jacques Lacán.
La moderna teoría semiótica también incluye la visión
marxista, que subraya el rol de la ideología, como se vio
anteriormente.
2.2.
El Signo y la Semiosis
De
manera introductoria, semiosis es un término de Peirce que
es expandido por Eco (1973), donde se denomina el proceso mediante
el cual una cultura produce signos o atribuye significado a los
mismos. Para Eco la producción de significado o semiosis es una
actividad social, aceptando que existen factores subjetivos
envueltos en los actos individuales de semiosis. Esta noción
es pertinente a los dos énfasis actuales de la teoría semiótica
postestructuralista. Una es la semiótica que se preocupa en los
aspectos subjetivos de la estructuración de la significación,
fuertemente influenciada por el psicoanálisis Lacaniano, donde el
significado es construido como sujeto-efecto (el sujeto siendo un
efecto del significante). La otra es una semiótica concerniente a
subrayar el aspecto social de la significación, su uso práctico,
estético o ideológico en la comunicación interpersonal, donde
el sentido o significado es construido con un valor semántico
producido por códigos compartidos culturalmente.
2.3.
Los Signos
Los
hombres somos calificados por diversos autores como Homo
Significans, poseedores de un drive o impulso a
fabricar significados. Este proceso de producción está a la base
de lo que concierne a la semiótica.
En
semiótica, los signos son unidades significativas que toman la
forma de palabras, imágenes, sonidos, actos u objetos. Tales
cosas no tienen un significado intrínseco y se transforman en
signos sólo cuando los investimos con significado. Para calificar
como un signo, ese algo debe tener una forma física, debe
referirse a otra cosa más que a sí mismo y debe ser reconocido
al hacer esto por los usuarios del sistema sígnico (Turner, 1982
en Chandler, 1994).
Para
propósitos analíticos en semiótica, cada signo está compuesto
(según Saussure) por:
·
Un
Significante –o forma que el signo toma.
·
Un
Significado –el concepto que representa.
Modelo
del Signo según Saussure
Hoy
por hoy, el significante es comúnmente interpretado como el
material o la forma física del signo, es algo que puede ser
captado por alguno de los sentidos tradicionales del hombre. El
significado, por su parte, es un constructo mental. La relación
entre el significado y el significante es referido como significación
y es representado en la el diagrama de Saussure como una
flecha de dos cabezas. Charles Sanders Peirce incorporó más
tarde al ente material al que el signo hace referencia y lo
denominó referente, lo que dio origen al llamado triángulo
semiótico.
Permítaseme
un ejemplo lingüístico clarificador:
·
Signo:
La palabra escrita "abeja".
·
Significante:
Las letras "a-b-e-j-a"
·
Concepto
significado o referente: categoría de insectos en singular
"la /esa abeja".
Triángulo
Semiótico Clásico, en Eco (1973)
El
signo incorpora al significante y al significado: es la entidad
material con siginificancia (o "meaning" en inglés).
Saussure afirmaba que el significado y el significante eran
inseparables como los dos lados de un papel. No existe signo -o
sentido o significancia o "meaning"- sin el significado
y el significado. Dentro de esta visión el significante es
considerado como la forma de un signo y el significado como
el contenido. Esta distinción metafórica de la forma como
contenedor de la significación generó sesudos debates acerca del
proceso de interpretación activa del hombre, ya que lo
menoscababa en función de algo que ya está dado. También
implicaba que la forma no es en sí misma significante (Chandler,
1994).
Otro
problema acerca de esta distinción puede ser efecto de lo que
denominamos como postmodernismo. Sin el ánimo ahondar en el tema,
podemos observar que muchas veces ocupamos significantes sin
querer dar a entender su significado original. Usamos ropas, por
ejemplo, que en un comienzo eran distintivas de ciertas etnias,
culturas y subculturas. Hoy, por el uso frecuente, la estética,
la moda, el consumismo, la normalización o naturalización
cultural o por lo que queramos, según el caso o fenómeno, han
pasado esos elementos a ser significantes vacíos o
sin poseer estos un significado preciso. También es preciso
recordar que las distinciones de Saussure se basan en su
aproximación lingüística/filosófica (aparte de que el autor
nació en el siglo XIX).
En
contraste con la diada de Saussure, Peirce ofreció una triada,
llamada usualmente el "triángulo semiótico", del cual
existen muchas variaciones según cada autor, he aquí una de sus
variaciones, incluida la Peirce.
Triángulo
Semiótico Comprensivo, en Eco (1973)
|
interpretante
(Pierce)
referencia (Odgen-Richards)
sentido (Frege)
intención (Carnap)
designación (Morris 1938)
significatum (Morris 1946)
concepto (Saussure)
connotación, connotatum (Stuart Mill)
imagen mental (Saussure, Peirce)
contenido (Hjemslev)
estado de conciencia (Buyssens
|
|
|
|
|
signo
(Peirce)
símbolo (Ogden-Richards)
vehículo sígnico (Morris)
expresión (Hemslev)
representación (Peirce)
sema (Buyssens)
|
|
objeto
(Frege-Peirce)
denotatum (Morris)
significado (Frege)
denotación (Russell)
extensión (Carnap)
|
Siguiendo
el ejemplo de la abeja dentro del triángulo, Eco (1973) afirma
que todo el proceso de significación se puede dar sin que
tengamos ningún objeto interpelado presente para explicar lo que
es, por lo que podemos intentar explicarlo por medio de dibujos,
imitando sus conductas o característica, en fin, siempre
adscribiendo mi explicación a un código (o traduciendo abeja al
código de quien intento explicar qué es una abeja).
Independiente de que haga para explicar, siempre ofreceré otros
significantes (visuales, verbales, etc. o interpretantes de ese
signo).
La
abeja, todas las que existen, existieron y existirán serán el referente
del significante "abeja". La línea de puntos
entre el significante y el referente en el triángulo se debe a la
relación entre ambas entidades, muchas veces oscura y arbitraria.
Esto es en primer lugar, porque no existe razón más que lo
convencional para llamar "abeja" a la abeja, y en
segundo lugar, podemos ocupar el significante "abeja"
sin tener nunca una presente, o bien que jamás haya existido,
como el caso del "unicornio", que tiene un significado
mitológico o heráldico, un significante la imagen de "un
caballo con un cuerno" y una palabra que lo designa, pero un
referente inexistente.
Es
importante marcar una diferencia clara. Sin importar el modelo teórico,
en semiótica existe un amplio acuerdo entre el signo y el vehículo
del signo (significante de Saussure o representamen
de Peirce). El signo es más comprehensivo que el significante y
el uso tanto común como filosófico del mismo ha degenerado esta
taxonomía.
Análisis
Semiótico de un Aviso Publicitario, en Chandler (1994). En
Chandler (1994), podemos encontrar un ejemplo no lingüístico que
nos puede ser muy útil para analizar el uso de la semiótica para
la construcción de los mensajes mediáticos -y como
deconstruirlos. Este es un aviso de perfume. Toma la forma de un
close-up fotográfico de la cabeza y hombros de la glamorosa
actriz francesa Catherine Deneuve (cuyo nombre aparece en fuentes
pequeñas). Superimpuesto al costado inferior derecho aparece la
imagen de una botella de perfume llamado Chanel Nº5. Debajo de él
está el nombre del perfume repetido en las fuentes tipográficas
que le son típicas. En este aviso el significante clave es
la botella de perfume, el significado es el chic
francés, la sofisticación, la elegancia, la belleza, el glamour.
El significado y el significante combinados
constituyen un signo que nos ofrece el significado o
sentido que Chanel Nº5 es belleza y elegancia. La
construcción de afiches y fotos de campañas políticas responde
a la misma lógica para su construcción e interpretación.
2.4.
Tipos de Signos
Para
Eco (1973), las corrientes diversas de la semiótica intentan
incluir en la categoría de signo todos los tipos de señales que
comunican de alguna manera, y que todos los seres, incluso el
hombre reciben de otros seres o de la misma materia inorgánica.
Se incluyen también las señales atribuidas al código genético
y las comunicaciones astrales y hasta las supuestas señales
extraterrestres. Evidentemente está nueva dirección incluyen la
llamada zoosemiótica, que estudia los sistemas de
comunicación animal tanto química como olfativa, como los
sistemas de comunicación gestuales tanto en humanos como
animales.
Al
ser tan amplios los niveles de análisis donde se practica la
comunicación y los diversos tipos que el término conlleva, el
hacer una tipología de los signos es una tarea casi titánica, ya
que tendría que incluir tanto distinciones según los canales físicos
de la comunicación y el aparato receptor de tal, la
intencionalidad atribuida o real del signo, su condición natural
o cultural, sus revisiones filosóficas, etc. El análisis de los
tipos de signos también debería incluir la influencia
cualitativa y cuantitativa de cualquier accidente o fenómeno que
ocurra en cualquiera de las tres esferas que componen al signo
(significante, significado y referente), al existir signos que se
distinguen en relación a su significado (unívocos, equívocos,
plurales, vagos), o al existir signos en relación a la capacidad
de réplica del significante (como el caso de las obras de arte,
el dinero, etc.).
Ahora
bien, para una revisión es recomendable recurrir a las obras de
Umberto Eco acerca del tema ("Hacia un análisis semiótico
acerca del mensaje de la televisión" (1980),
"Signos" (1973), "Una teoría semiótica"
(1976), entre otras obras). Chandler (1994) afirma que este autor
es clave en el tema acerca del tema al unir las tradiciones de
Saussure, Morris y Peirce con sus propios conocimientos en filosofía,
psicología y estética. Mención aparte es la condición de
escritor literario del autor, lo que hace a sus obras
considerablemente más inteligibles que algunas revisiones
anteriores. Aún así para una primera aproximación al tema de la
semiótica y una relación entre esta y las teorías acerca de la
persuasión y la formación del constructo llamado "opinión
pública".
Terence
Hawkes (en Chandler, 1994) hace una distinción de los signos según
sus modos de relación. Esta categoría es idéntica a la de
Peirce en Eco (1973), sólo que él las define como signos que
se distinguen por el tipo de vehículo que se les presume con el
referente, o sea, las relaciones que Peirce creía que el
signo mantenía con el objeto, a saber:
·
Símbolo/
simbólica: Un modo en que el significante no resembla al
significado y que es más bien arbitrario o convencional, de forma
tal que la relación debe ser aprendida. Ejemplificada con el
signo "Pare", luz roja en el semáforo, una bandera
nacional o un número.
·
Ícono/
icónica: Modo en el que el significante resembla o imita física
o psíquicamente el significado (reconocible por medio de los
sentidos humanos), donde el ícono es similar al poseer alguna de
las cualidades del significado (como el caso de un cuadro, una
foto, un modelo a escala, una onomatopeya, samplers en música,
efectos de sonido en TV y radio, gestos imitativos).
·
Índice/
indexical: Modo en el que el significante está directamente
conectado de alguna forma (física o causal) con el significado,
donde se observa o se infiere una conexión (el humo que sugiere
fuego, los termómetros y la temperatura, las veletas y la dirección
del viento, los pronombres demostrativos como "este",
las pisadas y la persona, las huellas dactilares, los sarpullidos,
el dolor).
Este
orden es según su grado de convencionalidad y arbitrariedad, es más
fácil reconocer un símbolo como tal dentro de un código o
sistema que ver las relaciones de causalidad y efecto, dentro del
mismo sistema, como en el caso del índice. Sabemos que no siempre
el humo indica fuego y el humo-signo se pone en lugar del fuego
por ausencia. Así también, Peirce pensaba que la fotografía es
indexical, no icónica ya que reflejan el objeto que representan,
pero la resemblanza es también producto del papel, la luz, el
foco, el ángulo, etc., representando no una verdad estática,
sino una interpretación de esa verdad cuya fuerza real yace en su
significación icónica (sabemos que las modelos no son solamente
hermosas per se, sino más bien es trabajo del fotógrafo
el de representar o manipular esa belleza potencial).
Aunque esta taxonomía es filosóficamente controversial, ya que
los signos parecen combinarse y recombinarse entre sí, haciéndola
muchas veces equívoca, podemos concluir que las categorías no
son excluyentes: un signo puede ser un ícono, un símbolo un índice
o cualquier otra combinación. Un mapa puede es indexical (indica
la posición de ciertos lugares) e icónico (representa lugares
según su relación topográfica). Lo que no podemos omitir es
que, a pesar de que los signos icónicos e indexicales son
identificados como "naturales" –que no es el caso del
símbolo- la conexión entre significante y significado ocurre
cuando el uso o reconocimiento es habitual. Algunos semióticos
sostienen que no existen los íconos puros, y que la
convención cultural siempre está envuelta en el proceso de
semiosis.
2.5.
La Semiosis y la Cultura
La
arbitrariedad de los signos da pie a su vez a darle una mayor
importancia a la interpretación y a la importancia del contexto.
Los signos, más que ser unívocos presentan múltiples
significados. Dentro de un solo lenguaje, un significante
puede referirse a múltiples significados (Ej: Chistes de doble
sentido), como también un significado puede tener varios
significantes (Ej: Sinónimos), (Eco 1973, Chandler, 1994).
Charles
Sanders Peirce ofreció una triada representada en un modelo
triangular como el expuesto anteriormente:
·
Representamen:
la forma que toma el signo, no necesariamente material, puede ser
también una imagen psíquica o mnémica (significante).
·
Interpretante:
el sentido que hace el signo. No confundir con un intérprete
u observador (significado).
·
Objeto:
a lo que se refiere el signo (referente).
En
favor del espacio, no parece necesario explicitar las diferencias
entre los modelos de Saussure y Peirce, pero sí parece importante
notar que el modelo y la filosofía del signo de Peirce da pie
para incluir un intérprete, que rechaza la ecuación de un
signo que contiene un significado dado. El concepto de semiosis se
refiere a un proceso de interpretación donde el rol del intérprete
es importante al dar pie a un proceso de interpretación activo y
dinámico, cercano, por que no, a las postulados afines de la teoría
cognitivista.
Peirce
nos demuestra que en el proceso de semiosis es mediado
culturalmente. Un individuo no puede entender un signo sin
referirse a un sistema aprendido socialmente que le otorga un
sentido a la percepción. De la misma forma, la clasificación de
los signos en tipologías cerradas puede ser engañosa, ya que el
status del signo depende fuertemente en la forma en que el mismo
es usado. Un significante puede ser icónico en un contexto o simbólico
en otro: La fotografía de un candidato con su familia puede ser
un solo un recuerdo de sus vacaciones o una insinuación de la
vida ejemplar de familia que éste parece llevar. Entonces
convendremos que los signos no pueden ser clasificados en términos
de categorías sin referencia a los propósitos de sus usuarios
dentro de contextos particulares (Chandler, 1994). Un signo, para
ser verdaderamente icónico, debería ser transparente para
alguien que jamás lo haya visto, caso muy improbable, ya que al
parecer tendemos a ver resemblanzas cuando ya conocemos el
significado dentro de un código.
Ahora
bien, si la convención (social) es necesaria para el
entendimiento de un signo, y la convención en sí es producto de
la misma construcción social, la semiosis y la mismísima relación
entre el significante y el significado de un signo está sujeta a
los cambios propios de la vida social y cultural de los pueblos,
regla que afecta tanto a los usos lingüísticos habituales como a
las metáforas y los símbolos. El signo dentro del proceso de
semiosis no es un ente monolítico y arbitrario en sí mismo, sino
que abierto a los usos e interpretaciones (Eco, 1973. Chandler,
1994).
En
el nuevo medio electrónico y en especial en el cine, la televisión
y la fotografía la brecha entre el significante y el significado
se acorta, ofreciéndonos lo que se ha llamado "reflejos de
la realidad", pero bajo los principios del análisis paradigmático
(que veremos más adelante), debemos siempre tener en cuenta que
lo que vemos es sólo una de las posibles formas de representación,
sin importar lo realista de los textos mediáticos. Roland
Barthes (en Chandler, 1994) argumentó, en el caso de los medios
fotográficos, de que ellos sirven una función ideológica al ser
representaciones y no realidades, que son más aún solapadas al
parecer que retratan algo más que transformarlo o significarlo.
Bolter (en Chandler, 1994) afirma que los signos están siempre
anclados a un medio, al punto que algunos signos pueden depender
en diversos grados en las características de cada medio en
particular y son traducibles a otro medio con diversos grados de
efectividad, pero lo que nunca existirá será un signo sin un
medio. Hodge y Tripp (ídem) subrayan que "lo fundamental en
el análisis semiótico es el hecho de que cualquier sistema de
signos o código semiótico es llevado por un medio material que
posee sus propios principios de estructura" que afectan, en términos
semióticos y valga la redundancia, nuestro proceso semiótico,
como ya podíamos deducir de la distinción que McLuhan, Ong y
Havelock, entre otros teóricos que ven cambios sustanciales en
nuestras formas de percibir, razonar y significar según la
educación y socialización dentro de un medio u otro, según sus
análisis acerca del paso de una cultura literaria oral a la
escrita y de esta al medio electrónico, y donde dentro del mismo,
la televisión y el cine, por ejemplo se apoyan en sistemas sígnicos
interactuantes como lo verbal, visual y auditivo. El medio no es
neutral, cada uno posee sus propias reglas que condicionan a la
semiosis dada su "carga de significación cultural"
(Eco, 1976 en Chandler, 1994).
Si
el medio condiciona al contenido o mensaje, se nos presenta ahora
una problemática en la distinción entre forma y contenido. Tanto
Louis Hjemslev como Roland Barthes tratan de resolver dentro de la
lingüística y la filosofía del lenguaje este problema al
introducir la idea de que tanto la expresión
(significante) y el contenido (significado) poseen substancia
y forma.
|
Substancia
|
Forma
|
Significados
o plano del contenido. (Hjemslev/Barthes)
|
Substancia
del contenido:
"contenido humano o intencional", mundo textual,
materia, género.
|
Forma
del contenido: "estructura
semántica", "estructura temática" (que
incluye la narrativa.
|
Significantes
o plano de la expresión.
|
Substancia
de la expresión:
materiales físicos del medio (Ej. Imágenes y sonidos).
|
Forma
de la expresión:
estructura sintáctica formal, técnica y estilo.
|
Thwaites
et al. (en Chandler 1994) mencionan siete funciones de los signos
necesarias para que se desarrolle cualquier actividad sígnica.
Estas funciones consideran la influencia del medio en el texto, la
expresión y el contenido del signo y la situación social en la
que se da el acto de la comunicación.
Funciones
de Significancia
·
Referencial:
aludiendo a algún contenido.
·
Metalinguística:
sugiriendo los códigos
dentro de los cuales el signo puede ser interpretado.
·
Formal:
la estructura formal y el formato del
signo.
Funciones
de representación (address)
·
Expresiva:
acerca de la construcción de
un remitente o persona autorial.
·
Conativa:
la construcción de un destinatario o
lector ideal.
·
Pática:
la construcción de una
relación entre remitente y destinatario.
Funciones
Contextuales. Se refiere a la
situación social en la que el signo opera. Desde la perspectiva
de la Semiótica social se insiste en que los sistemas semióticos
tienen esencialmente tres metafunciones.
·
La
metafunción
ideacional: es el representar, en un sentido
referencial o seudo-referencial, los aspectos experiencial fuera
de un sistema de signos en particular.
·
La
metafunción
interpersonal: es la proyección de relaciones entre el
productor de un signo y el receptor/reproductor de ese signo.
·
La
metafunción
textual: es la formación de textos, complejos de
signos que son coherentes tanto internamente como dentro del
contexto dentro de sí y para lo que fueron producidos.
2.6.
Modalidad o Status Ontológico de Verdad
La
semiótica, según Chandler (1994), es encontrada muchas veces en
la forma del análisis textual, pero también ella envuelve una
teorización filosófica acerca del rol de los signos en la
construcción de la realidad. En este sentido, la modalidad se
refiere al status de realidad acordado o reclamado por un signo,
texto o género. La modalidad se refiere al status, autoridad o
confiabilidad de un mensaje, a su status ontológico o a su valor
como verdad o hecho. En la semiosis, en la construcción del
sentido de un texto, los intérpretes hacen Juicios de
Modalidad acerca de éste según su propia experiencia en el
mundo y el medio. Se asume la plausibilidad de los eventos
descritos en el texto o las argumentaciones que en él se hacen.
Nuevamente las creencias sociales influyen en la forma en que
construimos nuestros propios juicios de modalidad, ya que lo
plausible acerca la posibilidad del volar para un nativo
del amazonas puede ser sólo un mito para un experto en aerodinámica.
El
nombre de modalidad proviene del modelo de Peirce, que al
introducir el concepto de referente como algo dentro del
mundo experiencial, a lo que el vehículo sígnico
se refiere. Adoptó Peirce entonces la noción lógica de
modalidad para referirse al valor de verdad de un signo,
distinguiendo tres categorías: de actualidad, de necesidad lógica
y de posibilidad hipotética. También es importante destacar que
la clasificación acerca de los signos de Peirce considera que los
modos de relación entre el vehículo sígnico y el referente es
un reflejo de su modalidad, su aparente transparencia en relación
a la realidad (un modo simbólico, por ejemplo, tendría baja
modalidad).
Sin
importar nuestras posiciones filosóficas respecto a Peirce o la
realidad, nuestro comportamiento cotidiano se basa en que algunas
representaciones de la realidad son más confiables que otras,
algunas veces en referencia a claves interpretativas, sugerencias
o indirectas dentro de cualquier texto, lo que los semióticos y
lingüistas llaman "hacedores o fabricantes
de modalidad", cuyas indirectas son muchas
veces descritas como la plausibilidad, la confiabilidad, la
credibilidad, la verdad, la precisión y la facticidad de los
textos dentro de un género dado como representaciones de
una realidad reconocible (recordemos el modelo heurístico).
La
semiótica social no puede establecer la absoluta verdad o
falsedad de las representaciones, pero bien puede mostrar cuando
una proposición dada (visual, verbal, etc.) es
representada como verdadera o no. La semiótica social cree que la
verdad es un constructo de semiosis, y como tal es la verdad de un
grupo social particular, que se alza desde los valores y creencias
de ese grupo (Kress y van Leeuwen 1996 en Chandler, 1994, versión
actualizada).
Desde
esta perspectiva, la realidad tiene autores, muchos de ellos, y
por tanto muchas realidades subjetivas, ellas son producto de las
definiciones sociales y como tales ellas no son todas iguales en
status. Las realidades se confrontan entre sí, son sitios de
lucha.
Las
claves o indirectas (del inglés cue) de modalidad en los
textos incluye características formales del medio y las características
del contenido, que interactúan entre sí a la vez que son
interpretadas, siendo este último proceso el de mayor importancia
ya que es aquí donde las representaciones o actitudes que tenemos
son formadas, reforzadas o cambiadas, tanto en la forma en que las
valoramos (valencia positiva o negativa) o ocurre un cambio de
objeto en la actitud, tema que será detallado cuando lleguemos al
tema de la opinión pública y los cambios que los medios logran
con respecto a las actitudes y conductas. De cualquier forma, los
contenidos típicos de alta modalidad serán listados en el
siguiente cuadro comparativo, siendo estos los de mayor modalidad
(o poder persuasivo si se quiere) los primeros de cada par,
probablemente por su resemblanza en la representación de lo que
nos parece o más cercano o más real según nuestra experiencia.
Claves
de Modalidad en los Textos Mediáticos (Según Chandler, 1994)
Características
Formales del Medio del Texto
|
Características
de los Contenidos del Texto
|
tridimensional
(3D)- plano
|
posible-
imposible
|
detallado-
abstracto
|
plausible-
implausible
|
color-
monocromático
|
familiar-
no familiar
|
editado-
no editado
|
actual-
pretérito
|
en
movimiento- estático
|
local-
foráneo
|
audible-
silente
|
|
Los
juicios de modalidad involucran comparaciones de las
representaciones textuales con modelos extraídos del mundo
cotidiano y con modelos basados en el género (que en semiótica
es entendido como un código semiótico dentro del cual somos
posicionados como "lectores ideales" de tal texto a través
del uso de formas determinadas de referencia hacia el lector), por
lo que su dependencia en la experiencia relevante tanto del mundo
como del medio es obvia. Hodge y Tripp (1986, en Chandler, 1994)
condujeron un estudio semiótico acerca de Los Niños y La
Televisión , enfocándose en el desarrollo de los juicios de
modalidad en niños. Ang (1985, ídem) argumenta, por ejemplo, que
el ver teleseries puede involucrar algún tipo de realismo psicológico
y emocional para los televidentes que existiría en un nivel más
connotativo (referido a asociaciaciones socio-culturales y
personales como la ideología, las emociones, etc.) que a un nivel
denotativo o evidente acerca del significado de los signos. Los
televidentes perciben a algunas de las representaciones como
emocional o psicológicamente más cercanas a la realidad, incluso
si denotativamente el tratamiento del asunto parezca ficción.
Chandler
(1994) afirma que, en el caso de las teleseries de largo
aliento (como Los Simpsons, Los Archivos Secretos X o Dragon Ball)
ocurre un fenómeno llamado realismo genérico, refiriéndose
a que los televidentes familiarizados con los personajes y las
convenciones de la serie juzgan al programa bajo sus propios términos
genéricos más que en referencia a alguna realidad externa. El
autor nos plantea una ampliación del fenómeno de la Suspensión
del descreimiento (suspension of disbelief) del cual depende la
atención hacia el drama o trama, que ahora es más prolongado que
en una película por la naturaleza y extensión del texto, y al
cual nos conectamos libre pero sistemáticamente...en su horario
habitual.
Cada
género distinto entre sí que clasificados según su medio,
como el cómic, los dibujos animados, el cine, la televisión, la
pintura, etc. o por contenido (Vaqueros, ciencia ficción,
romance, noticias) establecen sets de constructores de modalidad,
y un valor extenso que actúa de base para ese género.
Lo
que es reconocido como un estilo realista de representación
refleja un código estético, que con el tiempo, ciertos métodos
de producción dentro de un medio y dentro de un género parecen
como naturales. El contenido pasa a ser un reflejo de la
realidad aceptado. Si usted ha visto una película
norteamericana hollywoodense de los años ‘30, probabilidades
hay de que se aburra, atribuyéndolo el hecho a las tomas estáticas,
unidimensionales, y de larga duración , al punto de sentirse
impaciente con problemas para concentrarse, y pudiendo incluso
llegar al juicio de que no le gustó (o simplemente mentir
diciendo que vio un "clásico imperecedero de la época
dorada del cine"). Como sea, existen convenciones dentro de
los medios que le parecerán naturales y crearán juicios de
modalidad "verdaderos" acerca del texto cuando este se
le presenta, al estilo de un condicionamiento clásico. Tenemos el
caso de los textos "realistas", que se presentan como
sobrios y enfatizando el contenido sobre la forma.
El discurso científico, con tablas, datos, con tantos adjetivos
como sentido del humor. Los "Reportajes de denuncia",
tanto en Estados Unidos como en Chile (¿Quién copió a quién?),
presentan periodistas incisivos, que narran mucho con voz en off,
con humor mordaz y un constante ubi sunt (¿Dónde están?)
en referencia a valores perdidos, con un poderoso uso de la edición,
donde los muy listos pueden incluso adelantarse a los argumentos
(generalmente de baja modalidad o credibilidad de los
entrevistados) y así en adelante. Podemos seguir ejemplificando,
al especular acerca de porque cualquier demostración de afecto o
emoción gatilla un inmediato close-up del rostro del emotivo
entrevistado, cual reflejo condicionado en directores, camarógrafos
y nosotros como televidentes, que pondremos más atención al
texto según las convenciones que adopta. Entonces el medio y el código
pasan a ser "neutrales" y "transparentes",
dejando a sus autores en un segundo plano. Consecuentemente la
"realidad" pasa a preexistir a su representación y a
"hablar por sí misma", adquiriendo el aura de lo
verdadero. La explicación semiótica de Tagg (1988, citado en
Chandler, 1994) es que "el significante es tratado como si
fuera idéntico a un significado preexistente, entonces el rol del
lector (en su semiosis ya pauteada por el texto), es el de un
consumidor...se unen aparentemente al significado con el
significante, pero el significante parece trasparentarse hasta que
el concepto se presenta a sí mismo, y el signo arbitrario es
naturalizado por una identidad espúrea entre referencia y
referentes, entre el texto y el mundo". Este proceso de
naturalización no excluye otras representaciones de realidad(es)
o bien que sea negada la existencia de lo que es representado
fuera del proceso que lo representa, sino que plantea el problema
crucial del significado con asuntos de la pragmática y el poder,
donde lo real es un complejo de discursos dominantes y dominados
que ciertos textos excluyen, separaran o no significan.
El
problema acá es diferenciar lo real de lo significado, de quebrar
el vínculo impuesto. Cuando el significante es
"realista", como en el caso del cine y la fotografía,
es muy fácil caer en calificarlos como idénticos a sus
significados. El caso lingüístico sería que Nomina sunt
numina, que la palabra es la cosa como en la mente de las
culturas antiguas. Los niños, como lo muestra Piaget con su
concepto de "realismo nominal", muchas veces presentan
dificultad de separar las palabras de lo que representan. René
Magritte nos desconcierta cuando nos presenta imágenes, signos
visuales conocidos rotulados con palabras que no les corresponden.
"La palabra no es la cosa", "el mapa no es el
territorio", la fotografía y la película son sólo una de
las tantas posibles representaciones de un objeto, pero el sentido
común nos hace tratar a los significantes de alta modalidad de
forma "real" (la cámara nunca miente). El
argumento de los lingüistas y semánticos acerca de la distorsión
de la realidad por nuestros sistemas sígnicos, tema presente en
la filosofía empirista inglesa, antes incluso presente en Platón,
en la Psicología Social y sus estudios de sesgos y atribuciones
de causalidad, en la percepción mediada de los hechos, etc.
Estamos llamados a aceptar la evidencia ante nuestros ojos, pero
las representaciones "realistas" en cualquier medio
siempre derivan de un punto de vista.
Chandler
(1994) nos hace detenernos en un fenómeno que al menos tiene dos
caras: la realidad es distorsionada por nuestros sistemas sígnicos,
pero esa realidad no existe independientemente de los signos,
entonces dirigimos la atención acerca de las realidades de quién
son privilegiadas en las representaciones particulares,
perspectiva que, evitando el subjetivismo extremo, es un reflejo
de la distribución desigual del poder en el mundo social.
La
realidad es construida socialmente mediante sistemas sígnicos, y
esa realidad ha sido afectada y cambiada, hasta el punto de ser
reconstruida según los intereses del poder, cualquiera sea este.
Los teóricos postmodernistas han incluso postulado la desconección
del significante del significado, cuestionando el modelo semiótico
de Saussure, que apoyado en la lingüística, ha enfatizado la
relación arbitraria entre ambos. El resultado es denominado como
un significante vacío o flotante, o sea, un significante
con un significado vago, inespecífico o inexistente. Estos
significantes significan cosas distintas para gente diferente, al
punto que se anteponen a muchos o a cualquier significado. Goldman
y Papson (1994, en Chandler, 1994) lo plantean como "un signo
que sólo significa que significa". Barthes (1957, ídem) lo
define como un significante sin un significado definitivo, por lo
que para él éste no califica como un signo. Estas nociones
fueron anticipadas por Peirce en su concepto de semiosis ilimitada,
pero las teorías postmodernistas no garantizan el acceso a
realidad alguna fuera de la significación. Jean Baudrillard
(1984, ídem) extiende el análisis interpretando muchas
representaciones como medios para conciliar la ausencia de
realidad, llamando a estas representaciones "simulacros"
o copias sin originales. Baudrillard ve una evolución
degenerativa en los modos de representación en que los signos
carecen progresivamente de significado. En la misma línea, Daniel
Boorstin plantea el advenimiento de los llamados
"seudo-eventos", eventos producidos por los mass-media
para ser reportados. Baudrillard argumenta que cuando el habla y
la escritura fueron creados, los signos fueron inventados para
destacar una realidad material o social. Al aparecer la publicidad
y la propaganda, el signo empezó a ser usado para esconder una
"realidad básica". En la era postmoderna de la hiperrealidad,
en la cual las ilusiones de los medios parecen muy reales, los
signos ocultan la ausencia de una realidad y sólo pretenden
significar algo. Para este autor el simulacro, los signos
que caracterizan al capitalismo, vienen en tres formas: imitación,
donde todavía existe un vínculo directo entre significantes y
sus significados, producción (o ilusión) donde esa relación
tiene un vínculo indirecto y simulación (o falsedad),
cuando los significantes se ponen en lugar de algo en relación a
otros significantes y no en relación con una realidad externa.
Entonces, ¿Qué es lo "real" hoy en día?
2.7.
Dos Métodos para el Análisis de Textos: Análisis Sintagmático
y Análisis Paradigmático
De
acuerdo a la semiótica de Saussure, los signos se organizan en códigos
en dos según dos formas: según paradigmas y sintagmas. Estas dos
dimensiones son presentadas como "ejes", donde el eje
vertical es el paradigmático y el eje representa horizontal al
sintagmático. Roman Jakobson (citado en Chandler, 1994) afirma
que el plano del paradigma es el de la selección, mientras
que el plano del sintagma es el de la combinación.
Ejes
Sintagmáticos y Paradigmáticos en Chandler (1994)
|
|
|
|
|
eje paradigmático
|
|
|
|
|
||
|
|
|
|
|
|
|
|
||
|
|
||
|
|
==
|
|
==
|
|
eje sintagmático
|
Para
entender esta idea debemos pensar en el paradigma como un set de
significantes asociados que son miembros de una categoría
definida, pero en el cual cada uno de esos significantes son
claramente distintos. Langholz Leymore (1975, citado en ídem) nos
dice que "las relaciones paradigmáticas son aquellas que
pertenecen a un mismo set por virtud propia o de acuerdo a una
función que comparten...un signo entra en una relación paradigmática
con todos los signos que también pueden ocurrir en un mismo
contexto pero no al mismo tiempo". En un contexto dado, un
miembro de un set paradigmático puede perfectamente ser
reemplazado con otro, por lo que el uso de un significante (como
una palabra, por ejemplo) en vez de otro, siendo ambos miembros de
un mismo set, da una forma preferida al sentido de un texto, idea
que también esta al corazón de las teorías Whorfianas acerca
del lenguaje, con respecto a la significancia de las diferencias
entre significantes aparentemente sinónimos. En el cine y la
televisión, los paradigmas también comprenden las formas de
cambiar la toma, como son el corte, el difuminado, la disolución,
etc. Fiske y Hartley (1978, en Chandler, 1994) muestran que el
medio o el género son también paradigmas, y como textos mediáticos
particulares derivan su significado de las formas en que el uso
ambos difiere de las alternativas posibles, entonces el
significante queda intacto, pero el signo en sí mismo es alterado
a causa del cambio de género o de medio. El aforismo de McLuhan
"el medio es el mensaje" tiene una implicancia semiótica,
ya que el medio no es neutral según como este afecta al signo.
Un
sintagma es una combinación ordenada de significantes que
interactúan, formando un todo con sentido, muchas veces en la
forma de una cadena de elementos ordenados uno después del otro.
Estas combinaciones son construidas dentro de un conjunto de
reglas y convenciones sintácticas (ambas explícitas e implícitas).
Pensemos entonces, en el caso del lenguaje, en una oración como
un sintagma de palabras, o en un aviso impreso como un sintagma de
significantes visuales. Las relaciones sintagmáticas son las
variadas formas en que los elementos dentro de un mismo texto
pueden estar relacionados entre sí. Langholz Leymore (ídem)
afirma que "un significante entra en relaciones sintagmáticas
con otros significantes del mismo nivel con los que simultáneamente
ocurre y que constituyen su contexto". Los sintagmas son
frecuentemente definidos como "secuenciales" -y por lo
tanto temporales-, pero aún así ellos pueden representar
relaciones espaciales, como en el caso de la fotografía.
Los
sintagmas son creados según la concatenación de significantes en
sets paradigmáticos, que son escogidos según su pertinencia
convencionalmente atribuida o requerida por algún sistema de
reglas, como puede ser la gramática. Es importante notar que, en
los sintagmas, el significado de una unidad está determinado por
como esta interactúa con los otros, mientras que un paradigma está
determinado por como este se distingue de los otros, en el sentido
de que los paradigmas entregan una pluralidad de sentidos
posibles, mientras que los sintagmas tienden a estrechar estos
mismos sentidos de acuerdo al contexto. Los paradigmas expanden,
mientras los sintagmas contraen.
2.8.
Análisis Sintagmático
En
los textos individuales, los significantes están organizados en
estructuras sintagmáticas. El análisis sintagmático de un
texto, ya sea este verbal o no-verbal, implica el análisis de su
estructura y la relación entre sus partes. No debe pensarse que
este tipo de análisis solamente implica a la formas narrativas,
ya que en el cine y la televisión un análisis de este tipo debe
incluir el como cada toma, escena o secuencia se relaciona una con
la otra.
El
estudio de las relaciones sintagmáticas revela las reglas o
convenciones que subyacen a la producción e interpretación de
los textos, como la gramática y el lenguaje. El uso de una
estructura sintagmática sobre otra también influencia el
significado. Un cuento de Juan Rulfo no tendría el mismo impacto
si conservara el argumento pero tuviera una organización sintagmática
convencional, un mensaje persuasivo visual no tendría la misma
efectividad si no presentara primero estímulos que desencadenan
una respuesta afectiva, para luego aparejar ese arousal con un
objeto que debe tener, temer, amar u odiar.
Chandler
(1994), enumera tres formas sintagmáticas, la narrativa,
basada en relaciones secuenciales y causales (como las secuencias
narrativas del cine y la televisión), las formas basadas en
relaciones espaciales (como el montaje en posters y fotografías,
cuyo funcionamiento es en base a la yuxtaposición), y las relaciones
conceptuales (como en el caso del argumento en los avisos
publicitarios). En cualquier caso, los textos suelen contener más
que uno de los tipos de estructuras sintagmáticas mencionadas,
aunque siempre encontraremos una que es dominante y que involucra
diferentes tipos de participación en la semiosis que el receptor
del signo construye a partir del texto.
Muchas
veces la narratología semiótica, al enfrentarse con un texto, ha
tendido a focalizarse en las unidades narrativas mínimas y en la
"gramática de la trama", según las tradiciones de
Vladimir Propp y Claude Lévi- Strauss. De sus estudios se
desprende que quizás la forma más básica del sintagma narrativo
se compone de tres fases equilibrio-disrrupción-equilibrio, que
corresponden al principio, mitad y final de una historia. Es esta
forma narrativa Aristotélica los eventos acaecidos en el comienzo
condicionan a los del medio y estos últimos a los eventos
finales. El uso de una estructura familiar como la anterior serviría,
de acuerdo a la semiótica, para naturalizar el contenido de la
narrativa en sí misma, al hacerla más verosímil de acuerdo a su
referente en la realidad cotidiana. Aún así, muchos teóricos
cuestionan el uso de esta narrativa por su vuelta al equilibrio
predecible por su presunta implicancia como reforzadora de ciertas
lecturas del texto sobre otras, tanto en su valor ideológico como
comercial (un final feliz parece vender más) y como un ejemplo más
del status quo. La narrativa parece ser formuláica y
reduccionista, al transformar lo inusual en familiar según
patrones convencionales de expectativas. Entonces la narrativa
deja de cumplir su función de ordenar los hechos para lograr una
comprensión y se transforma en un esquema, un patrón replicable
en muchos casos que genera ganancias y esta presente no por su
interés para la comunicación, sino porque sirve propósitos
ulteriores. Podemos aventurarnos a darle la razón a ciertos críticos
cinematográficos que afirman que el cine de hoy, en especial el
hollywoodense tiende a repetir formulas probadas (sexo, sangre,
acción, efectos especiales o historias "del corazón")
o simplemente hacer un remake de una película antigua
exitosa.
A
modo de ejemplo, Umberto Eco (en Chandler, 1994) interpreta las
novelas de James Bond en términos de un esquema narrativo básico
de inspiración cuasi ajedrecística:
·
M
mueve y le asigna una tarea a Bond.
·
El
villano mueve y se le aparece a Bond. (estas dos primeras movidas
pueden cambiar de acuerdo a quien parte con la acción).
·
Bond
mueve y la da el primer jaque al villano o el villano le hace el
primer jaque a Bond.
·
La
mujer mueve y se le presenta a Bond.
·
Bond
consume a la mujer: la posee o comienza su seducción.
·
El
villano captura a Bond.
·
El
villano captura a Bond.
·
Bond
conquista al villano.
·
Bond
convalesciente disfruta a la mujer, a la quien después perderá.
Análisis
Paradigmático. Mientras que
el análisis sintagmático estudia la estructura de la superficie
de un texto, el análisis paradigmático busca identificar los
variados paradigmas o sets de significantes preexistentes que
subyacen al que está presente en el texto, en particular se busca
establecer el sentido del uso de un significante en vez de otro,
así como se intenta interpretar a los paradigmas temáticos
ocultos en la forma de oposiciones binarias (como serían
abierto/cerrado, caos/orden). Las relaciones paradigmáticas
revelan las oposiciones y contrastes entre los significantes que
pertenecen al mismo set, desde los cuales fueron sacados los
significantes usados en el texto (Chandler, 1994).
Los
semióticos usualmente fijan su atención en el problema del porqué
se presenta un significante en particular en vez de otro
alternativo dentro de los que componen un set, dentro de un
contexto específico, a lo que ellos se refieren como ausencias.
Fiske (1982, ídem) argumenta que "en cada texto el
significado de lo que fue elegido esta determinado por el
significado de lo que no lo fue".
Estamos,
según Chandler, en la búsqueda ausencias, sean estas las
que "van sin decirse", lo que se implica y lo que
"es denotado por su ausencia". Lo que va sin decirlo
refleja lo que un individuo da por hecho o le es obvio, apoyado en
las implicaciones derivadas del uso del modelo heurístico en el
razonamiento social ("la gente como nosotros está de acuerdo
en lo que pensamos en asuntos como ese"). En el segundo tipo
de ausencia, un ítem presente en el texto puede burlar las
expectativas convencionales al no ser atendido, haciendo que el ítem
convencional denote por ausencia y haciendo del ítem no
esperado una declaración deliberada con significado intencional.
El
análisis paradigmático implica la comparación de los
significantes presentes en un texto con los significantes ausentes
que en circunstancias similares pueden haber sido escogido,
considerando el sentido que construyen las elecciones hechas,
siendo aplicable en cualquier nivel semiótico (palabras, imágenes
y sonidos hasta el nivel de la elección en términos de estilo, género
o medio). Thwaites (1994, citado en Chandler, 1994) señala que el
uso de un significante sobre otro del mismo paradigma está basado
en factores como inconvenientes técnicos, de código, de convención,
de connotación, de estilo, de propósito retórico o según las
limitaciones del repertorio del propio individuo.
Algunos
semióticos se refieren a lo que denominan el "test de
conmutación" que puede ser utilizado para identificar
significantes distintivos, así como para definir su
significancia. Para llevarlo a cabo, lo primero es seleccionar un
significante en particular dentro de un texto, para luego pasar a
considerar las alternativas a ese significante. Los efectos de
esta sustitución son considerados en términos de cómo cada
substitución afecta el sentido que construye el signo. Esto
involucra un trabajo intelectual de imaginación acerca de la
substitución de objetos, signos y relaciones entre los mismos. La
influencia de la substitución en el significado nos sugiere la
contribución del significante original, así como a la
identificación de unidades sintagmáticas. Así el test puede
identificar el set de paradigmas y los códigos al que los
significantes pertenecían. Por ejemplo, si el cambiar el setting
de un comercial contribuye a cambiar el sentido del comercial,
entonces el setting es uno de los paradigmas.
Tomemos
el caso de un comercial de cigarrillos "Kent", cuya
imagen de marca tiende a apuntar a los estratos socio-económicos
superiores o a quienes quieren aparentar pertenecer a ellos. Los
avisos publicitarios importados en campañas pasadas siempre
transportaban a quienes fumaban la marca a las paradisiacas playas
del caribe, incluso se llegó a regalar pasajes para conocer esos
lugares. Una de las muchas implicancias acerca del status que
confiere el cigarrillo es que, como no todos pueden acceder a esos
lugares (o soñarlos siquiera), el cigarillo-estímulo neutro pasa
a aparejarse con los reforzadores positivos visuales de la
"buena onda" que trae el cigarro, el goce que produce
fumarlo y la aceptación que todos brindan al fumador de tan
distinguido tabaco en tan exclusivo lugar, manteniendo una
ilusoria coherencia entre el lugar y el producto. El setting es la
playa paradisiaca exclusiva, llena de gente linda con poca ropa.
Evidentemente el estímulo hacia la conducta de fumar Kent no es
tan poderoso si imaginamos un cambio paradigmático de setting por
un pub exclusivo o por una playa cualquiera, así como no existiría
mucha coherencia entre setting y producto si el ejecutivo exitoso
sacara una cajetilla de "Life" o "Belmont".
El
test de conmutación involucra cuatro transformaciones básicas,
algunas de las cuales involucran la modificación del sintagma. De
cualquier forma, la consideración de un sintagma alternativo
puede ser visto como una sustitución paradigmática.
Transformaciones
paradigmáticas
·
Substitución
·
Transportación
Transformaciones
sintagmáticas
·
Adición
·
Borrar
En
lingüística, estas transformaciones fueron identificadas por
Noam Chomsky, así como estos mismos cuatro procesos han sido
identificados como características de la percepción y el
recuerdo.
Roland
Barthes (1967, citado en Chandler, 1994) argumenta que "una
de las partes importantes de la tarea semiológica es dividir los
textos en unidades mínimas de significancia mediante el uso del
test de conmutación, para luego dividir estas unidades en clases
paradigmáticas para finalmente clasificar las relaciones sintagmáticas
que unen estas unidades".
Esta
es una técnica muy común en el análisis semiótico de inspiración
estructuralista, que involucra el estudio de los paradigmas como
oposiciones binarias o polares como las del cuadro. Muchas de las
llamadas oposiciones son en realidad contrastes, ya que no siempre
son opuestos directos a pesar de involucrar frecuentemente un
proceso de polarización.
Oposiciones
Binarias, adaptado de Chandler (1994)
positivo/negativo
verdadero/falso
primario/secundario
amor/odio
bueno/malo
padre/hijo
teoría/práctica
yo/otro
hecho/ficción
forma/contenido
parte/todo
grabado/en vivo
O`Higgins/Carrera
|
si/no
este/oeste
hombre/mujer
vida/muerte
pérdida/ganancia
adulto/adolescente
Pinochet/Allende
sujeto/objeto
héroe/villano
pasado/presente
medio/mensaje
razón/emoción
día/noche
|
publico/privado
causa/efecto
público/privado
facho/comunacho
figura/fondo
frío/caliente
arte/ciencia
humano/animal
estático/dinámico
mente/cuerpo
natural/artificial
orden/caos
fuerte/débil
|
La
semiótica de Saussure considera a las oposiciones binarias como
esenciales en la generación del significado, ya que el
significado depende de las diferencias entre los signos. Lévi-
Strauss afirma que las oposiciones binarias son la base de los
sistemas clasificatorios subyacentes dentro de las culturas:
"Si,
como nosotros creemos que es el caso, la actividad inconsciente de
la mente consiste en imponer forma sobre contenido, y si esas
formas son fundamentalmente las mismas para todas las mentes
–antiguas o modernas, primitivas y civilizadas (como el estudio
de la función simbólica expresada en el lenguaje tan fuertemente
indica)- es necesario y suficiente el entender la estructura
inconsciente que subyace a cada institución y a cada costumbre,
con el fin de obtener un principio de interpretación válido para
otras instituciones y costumbres, con precaución por supuesto de
que el análisis está llevado lo suficientemente lejos" (Lévi-
Strauss en Chandler, 1994).
Hartley
(1994, ídem) cree que las oposiciones binarias son creaciones
características de la cultura y no fenómenos naturales, aunque
justamente una de sus propiedades es hacer que parezcan como tales
a los miembros de esa cultura en cuestión. Sólo en contextos críticos,
comparativos o discusiones de más alto nivel las oposiciones
binarias son calificadas como "falsas dicotomías".
Los
significantes pariados son vistos por los teóricos
estructuralistas como parte de "la estructura profunda (u
oculta)" de los textos, que dan forma a las lecturas
preferibles de un texto, ya que se cree que la estructura de un
texto ayuda a posicionar al lector y que éste privilegie un grupo
de valores y significados por sobre otros, donde frecuentemente
las oposiciones son resueltas a favor de las ideologías
dominantes, sin dejar de lado el caso de que tales disputas tal
vez nunca son completamente resueltas.
El
caso de lo que se denomina teoría de la marca (theory of
markedness) de Roman Jakobson es congruente con la semiótica de
Saussure y su énfasis en que el sentido es generado por la
diferencia entre significantes, así como es una demostración de
la influencia de la ideología y otros factores en las formas de
significar. Jakobson se refiere a los polos de oposición paradigmática
argumentando que tales significantes pariados consisten de una
forma marcada y una no marcada, ya que el pareo de
dos significantes involucra una relación no simétrica, sino más
bien jerárquica. Si pensamos en que ambos significantes pariados
suelen representar convencionalmente valores diferentes, el
significante marcado representará una forma implícitamente
negativa o que denota la ausencia de la propiedad expresada por el
término neutral o no marcado. La forma no marcada es típicamente
dominante dentro de un contexto y por lo tanto parece ser neutral,
normal y natural, casi invisible e incluso usada como término genérico
(como es el caso cuando nos referimos al Hombre cuando
queremos decir Humanidad), mientras que la forma marcada
es presentada como diferente e investida de alguna característica
semiótica especial. Este punto es focal en los argumentos
feministas y para los representantes de ciertas minorías y
subculturas de cualquier índole dentro de un contexto social, ya
que el término marcado usualmente se usa para referirse a
ellos de forma implícitamente denostativa, como es el caso de
referirse como "indio" a un mapuche o "maricón"
a un homosexual, aunque muchas veces el término marcado no es tan
evidente, como en el caso de los significantes joven/viejo,
donde en la antigua Esparta podríamos decir que viejo no
estaba marcado dado su jerontocracia, pero hoy sí lo estaría
debido al llamado culto a la imagen que ensalza a la juventud.
Estudios empíricos han demostrado que el procesamiento cognitivo
es más difícil con los términos marcados que con los no
marcados (Clark & Clark, 1977 en Chandler, 1994). Woodward
(1997, ídem) argumenta que "es mediante la demarcación de
las diferencias que el orden social es producido y
mantenido", el término no marcado refleja la
naturalización de los valores culturales dominantes.
Los
críticos de este tipo de análisis paradigmático de inspiración
estructuralista como Buxton (1990, ídem) creen que tales
oposiciones binarias no necesitan sólo ser relacionadas unas con
otras e interpretadas, sino que también deben ser
contextualizadas en términos de los sistemas sociales que dieron
a luz a tales textos. También se les critica por subestimar el
marco conceptual de quien interpreta el texto al darle demasiada
importancia a lo que sugiere el texto, planteando a un intérprete
pasivo en su proceso de semiosis. Otra crítica recurrente a este
tipo de análisis se refiere a la creencia implícita de quienes
usan este tipo de aproximación, ya que se afirma estar en búsqueda
del "significado latente", siendo su interpretación de
ese denominado contenido subyacente sólo una de las posibles
lecturas del texto, a veces influenciada por intereses e ideologías.
Denotación
y Connotación. Los semióticos
suelen hacer una distinción analítica entre dos tipos de
significados respecto a su referente. Muchos de
ellos definen significado en términos de las asociaciones
denotativas y connotativas producidas en un lector al decodificar
un texto (Eco, 1976 en Chandler, 1994). La denotación tiende a
ser descrita como la definición literal, obvia o
del sentido común del significado de un signo, mientras
que la connotación se refiere a las asociaciones personales y
socio culturales, como son las ideológicas y emocionales.
Ambas
distinciones involucran el uso de códigos aprendidos
-socializados-, aunque Chandler (1994) nos ilustra en el
pensamiento divergente frente a los alcances de ambas nociones, ya
que sobre el tema los semióticos estructurales enfatizan la
relativa arbitrariedad de los significantes, mientras que los
llamados semióticos sociales enfatizan la diversidad de la
interpretación y la importancia del contexto histórico y
cultural, no aceptando fácilmente la idea de un sentido literal.
Entonces nos quedamos con la solución de que la denotación que
produce un significante respecto a su significado involucra un
consenso amplio en los sentidos posibles.
John
Hartley (1982, en Chandler, 1994) piensa que "el significado
tiende a ser multiplicado desde un signo en particular...hasta que
el signo puede ser cargado con múltiples significados que van más
allá de lo que actualmente nos dice". Roland Barthes
(en ídem) nos aclara ambas nociones al adoptar la noción de que
existen diferentes órdenes de significación
o niveles de significado. El primer orden de significación es
justamente la de la denotación, en cuyo nivel existe un signo que
consiste de un significante y un significado. La connotación es
una significación de segundo orden que usa al signo
denotativo (o sea con significante y significado) como su
significante, al que luego se le asocia un significado adicional.
La
distinción de Barthes considera a la connotación como un signo
que se deriva del significante de un signo denotativo, de forma
tal que la denotación nos lleva a una cadena de connotaciones.
Esto nos sugiere una idea controversial entre los entre los semióticos,
y que la denotación es un significado tanto subyacente como
primario, pero nosotros evitaremos extendernos en esta discusión
y nos quedaremos con la idea de que el significante o el
significado dependen enteramente en el nivel en que opera el análisis,
entonces lo que es significado en un nivel puede ser un
significante en otro.
No
es que la semiótica sea una aproximación relativista en sí,
sino que la problemática del signo es compleja. Debemos recordar
siguiendo esta teoría del signo de que los cambios en la forma
del significante puede generar distintas connotaciones. Por
ejemplo, sabemos por experiencia propia que los cambios de estilo
o tono en el discurso involucra diferentes connotaciones, así
como el uso de distintas letras y énfasis tipográficos (como
estas cursivas), el uso de distintos focos al sacar
una fotografía. De cualquier forma las connotaciones no parecen
derivarse del signo mismo, sino de la forma en que la sociedad usa
y valora tanto al significado como el significante. La elección
de las palabras connotan, el auto connota libertad y virilidad en
la cultura occidental, la metáfora y la metonimia (términos retóricos
que explicaremos más adelante) involucran a la connotación.
En
síntesis, la definición de la connotación de un signo bien
puede ser el set de posibles sentidos o significados, mientras que
la denotación sería tal vez la más estable y aparentemente
verificable de las connotaciones. Si el signo es algo que se
antepone en vez de otra, interpretado por un observador, podemos
afirmar que el signo siempre connota, y tal vez la denotación sea
sólo la connotación dominante que llega a ser vista como el verdadero
significado de un texto.
El
sociólogo británico Stuart Hall (1980 en Chandler, 1994) es
claro con respecto acerca de su visión acerca del tema:
"El
término denotación es ampliamente equiparado con el
significado literal de un signo: porque el significado literal es
casi universalmente reconocido, especialmente cuando se emplea el
discurso visual, la denotación ha sido a menudo confundida
con la transcripción literal de "realidad" en el
lenguaje –y como tal confundida con un "signo
natural"- uno producido sin la intervención de un código. Connotación,
por otra parte, es empleado simplemente para referirse a
significados asociativos, no fijos y por lo tanto más
convencionalizados y cambiables, que claramente varían de
instancia a instancia y por lo tanto dependen de la intervención
de códigos.
Nosotros no usamos la distinción denotación/ connotación en este
sentido. Desde nuestro punto de vista la distinción es sólo analítica.
Es útil, en el análisis, para aplicar una regla dura que
distingue aquellos aspectos de un signo que parecen estar tomados,
en cualquier lenguaje comunitario en cualquier momento
Revista
MAD (Magister en Antropología y Desarrollo) -
Gentileza: http://rehue.csociales.uchile.cl/
|