El
tratamiento del niño deprivado exige por parte de los organismos
destinados a brindarle la ayuda, la existencia y entrenamiento de
personal con verdadera vocación, cuya selección requiere un
cuidadoso criterio y profundo análisis. En la mayoría de los
organismos destinados a la protección de la infancia abandonada,
se observa un número limitado de personas que están realmente en
condiciones de llevar a cabo la tarea de asistencia a los
diferentes niveles. Los esfuerzos, por cierto insuficientes, se
hallan centrados en el interés de llevar adelante el
funcionamiento de la maquinaria administrativa, cuando en
realidad, se pierde de vista por completo el objetivo esencial de
la institución protectora. Los aspectos considerados vitales para
el niño y que tienden a hacer de él un ser humano como los demás
se encuentran desatendidos.
Al
entrar a considerar los aspectos más específicos en el campo de
este tipo de asistencia, resulta de especial importancia la
evaluación diagnóstica de cada uno de los niños a los que se
pretende prestar ayuda. La consideración diagnóstica sólo puede
llevarse a la práctica por medio de un contacto prolongado con el
niño. Posteriormente se habrá de proceder a la
reconstrucción de su historia personal con la profunda atención
que esto requiere. Hay que explorar en el niño privado del sostén
familiar, si hubo en el comienzo de su vida un vínculo, por breve
que haya sido, suficiente y positivo para que sirva como base para
una posterior tarea de recuperación. Conociendo su temprana
historia y compensando las carencias vividas podremos devolverlo a
la sociedad. Las condiciones de la salud mental es posible que se
hayan presentado en muchos niños que se encuentran bajo la tutela
y el cuidado institucional; sin embargo, el personal que se
encarga de la asistencia, por lo general, no cuenta con esta
información. En estos casos existe, al menos, una pequeña base,
pero importante, como para llevar a cabo la tarea de recuperación.
Algunos niños carecieron totalmente de una figura protectora y
no fueron objeto del más mínimo cuidado. Pero en otros, la base
de la salud mental se halla establecida, de modo que los
trastornos ocasionados por la deprivación tuvieron lugar en un
momento de salud, lo que daría una posibilidad de llevar
adelante la tarea asistencial y de recuperación altamente
positiva. En otros casos, niños que no demuestran un grado serio
de patología no han contado con experiencias tempranas
gratificantes como para ser reactivadas en el contexto de
recuperación, e, incluso, la insuficiencia de sus primeros vínculos
no han hecho posible la creación de normales condiciones para un
desarrollo emocional satisfactorio. Es en estos casos donde las
instituciones deben encontrar su razón de ser, mediante la creación
de un medio eficaz para el niño y la restitución de lo perdido.
El reencuentro con el medio protector y formativo actuará como
suministro de aquello que el niño necesita para su posterior
desarrollo y maduración.
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