“…la formación educacional del medio
nos había llevado a elaborarnos una ‘cultura’ a pelo y
otra, a contrapelo, o dos culturas paralelas. Una, a la vista,
que identificabamos con el guardapolvo escolar, era la que
exhibiamos ante los mayores y en la escuela. La otra, secreta.
Este conflicto íntimo lo llevamos todos los argentinos. En mí,
creo que ganó la cultura paisana – o si usted quiere, “la
barbarie” – que, seguramente, será poca, pero buena, porque
está hecha a base de sentido común y contacto con la
realidad…” – Arturo Jauretche.
“The
modes of life of nonliterate [tribal] people were implicit,
simultaneous and discontinuous, and also far richer than those
of literate man. By their dependence on the spoken word for
information, people were drawn together into a tribal mesh; and
since the spoken word is more emotionally laden than the written
– conveying by intonation such rich emotions as anger, joy,
sorrow, fear – tribal man was more spontaneous and
passionately volatile.” – Marshall McLuhan
Cuanto más leemos a Arturo Jauretche, más
nos convencemos de que este “gran argentino” merece un lugar
en el pedestal internacional de la gloria, ahí entre los más
grandes pensadores de todos los tiempos. Al respecto, las
similitudes entre el pensamiento de Jauretche y el de Marshall
McLuhan – el pensador canadiense que la revista Playboy llamó
“Sumo Sacerdote de la Cultura Pop” y “Metafísico de los
Medios” y cuyas expresiones (“El Medio es el Mensaje” y
“la Aldea Global”, entre otras) hoy están en boca de todos,
aún de aquellos que jamás lo han leído – llaman
poderosamente la atención, quizás tanto como la inexistencia
de un estudio comparativo que las refleje. Este ensayo busca
comparar y, en la medida de lo posible, fusionar, el pensamiento
de ambos autores, con el objetivo último de contribuir al
enriquecimiento del pensamiento nacional-popular argentino. Como
una comparación semejante puede resultar paradojal y hasta
contraria a la propuesta de “pensar en nacional”, es
necesario aclarar que no se trata de adoptar un modelo (el de
McLuhan en este caso) que procede de “otras realidades” e
implantarlo sin tratamiento alguno a “nuestra realidad”,
sino de asimilarlo, a través de una ciudadosa “hibridización”,
al pensamiento jauretcheano.
A primera vista, una conexión entre
Jauretche y McLuhan no resulta del todo evidente. Militante político
enérgico, enemigo feroz de la oligarquía terrateniente
argentina y crítico por excelencia del modelo semi-colonial que
esta clase social busca perpetuar, el uno fue hombre de acción:
actuó primero y pensó después. Su carácter combativo lo llevó
a ser detenido más de una vez, y su rebeldía hizo que en más
de una ocasión corriera riesgo su vida (1). El otro, profesor
de literatura inglesa, se dedicó casi en exclusividad al
estudio de la influencia de los medios de comunicación sobre el
individuo y la sociedad; fue un “observador” más que un
“actor” y optó por el distanciamiento racional como
herramienta para comprender el mundo social (2).
A nivel educativo también hubo grandes
diferencias: Jauretche se tomó un buen tiempo para terminar su
carrera, estudiando “a salto de mata” y haciendo exámenes
cuando los recursos se lo permitían; dependía más de su
situación económica que de su conformidad con lo que había
estudiado: “Por eso fuí mal alumno y mis notas fueron muy
variables,” expresa (3). Mientras tanto, McLuhan obtenía
su doctorado en la prestigiosa Universidad de Cambridge y se
convertía en el académico canadiense más cotizado de todos
los tiempos.
Pero no obstante estas diferencias “de
estilo”, una segunda mirada a la vida de ambos autores revela
importantes similitudes “de base” que elevan a niveles
prometedores el potencial del análisis comparativo propuesto:
por un lado, ambos autores fueron contemporaneos (4) y ambos
publicaron sus obras más importantes en los ’50 (The
Mechanical Bride , Los Profetas del Odio y la Yapa) y los
’60 (Understanding Media, The Gutenberg Galaxy, Manual de
Zonceras Argentinas, El Medio Pelo en la Sociedad Argentina);
por otro lado, ambos emergieron de paises ‘periféricos’ que
poseen razgos geográficos similares y que durante las dos
guerras mundiales se orientaron hacia la neutralidad; y ambos
fueron considerados intelectuales de la posguerra y
contribuyeron a su manera – consciente o inconsciente,
intencional o inintencionalmente – al proceso de
“decolonización cultural” mediante la edificación de
pensamientos nacionales sui generis (5). Además, si bien
los autores no comparten una influencia común, vale destacar
que la mayor inspiración de McLuhan fue el economista
canadiense Harold Innis quién, como Jauretche, se dedicó a la
economía política (6). Tanto Innis como Jauretche presenciaron
la explotación de sus respectivos países por un “enemigo”
común – el “león inglés” –, y en el trabajo de ambos
figuran incontables comentarios acerca de la influencia de los
recursos naturales de estos países sobre la organización económica,
política y social de los mismos.
También hay que destacar que ambos
autores fueron “generalistas” en el sentido de jugar
alternativamente dos o más ‘partidos’ distintos en
‘canchas’ diferentes. McLuhan no fue sólo académico, también
tuvo su costado “show business”. Comprender los Medios de
Comunicación (1964) cautivó y iluminó no sólo al mundo
académico sino también al sector privado: al darse cuenta de
que su objetivo último no era la fabricación de bombitas de
luz sino el “movimiento de información”, compañias como A.T.
& T lograron expandirse y diversificarse, aumentando
considerablemente sus ganancias (7). Por su parte, Jauretche fue
más que un simple activista: sus escritos influenciaron
generaciones de activistas y políticos. Ambos autores hablaron
de política, de educación, de los medios, de geografía, de
cultura, y de incontables otros temas. En su monografía, “El
Pensamiento Vivo de Arturo Jauretche”, Gustavo Cangiano
escribe sobre lo dificil que resulta de catalogar el trabajo de
Jauretche debido a su “approach” generalista:
“La obra de Jauretche no puede ser
encasillada en los marcos de una disciplina particular. Aunque
incursionó en la sociología, la politología, la economía, la
psicología social, la crítica de la cultura y la historiografía,
no se especializó en ninguna de ellas.” (8)
Por otro lado, dada la amplia definición
de medio propuesta por McLuhan (9), nada impide estudiar la
zoncera – esa estructura lingüística que es el equivalente
criollo del mito barthesiano, y que impide la creación de una
conciencia nacional – como medio de comunicación. “Toda
herramienta humana y/o construcción social puede estudiarse
como un medio de comunicación cuyo mensaje es el conjunto de
satisfacciones e insatisfacciones que éste genera,” expresa
McLuhan. (10)
Por último, tanto Jauretche como McLuhan
fueron, a su manera, ‘profetas’. McLuhan en particular se
hizo famoso a partir de su rol de “oracle of the new
electronic information age”. Al respecto, dice Philip Meggs:
“As
industrial society struggled to understand how it was being
transformed by technology; why communications media –
especially television – were changing people’s thought
patterns; and how the media was being used by politicians and
corporations to control public opinion, create mass markets, and
steer people along paths beneficial to the message makers,
McLuhan offered a comprehensible theory about what was
happening, and why.” (11)
Más conciso aún al explicar el rol de
profeta que se le atribuye a McLuhan es Lewis H. Lapham, quién,
en “The Eternal Now”, explica que las ideas de McLuhan
tuvieron mucho más sentido en 1994 que en 1964. (12)
Aunque en un contexto más localista,
Jauretche también se “adelantó a su tiempo”, lo cual no
quiere decir que, como Rivadavia, estuviese “siempre a
destiempo”. Todo lo contario: las predicciones de Jauretche
fueron exactas y útiles. A finales de los años ´30, por
ejemplo, anunció la llegada del peronismo. Dice Norberto
Galasso:
“…brotando del ingenio de Arturo se
echan a rodar frases enunciadoras de los tiempos que vendrán:
‘la nueva Argentina repudia la oligarquía”, “Pueblos
hambrientos y descamisados”, La emancipación de los pueblos
del continente ha sido escamoteada por los vendepatrias.” (13)
El mismo Jauretche recuerda:
“Creo haber sido el inventor de la
palabra 'vendepatria' o por lo menos de su divulgación inicial,
desde el semanario Señales. El uso de la expresión 'oligarquía'
– ya empleada en el poema 'Paso de los Libres' – en la
acepción hoy popular, así como las expresiones 'vendepatria' y
'cipayo', las popularicé desde el periódico Señales y en
otros de vida efímera en los años posteriores a la revolución
de 1930.” (14)
Pero Jauretche no se contentó con
inventar la terminología que más tarde se usaría; también se
ocupó predecir la década infame y el nacimiento de la “nueva
Argentina”. En 1943, el presidente conservador Castillo lo
invita para cambiar ideas sobre la situación política. En esa
reunión, Jauretche le dijo a Castillo que si intentaba
perpetuar el fraude, el ejercito lo iba a sacar. La historia
confirmaría la exactitud de sus precisiones (en efecto, su
sensibilidad le permitió anticipar el golpe del 4 de junio.) Ya
un año antes de la reunión con el presidente conservador, en
una carta a su amigo José Benjamín Abalos, Jauretche
demostraba un amplío entendimiento de la situación política
de esos años:
"Hay dos Argentina – expresaba –
una conservadora, que no quiere que ocurra nada y en la cual está
incluido el radicalismo. Esa Argentina tiene una apariencia
poderosa porque maneja las estructuras oficiales de los
partidos, del periodismo, la radiotelefonía, los gobiernos,
pero esa Argentina no tiene vitalidad alguna, es un edificio
caduco, subsiste por inercia, porque en ella ya no creen ni los
que la forman. Y hay una Argentina subterránea, joven,
vigorosa, caótica aún, pero que pronto se va a orientar, que
se está orientando ya, a pesar del desorden que introducen
banderías extrañas en su seno, como el comunismo y el
fascismo. El año que viene esa Argentina joven y vigorosa va a
ponerse en marcha si la bandera que nosotros hemos levantado
cuenta con el apoyo de unos pocos brazos de prestigio y
aconsolidado.” (15)
Ya con Perón en el gobierno, Jauretche
comprende a la perfección los profundos cambios que se operan
en la Argentina. Observa que a partir de un cambio en el modelo
productivo, el comportamiento, las actitudes y los gustos de la
nueva Argentina cambian, cómo se dejaba de lado la cultura
eliltista del empleo en favor de oficios y ocupaciones que tenían
que ver con la producción, los negocios y el comercio. También
comprende que la pequeña clase burguesa que empieza a gestarse
con Perón entiende más que la clase media “medio pelo” que
su beneficio personal pasa por el beneficio del país, aunque
simultáneamente empieza a ver cómo, en esta última, se va
gestando la reacción:
“…la clase media reacciona mal ante
ese avance social de los sumergidos. Les resulta horrible hacer
el sacrificio de llevar a la familia a Mar del Plata para
encontrar que la habitación de al lado, la ocupa la mecanógrafa,
el peluquero, o el repartidor de leche, que en el restaurante no
hay mesa porque la desborda la gente que antes no tenía acceso
a él, que los camarotes del tren les son disputados por la
multitud en fiesta, que cualquiera ocupa un taxímetro y que hay
que hacer cola para comprar el pollo ‘allo spiedo’…” (16)
En otro contexto, McLuhan también
escribió sobre la “reacción”:
“As
we begin to react in depth to the social life and problems of
our global village, we become reactionaries. Involvement that
goes with our instant technologies transforms the most
‘socially conscious’people into conservatives.” (17)
Nuevamente, un paralelismo puede trazarse
entre los dos autores; en esta oportunidad, a partir del
concepto de “reacción”. Tanto la “aldea global” como
la era peronista tuvieron efectos “integradores”, efectos
que como describe McLuhan, causan en la gente “reacciones”
de todo tipo.
Pero volvamos a las “predicciones” de
Jauretche. Con gran tristeza anticipa antes que la gran mayoría
el derrocamiento del gobierno peronista (“En 1954, la caída
del gobierno de Perón era, para mí, un hecho ya inevitable”)
(18), así como el descarte del ala nacionalista de la Revolución
Libertadora:
“Ustedes, los nacionalistas, van a ser
utilizados y al mes, dos meses, les van a dar una patada en el
traste porque a ustedes les ha ocurrido siempre así. Eran jóvenes
y se comprende, cuando lo rodearon a Uriburu y vinieron los
conservadores y les dieron una patada en el traste y los
echaron. Vino Perón, hicieron lo mismo y fueron rápidamente
desalojados, porque Perón descrubió que eran
‘piantavotos’y ahora les va a pasar lo mismo. La primera vez
eran jóvenes, casi adolescentes. La segunda, eran hombres
maduros y ahora, ya son hombres viejos. Lo que es evidente es
que pelotudos fueron siempre…”(19)
También vaticinará los graves problemas
que el país vivirá luego de julio de 1974:
“El peronismo sin la presencia de Perón
no tiene solución, porque no ha creado jerarquías. El
peronismo puede resolver ese problema en alguna provincia, pero
en general tiene la desgracia de no tener caudillos.” (20)
Otra comparación entre los autores puede
hacerse a partir de la identificación de un adversario común.
Antes de abocarse exclusivamente al estudio de las propiedades
formales de los medios de comunicación, McLuhan fue – como
Jauretche – un crítico de la “intelligentzia”:
“It
is observable that the more illusion and falsehood needed to
maintain any given state of affairs, the more tyranny is needed
to maintain the illusion and falsehood. Today the tyrant rules
not by club or fist, but, disguised as a market researcher, he
shepherds his flock in the ways of utility and comfort.” (21)
Mientras que los gobiernos totalitarios
gozan de la “autoridad” para controlar lo que la gente hace,
los gobiernos democráticos sólo pueden utilizar el “aparato
represivo del estado” con prudencia y por razones legítimas.
Al perder la autoridad de repremir indiscriminadamente, estos últimos
deben aprender a controlar lo que la gente piensa, siente y
percibe, a través del “aparato ideológico del estado” (22)
– lo que Jauretche llama el “aparato de colonización pedagógica”.
Cangiano escribe acerca de la similitud entre Jauretche y
Althusser:
“En 1970, el filósofo Louis Althusser
publica en París el folleto ‘Ideología y aparatos ideológicos
del Estados’. Señala allí el papel que desempeñan la
escuela, la familia, la iglesia, la prensa y otras instituciones
como productoras de ideología, es decir de un sistema de
creencias funcional al mantenimiento del statu quo…Sin
embargo, ya en 1957, Arturo Jauretche había publicado Los
Profetas del Odio, que luego completó con una 'yapa' en la que
desnudaba los mecanísmos de la colonización pedagógica.” (23)
En cuanto a la influencia que el texto de
Althusser tuvo sobre los jóvenes de la “nueva izquierda” de
los años ‘60, Norberto Galasso agrega:
“Quizás ahora que Althusser se pone a
nuestro lado para destruir ‘zonceras’, aumente el número de
argentinos que están dispuestos a escuchar los consejos
orientadores de ese modesto paisano, nacido en Lincoln, que fue
Arturo Jauretche.” (24)
Todo esto, ¿suena conocido? Pues bien,
no hay que olvidar que The Mechanical Bride anticipó
libros como Mythologies, Manufacturing Consent, No Logo y
hasta nuestro Manual de Zonceras – obras que comparten
grandes similitudes entre si. Lo interesante de todo esto es que
no existen evidencias de que Barthes, Chomsky, Naomi Klaim o
Jauretche hayan conocido la obra de McLuhan o que la hayan
tomado como punto de partida para desarrollar sus escritos. Esta
conexión cuasi telepática le da aún más fuerza a nuestro análisis
comparativo: ¿cómo es posible que autores tan disímiles, que
comunican en distintas lenguas y que provienen de países
diferentes y no limítrofes (salvo en el caso Chomsky-McLuhan),
hayan producido obras tan parecidas sin haberse leído
mutuamente?
Casualmente, una ‘intersección’
interesante entre McLuhan y Jauretche pasa por sus libros The
Mechanical Bride y Manual de Zonceras Argentinas.
(25) En estas dos obras en particular, ambos autores parecen
haberse puesto de acuerdo en considerar el “entorno” o la
“resonancia” – es decir, a la “zona de in-atención”
– como característica fundamental del universo: The
Mechanical Bride (1951) proporciona un incisivo estudio de
los efectos “ocultos” de la publicidad en las revistas; Manual
de Zonceras Argentinas apunta a desmembrar “lo obvio”
mediante la deconstrucción de esos “principios
introducidos en nuestra formación intelectual desde la más
tierna infancia con la apariencia de axiomas para impedirnos
pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen
sentido.” “Basta detenerse un instante en su análisis para
que la zoncera resulte obvia, pero ocurre que lo obvio pasa con
frecuencia inadvertido, precisamente por serlo.” (26)
En el plano epistemológico, tanto
Jauretche como McLuhan exiben una concepción dialéctica que
concibe a la realidad como una totalidad inscripta en un devenir
donde presente, pasado, y futuro se articulan. (27) Además,
tanto Jauretche como McLuhan intentaron escapar al
etiquetamiento ideológico que acompaña a la ciencia social
(28), el uno por la vía de la reflexión metapolítica, el otro
mediante una metateoría cuasi-determinista que calificaba a los
medios de comunicación como agentes autónomos. En lo que
respecta a la transmición del saber y del conocimiento, por
ejemplo, ambos autores expresan en casi todos sus escritos –
ya sea implícita o explícitamente, consciente o
inconscientemente – una preocupación por la sucesión y el
equilibrio entre las tradiciones orales y literaria. En este
sentido, Jauretche recuerda la dicotomía que marcó su formación:
“Mi madre me enseñó a leer ‘de
chiquito’…Aprendí de inmediato y se me despertó la afición
por la lectura. Pero también recuerdo que me enseñaba algo una
criolla vieja, doña Santos, cuentos de fantasmas y luces malas
de los que tuve noticias luego, cuando volví a oírlos en los
fogones y en las ruedas del mate.” (29)
Esta dicotomía creó en Jauretche una
especie de “doble personalidad”: si bien estudió en la
Facultad de Derecho, suspendió sus estudios con frecuencia para
nutrirse de la “tradición oral”. En 1928, por ejemplo, en
vistas a los comicios presidenciales del 1 de abril que elegirían
a Irigoyen por segunda vez, Jauretche decide interrumpir su
concurrencia a la Facultad para ponerse al servicio de la
militancia partidaria; viaja al interior para apoyar a los compañeros
irigoyenistas de Entre Rios, Santiago del Estero, Tucumán y
Salta. Dice Norberto Galasso:
“…en esos viajes [Jauretche] profundiza su conocimiento
acerca de esa realidad profunda que no aparece habitualmente en
los periódicos, así como de la historia escamoteada por la
‘novela mitrista’. En Salta, por ejemplo, se deslumbra ante
los relatos que los viejos criollos transmiten, por tradición
oral, acerca del gobierno de Güemes y exclama: ‘Después se
preguntan porqué el gaucho apoyó a los caudillos.¡ Qué
civilización y barbarie y qué niño muerto! El caudillo era el
sindicato del gaucho’” (30)
Una hipótisis plausible es que el
contacto alternativo que Jauretche mantuvo con ambas tradiciones
epistemológicas y comunicacionales, haya contribuido a
enriquecer su “sentido común”, a agudizar su
“sensibilidad” y a refinar su “percepción” a niveles
casi artísticos. Acerca de la “sensibilidad artística” en
general, dice McLuhan:
“In
fact, of all the great hybrid unions that breed furious release
of energy and change, there is none to surpass the meeting of
literate and oral culture. The effects of technology do not
occur at the level of opinions or concepts, but alter sense
ratios or patterns of perception steadily and without any
resistance. The serious artist is the only person able to
encounter technology with impunity, just because he is an expert
aware of the changes in sense perception.” (31)
En tanto, una segunda hipótesis es que
su contacto alternativo con ambqs trqdiciones sensoriales, le
permitió a Jauretche mantener un equilibrio entre las mismas,
lo que a su vez, puede haber contribuído a su estilo literario
a través de la hibridación a la que hace referencia McLuhan:
“También en sus escritos es Jauretche
ante todo un orador y por eso logra tan amplio alcance en el público.
Yo he presenciado la redacción de algunos artículos: mientras
alguien recoge a máquina, él sepasea por al cuarto,
concentrado, crispado, con la mirada crepitante, la cabeza como
un caldera encendida, recitando, con grandes gestos, airosas
parrafadas que dejan a mitad del camino al dactilógrafo.” (32)
Sin embargo, para el común denominador
de los argentinos, así como para muchas otras sociedades del
mundo, fue imposible mantener un equilibrio tal de tradiciones
sensoriales, epistemológicas y comunicativas; en lo que fue una
especie de efecto de hibridación ‘contraproducente’,
dualidad cedió en favor de monotonía, aunque no facilmente. En
la Argentina, contrariamente a las explicaciones de McLuhan, la
tecnología gutenberg no pudo con la fuerte tradición oral de
nuestro país; necesitó de la ayuda de la fuerza (“la letra
con sangre entra”, dice Américo Ghioldi (33)) y la utilización
de otros ‘medios fragmentarios’ para lograr el efecto
esperado. La “civilización” o “de-tribalización” –
es decir, el exterminio masivo del gaucho (34), esa “raza de
hombres aún próximos a la naturaleza” (35) – sólo se
impuso a partir de la implementación de las siguientes
herramientas:
1. El rifle Rémington. A las
lanzas de las ‘montoneras gaucheschas’, la ciudad de Buenos
Aires opone esta ‘tecnología fragmentaria’ que adquiere en
el extranjero. Dice Jorge Abelardo Ramos:“En ese duelo técnico
se medían dos épocas. Carlos Kirschbaum, representante de la
empresa Rémington de los Estados Unidos había ofrecido al
ministro de Guerra de Sarmiento, general Gainza, proveerlo del célebre
fusil. Sarmiento lo adoptará en el acto para todo el ejército
nacional, con lo que pone fin para siempre a la guerra de
montoneras.” (36)
2. La red ferroviaria. En 1861,
Bartolomé Mitre, en ese entonces gobernador de Buenos Aires,
inaugura las obras del Ferrocarril Sud diciendo: “Démonos
cuenta de este triunfo pacífico, busquemos el nervio motor de
esos progresos y veamos cuál es la fuerza inicial que lo pone
en movimiento. ¿Cuál es la fuerza que impulsa ese progreso? Señores:
es el capital inglés” (37) Pero desde sus orígenes la
política ferroviaria tuvo sus rutas predeterminadas por las
necesidades del capitalismo europeo – necesidades que eran
directamente antagónicas a nuestro propio desarrollo
capitalista. (38) Lejos de facilitar la salida de los productos
industriales del interior, estimulando así el mercado interno
argentino, le abrió las puertas a la mercadería europea a través
de un injusto sistema de rentas diferenciales que asfixió la
industria nativa. (39) “En realidad, la construcción de
ferrocarriles en los países coloniales y subordinados es una
muestra de imperialismo cuya esencia es su función
antiprogresista.” (40) “Fue el marco de hierro de nuestra
colonización nacional.” (41)
3. El alambrado. Con el marcado y
el alambrado de las tierras, el gaucho de la pampa libre y del
carneo franco fue empujado al fortín de la frontera por la
policía rural. “Comenzará la edad de oro de nuestro período
agrícola inmigratorio y ferroviario…”, dice Abelardo Ramos.
(42) Es ese comienzo el que puede advertirse en la denuncia que
José Hernández hace en “El gaucho Martín Fierro” cuando
pone en boca del protagonista:
“Estaba el gaucho en su pago
con toda seguridá
pero aura....¡ barbaridá!
la cosa anda tan fruncida,
que gasta el pobre la vida
en huir de la autoridá”
Esa misma voz es la que frente al
maltrato, el abuso, la desidia de los que mandan se alza ante un
poder que, además de abandono y persecución responde con
ausencia de retribución monetaria legítima, dice Fierro ante
el Mayor que no le entrega su paga:
“Esto sí que es amolar
dije yo pa mis adentros
Van dos años que me encuentro
y hasta aura he vistos ni un grullo
dentro en todos los barullos
pero en las listas no dentro”
4. El proceso inmigratorio. Impulsada por dos
zonceras/mitos – léase, “gobernar es poblar” (Alberdi) y
“civilización y barbarie” (Sarmiento) – el propósito de
esta “tecnología fragmentaria” no fue desarrollar América
según América, incorporando los elementos de la civilización
moderna; es decir, enriquecer la cultura propia con el aporte
externo asimilado. Se trató mas bien de un implante sin
tratamiento alguno que fragmentó produndamente a la sociedad
argentina, creando antagonismos que perduran hasta hoy y que a
lo largo de nuestra historia se han manifestado en términos de
“Revoluciones y Contrarrevoluciones”. “No hay como
equivocarse; cuando ellos se juntan, el pueblo se va para el
otro lado. No sé si es causa o efecto, pero es así…”, expresa
Jauretche. Al respecto, la literatura está plagada de ejemplos
flagrantes de esta estrategia poblacionista, carente de sustento
político y que, como tal, estaba destinada a un fracaso moral,
a una frustración intrínseca, a una desilusión mortal que
puede advertirse en la lectura de grotescos criollos como
“Mateo” o “Stefano” de Armando Discépolo, cuyos
personajes arrastran la hibridez exasperante que ha sido la
marca argentina durante años.
5. La fragmentación territorial.
En la Argentina, todos los obstáculos geográficos y culturales
del trasplante europeo debían ser eliminados. A propósito de
la entrega territorial realizada por los unitarios primero y por
Mitre y Sarmiento luego, dice Jauretche:
“Así, disminuir la extensión
resultaba desamericanizarse [o civilizarse], fin perseguido,
para reducirse al espacio apto para una rápida civilización
europea. Estorbaban el desierto, las montañas gigantescas, las
selvas impenetrables, los ríos indominables, mientras una
particial extensión del territorio, la de la “pampa húmeda”,
ofrecía la fácil perspectiva de una rápida creación de
Europa en América, o mejor dicho, de una prolongación de
Europa sobre ella.” (43)
6. La aduana. Utilizando esta
herramienta no como intrumento de protección sino como fuente
de renta, los estancieros y comerciales porteños subordinaron
el crecimiento de todo el país al desenvolvimiento particular
de la zona pampeana. El viejo antagonismo entre capital y las
provincias se transfirió luego a la dualidad perpetua entre
producción agrícola ganadera y el desarrollo industrial, entre
proteccionismo y librecambio, entre nacionalismo y liberalismo,
entre civilización y barbarie, entre el hombre tribal o bárbaro
y el hombre letrado.
A su vez, la lucha por la unidad y por la
integración nacional que ofrecerá Jauretche a lo largo de su
vida, se dará predominantemente a través de un medios que
puede definirse como “frío”, según la taxonomía de
McLuhan: las revistas. McLuhan cataloga a un medio como frío,
si éste transmite información en “baja resolución”,
obligando a todos los sentidos – incluído el sentido común
– a tomar parte en la producción del significado; un medio frío
incita a la participación de todos los sentidos, que participan
en el proceso interpretativo, cuasi subjetivo, de compensar la
falta de información – algo así como jugar a un juego de
palabras (los que vienen en las revistas), donde las frases son
incompletas, y por contexto, se deduce el significado. McLuhan
clasifica a la revista como un medio frío, y es casualmente
sobre este medio que Jauretche se apoya para dar sus primeros años
de lucha. Así escribirá para Señales, Cuadernos de FORJA, El
45, El Lider, entre tantos. A su vez, es totalmente lógico que
los medios que McLuhan catalogáse de “calientes” – cuya
característica es la estimulación de un sólo sentido a través
de la difusión de información en “alta definición” y cuyo
efecto último la fragmentación a nivel sensorial, y por añadidura,
personal y social – le hayan cerrado las puertas, como explica
Ernesto Godar:
“Jamás un libro o una publicación
forjiana o de un hombre de FORJA merecerá la gacetilla de la
prensa oficial, y menos aún, nadie del grupo tendrá acceso a
la radio y serán sistemáticamentesilenciados por el reportaje
o la encuesta.” (44)
Lo irónico del caso argentino es que,
contrariamente a las sociedades anglosajonas, que perdieron su
tradición oral en pos de una industrialización; al Japón, que
dejó atrás la era industrial y entró en la era electrónica
en total armonía, sin perder sus tradiciones preindustriales
(45), la Argentina quedó a medio camino en todo sentido; la
destrucción – parcial – de la cultura oral no fue a cambio
de una industrialización (si bien somos una sociedad
capitalista, no hemos sido nunca una sociedad burguesa.) Las
tecnologías fragmentarias arriba enumeradas no fueron del todo
efectivas: aún hoy, en la Argentina, existe una convivencia de
entre la barbarie (llámese montonera gaucha, chusma radical,
aluvión peronista) y la civilización. Ninguna ha logrado
eliminar a la otra por completo, y en consecuencia los procesos
de detribalización y retribalización se suceden cíclicamente
y con más frecuencia que en otras sociedades del mundo. Por
momentos, nos sentimos los más vivos de todos; por momentos,
pareciera ser que la “viveza criolla” se ha transformado en
un “significador” vacío, volviendo al argentino más
suceptible a la manipulación, al manejo y al adoctrinamiento
(los frutos están hoy a la vista… (46))
La agenda de la “intelligentzia
argentina” es transformar al “país real” en una abstracción
conceptual, forzando así a la población a vivir en una especie
de hiperrealidad (47), significada para Jauretche por
“la campana de la escuela” – accesorio por excelencia de
la parte palpable del “órgano de colonización pedagógica”.
La campana marca un cotidiano corte entre dos formaciones, dos
personalidades, dos culturas, dos verdades y dos realidades
totalmente irreconciliables: realidad e hiperrealidad. En sus
propias palabras,
“la formación intelectual tuvo así
que andar por dos calles distintas a la vez…la escuela no
continuaba la vida sino que abría en ella un paréntesis
diario,” y que “la empiria del niño, su conocimiento vital
recogido en el hogar y en su contorno, todo eso era aporte
despreciable…” (48)
Dos corrientes se perfilan históricamente
en la Argentina desde la independencia de Mayo, que nació con
dos cabezas: una, que logra realizar la independencia de España
en su primera etapa cuya continuación hasta 1853 consigue, a
duras penas, impedir la disgregación total del antiguo
Virreynato. El mismo Rivadavia, cuyo objetivo fue lograr “la
unidad a palos”, puede incluirse en este grupo, ya que
coincide por lo menos en su voluntad de unificar e integrar. La
otra cabeza está compuesta por los liberales de 1853, que en el
nombre del progreso intentaron implantar en América los modos y
las costrumbres europeas sin tratamiento alguno.
“All media are extensions of
ourselves,”
expresa McLuhan (49), al tiempo que Jauretche señala que las
“zonceras” eran “anteojeras” que “el pensamiento
colonialista ha creado en nuestro pensamiento desde la primera
edad, para sentar sobre esos pilotes la arquitectura de su
falsedad.” (50) Estas afirmaciones, en conjunción con su
amplia definición de lo que es un medio de comunicación (todo
puede ser visto y estudiado como un medio), nos permite trazar
otro paralelismo entre ambos autores. De una óptica más
mcluhanesca, se puede afirmar que “las zonceras” en
particular son “extensiones” de nuestro sentido común. A
través de una reformulación del mito narcisista, transformado
en el significador de su teoría mediática, McLuhan explica que
toda nueva tecnología se transforma en una extensión de una
función corporal o cognitiva que paraliza ésta última. Esto
implica que las zonceras, al funcionar como muletillas –
estructuras “prêt a porter” – paralizan nuestro sentido
común. Apoyándose en esta teoría de McLuhan, Jauretche
seguramente plantería que el pensamiento de la “civilización”
argentina es una “extensión” del pensamiento europeo – a
menudo encarnada hasta los años ‘60 en la izquierda
“abstracta” e “internacionalista”.
A partir de los ’60, sin embargo, la
izquierda parece haberse independizado del pensamiento europeo.
En lenguaje mcluhanesco, el nuevo medio encarnado en la
izquierda nacional, que nació a partir de una hibridación con
el Peronismo, logró empujar a la obsolescencia a la antigua
izquierda abstracta. Jauretche se pronunció en términos
favorables sobre la izquierda nacional:
“Esta corriente se llama a sí misma
‘socialista revolucionaria nacional’ y revela por su sola
presencia el salto histórico de los argentinos para adquirir
sus divergencias propias y abandonar las divergencias prestadas
de Europa.” (51)
Y agregaba:
“Hay que establecer las diferencias
entre izquierda nacional e izquierda internacional…la primera
es un ala del movimiento nacional.” (52)
Para Jauretche, “el drama histórico
argentino es un proceso dialéctico entre la tesis de la
realidad (barbarie) y la antítesis de lo postizo (civilización).
(Jorge Abelardo Ramos sintetiza este choque de fuerzas en su
magistral obra, Revolución y Contrarrevolución en la República
Argentina.) McLuhan diría que la historía argentina es la
historia de choques entre la tradición oral y la literaria –
entre el hombre tribal (bárbaro) y el hombre letrado
(civilizado) – proceso que se manifiesta en la sucesión entre
de-tribalización (Mitre, Sarmiento, Quintana, Justo, Aramburu,
etc.) y re-tribalización (Avellaneda, Roca, Irigoyen, Perón.)
Muy pocas veces en la historia se ha logrado un equilibro entre
estas fuerzas antagónicas, aunque sí ha habido “empates técnicos”
(Juarez Celman, Illia, Onganía), donde ambas fuerzas parecen
resultar perjudicadas. Bien o mal, durante la era de los
caudillos (Rosas, Irigoyen, Perón) rigió en la Argentina una
cierta integración. Rosas fue el primer intento – precario y
defectuoso, sin lugar a dudas – de equilibrar las fuerzas
antagónicas entre Buenos Aires y el interior del país; su
instrumento fue la ley de aduanas, que protegía los productos
artesanales del interior.
Si bien es cierto que la división Argentina se remonta a las vísperas
de la Revolución de Mayo, el antagonismo de clases se vio
exacerbado con la implementación de las tecnologías
fragmentarias anteriormente enumeradas. En los tiempos de
Avellaneda ya había una división muy marcada; en los tiempos
de Perón había dos paises: por una parte, el viejo país oligárquico,
semicolonial y agrarista, blanco y culto a imagen y semejanza de
Europa, el país del fraude electoral y la galera de felpa, el
de los Borges y los Martínez Estrada…Enfrente, la Nueva
Argentina industrial que está naciendo, la que retoma la
tradición latinoamericana de Artigas, San Martín y Bolivar, la
que vuelve a ser la aguerrida patria de los montoneros federales
que, hoy como ayer, es capaz de enfrentar a las grandes
potencias de la Tierra. (53)
En lo metodológico, Jauretche propuso un
approach inductivo y empírico de deconstrucción de la realidad
y de crítica literaria/artística muy parecido al propuesto
inicialmente por McLuhan en The Mechanical Bride. En 1938, en
una charla de FORJA en el teatro Politeama de Buenos Aires,
Jauretche planteaba al público, señalando un planisferio, que
para poder emanciparnos políticamente, primero debíamos hacer
el esfuerzo de decolonización mental y ubicarnos geográficamente
en el centro de la escena y no en la periférica posición de
abajo y a la izquierda: (54)
“Esto requería sacar todas nuestras
cuestiones del plano estratoférico en que se desenvolvían y
poner en primer término nuestro interés nacional y popular, es
decir, llevar al plano de nuestra inteligencia política el modo
común de ver las cosas por los hombres del pueblo, que sin el
bagaje intelectual de su colonialismo mental acostumbraban a
pensar sus problemas, estableciendo su magnitud e importancia en
razón de su proximidad e interés inmediato.” (55)
A los métodos “deductivos” de la época,
que analizaban la realidad a partir de una doctrina ideológica
basada en un pensamiento infatuado de sabiduría prestada, FORJA
oponía un método “inductivo”, que consistía en mirar la
Argentina y el mundo desde desde la Argentina, a partir de la óptica
– no linear – que emana del buen sentido del “hombre de
pueblo”:
“Mientras todos los planteos políticoss
se hacían en función de las opuestas ideologías, con una visión
del país de afuera hacia adentro, el radicalismo se
caracterizaba por sus manifestaciones más intuitivas y espontáneas…No
teniendo un cuerpo de doctrina, la latitud mental de aquel
movimiento no nos limitaba con idologías.” (56)
FORJA propuso un cambio de paradigma –
se opusieron a que se les explicara lo inexplicable. Hasta
entonces, dada tal doctrina, era necesario que la realidad se
sometiera a ella; Jauretche y los suyos propusimos que dada la
realidad del país, resultase una doctrina que sirviera a sus
intereses y no a los ajenos.” (57) Por su lado, Philip B.
Meggs describe lo novedoso que resultó para la época el método
no-linear utilizado por McLuhan en su primera obra:
“The
Mechanical Bride was McLuhan’s early effort to assess
mass-media culture and the popular arts, analyzing their affect
upon people. The techniques of literary and art criticism were
deployed onto a new target – the lowly ads, comincs, and
popular press usually derided and ignored by academicians and
analysts of contemporary society…each section has a short
title and between three and five introductory questions that act
as probes, provoking the reader’s thinking. McLuhan’s book
replaced the traditional linear structure of print media with
the fragmentation, flashbacks, and sequences used in film and
television. He explodes the tradition of continuity so previous
to writers and editors. The organizational techniques are
analogous to avant garde films, with disparate information
collaged together to make a disjuntive yet interrelated
whole.” (58)
Es posible trazar otro paralelismo entre
ambos autores a nivel metodológico. El polémico reclamo de
McLuhan, allá por 1969, de no tener un punto de vista fijo que
guíe su approach, ni teoría alguna que informe su análisis
(59), es comparable con el despojamiento ideológico-doctrinario
en favor las manifestaciones más intuitivas y espontáneas que
caracterizan a FORJA, señaladas por Jauretche. A continuación,
Norberto Galasso explica cómo el pensamiento de Jauretche
estuvo, al igual que el de McLuhan, más allá de las ideologías:
“Si, en realidad, sería muy difícil
caracterizar a Jauretche simplemente como un radical o
simplemente como peronista, o simplemente como conservador como
fue en su juventud. Él estaba buscando lo que llamaba,
simplificando las cosas, ‘mejorar la suerte de mis
paisanos.’Y mejorar la suerte de mis paisanos es llevar a
cabob un proceso de liberación nacional en países dependientes
como el nuestro. Entonces, en la medida en que él va
haciendo…Él no tenía pelos en la lengua; era un heterodoxo;
y cuando le parecía que el General [Perón] no se correspondía
en su táctica a lo que correspondía hacer en ese momento lo
decía y lo mantenía. Por eso yo creo que Jauretche es una
figura nacional que está por sobre los partidos…” (60)
Es a partir de The Mechanical Bride que
McLuhan adopta un approach de múltiples perspectivas y comenzó
a experimentar con sus preguntas “sondas”
(“probes”)(61), que luego explotaría en Comprender los
Medios de Comunicación. McLuhan decía que su forma de pensar e
investigar – su método – consistía en “sondas” (como
los aparatos que enviamos al espacio en los ’60 y ’70). En
sus escritos se sirve de “preguntas sondas” para lograr
comprender los medios y sus efectos. Para muchos académicos de
los tiempos de McLuhan, el concepto de “sondas” fue uno de
los aspectos más irritantes de un método que fué considerado
“errático”, “inconsistente” y “excéntrico”. (62) Por su parte, McLuhan argumentaba lo siguiente: “any approach to
environmental problems must be sufficiently flexible and
adaptable to encompass the neitre environmental matrix, which is
in constant flux.” (63)
Es su manera de definirse como generalista, más que como
especialista. A su manera, Jauretche también fue un
generalista: militante, ensayista, periodista y mitólogo,
Jauretche vivió, como para parafrasear a McLuhan, “where the
action is”: entre la “figura” y el “entorno”, entre la
rueda de la “civilización” y el eje (la lanza) de la
“barbarie.”
A su vez, tanto McLuhan como Jauretche
exhortaron a la gente a comprender su “entorno” así como
los cambios en su medio ambiente, producto del nuevo medio. (64)
McLuhan nos explica cuál es el primer paso para resistir la
influencia de los medios:
“Today,
in the electronic age of instantaneous communication, I believe
that our survival, and at the very least our comfort and
happiness, is predicated on understanding the nature of our new
environment…If we undestand the revolutionary transformations
caused by new media, we can anticipate and control them; buth if
we continue in our self-induced subliminal trance, we will be
their slaves.” (65)
Jauretche, por su parte, nos exhorta a
comprender las zonceras:
“…descubrir las zonceras que llevamos
adentro es un acto de liberación: es como sacar un entripado
valiéndose de un antiácido, pues hay cierta analogía entre la
indigestión alimenticia y la inlectual. Para hacerlo sólo se
requiere no ser zonzo por naturaleza…simplemente estar
solamente azonzado. Porque en cuanto el zonzo analiza la zoncera
– como se ha dicho – deja de ser zonzo.” (66)
La apreciación de Jauretche por el
“hombre de pueblo” permite establecer otra conexión con
McLuhan, quizás mucho más importante que las anteriores. Ambos
autores comparten la misma apreciación por el “sentido común”,
que es para ambos el más completo y eficaz de los sentidos.
(67) Dice Jauretche:
“Se dice que el sentido común es el
menos común de los sentidos. El sentido común es simplemente
el buen sentido, y todos lo tenemos. Pero sepultado bajo los
resabios que nos deja una formación cultural iniciada para un
mundo desvinculado de la realidad y constantemente deformado por
los medio de información y de la cultura.” (68)
Otra similitud pasa por que ambos
valoraban al hombre “tribal” (o “barbaro”, si se quiere)
por igual. Jauretche ‘percibe’ una diferencia escencial
entre el hombre letrado y el “hombre de pueblo”: observa que
al hombre tribal o bárbaro le interesa en primer término lo
que pasa en su región y subsidiariamente lo que pasa en
regiones remotas, en un orden que va de lo particular a lo
general. Cuando habla de Libertad, habla de su libertad, la de
los suyos y la de su región; cuando habla de Economía, se
refiere a los efectos que percibe y los que perciben su gremio,
su clase, su ciudad, su provincia, su nación. Como
contrapartida, el hombre letrado sólo se interesa por lo que le
sucede a la Humanidad, a la Libertad, a la Economía en
abstracto; piensa en términos de principios y no en términos
de hechos, y le interesa que esos principios jueguen en el mundo
abstracto al que pertenece, al margen de lo que resulta para sus
paisanos. (69)
En la Argentina, por alguna extraña razón,
la “movilidad del pensamiento” via media propuesta por
Harold Innis fue – como el ferrocarril – contraproducente y
sinónimo de ‘antiprogreso’. Los intelectuales argentinos
adscriben a parcialidades políticas o sociales por razones que
no son de su medio y ajenas a su propia realidad; actúan en
todas las militancias lejanas, postergando las propias o
subordinando éstas a las exigencias de aquellas militancias
extrañas, y cuando intervienen en nuestros problemas, lo hacen
como extranjeros. Dice Jauretche:
“Fuí antiimperialista al estilo de la
época y le comía los hígados al águila norteamericana que
andaba volando por el Caribe. Los Maestros de la juventud nos
tenían buscando el plato volador en el cielo, mientras el león
británico comía a dos carrillos sobre la tierra nuestra…¡Qué
fácil era, entonces, hacer antimperialismo!” (70)
Pero volvamos por un instante a la
diferencia entre el hombre tribal o bárbaro y el hombre
letrado. McLuhan tuvo más que una percepción, elaboró una
teoría que explica con más detalle la diferencia entre el
hombre tribal y el hombre letrado que Jauretche percibió allá
por 1938:
“Before
the phonetic alphabet, man lived in a world where all the sense
were balanced and simultaneous, a closed world of tribal depth
and resonance, an oral culture structured by a dominant auditory
sense of life. The ear, as opposed to the cool and neutral eye,
is sensitive, hyperaesthetic and all-inclusive, and contributes
to the seamless web of tribal kinship and interdependence in
which all members of the group existed in harmony. The primary
medium of communication was speech, and thus no man knew
appreciably more or less than any other – which meant that
there was little individualism and specialization, the hallmarks
of “civilized” Western man. Tribal cultures even today
simply cannot comprehend the concept of the individual or of the
separate and independent citizen.” (71)
Grosso modo, McLuhan sostiene que la
humanidad se divide en tres eras epistemológicas y sensoriales:
1. Una era preliteraria o tribal que se
caracteriza por un balance sensorial armónico. El hombre tribal
vive en un mundo de “ecos”, “magia” y “mitos”, la
información pasa de boca en boca y la definición de verdad
depende de lo auditivo, lo táctil y lo sanguíneo.
2. Una era “gutenberg” que comienza a
partir de la invención del alfabeto fonético y se intensifica
con la creación de la imprenta. Se caracteriza por un quiebre
en el balance sensorial; el ojo remplaza a la oído y el axioma
epistemológico de este período es “ver para creer”.
3. Una era electrónica de la humanidad
retribalizada que se caracteriza por una “restoración” armónica
del balance de los sentidos; la aldea global es la aldea tribal
a escala mundial, con sus ecos, magía y mitos revitalizados a
partir de los nuevos medios de comunicación.
Según McLuhan, el resultado inmediato de
la aparición de un nuevo medio es el surgimiento de un nuevo
“entorno”. En el caso del alfabeto fonético y de la
imprenta, el nuevo entorno fuerza al ser humano a comprender,
razonar y expresarse en forma lineal, uniforme, concatenada y
continua, trazando una división entre experiencia e
interpretación. (72) Además, McLuhan sostiene que toda nueva
tecnología/medio, por convertirse en la extensión de una función
corporal, genera una amputación de esa función y un efecto
anestésico parecido al trance narcótico de narciso. Pues bien,
en un artículo publicado en 1960 – es decir, cuatro años
antes de la aparición de Comprender los Medios de Comunicación
(1964), obra en que McLuhan introduce estos conceptos –
Jauretche, quién sólo habló de tecnología en forma
incidental, accesoria, subsidiaria, parece habersele adelantado
en lo que hace a las características formales de la tecnología:
“El desarrollo técnico crea una
variedad especial de tarado. El tarado con técnica. Que viene a
ser técnicamente un supertarado. La última palabra del
supertarado técnico es el tarado con transistor.” (73)
Y agrega,
“[el tarado del transistor] está atado a una cadena y no la
puede dejar. Y cuando sale de su casa en lugar de llevar la
argolla al pié la lleva en la oreja. Como ese Romeo que hemos
visto. Que pudiendo en un portal decir, oír y hacer cosas tan
maravillosas, las posterga a la transmisión que le golpea en el
oído la lección del pildorero que hace propaganda.” (74)
A su vez, en esta cita Jauretche parece
haberse dado cuenta antes que el mismo McLuhan de que “el
medio es el mensaje”:
“Imagine el lector una pareja de
adolescentes, a la caída de la tarde, oscuro ya, apretados
contra un portal. Apretados. ¿Uno contra otro? ¡Sí! Pero con
el transistor entre las dos cabezas. Oyendo el episodio o, lo
que es peor, oyendo a Alsogaray. La cuestión es oír algo…”(75)
Se dice a menudo que más importante que
la idea misma es cómo se la expresa. Es innegable que McLuhan
(cuya influencia más notoria después de Innis fue el escritor
irlandés James Joyce) tuvo una forma bastante original de
expresar sus ideas; como también es innegable que, además de
la originalidad de sus ideas, fue esta cualidad expresiva – y
el hecho de haber escrito en inglés, la lengua imperialista –
la que lo hizo famoso en el mundo entero. Más allá de esta
conjetura normativa, el hecho es que este famoso aforismo es que
puede ayudarnos a entender mejor nuestra historia. Para McLuhan,
El Medio es el Mensaje tuvo dos significados: que el medio forja
el comportamiento humano mucho más que el “contenido”; y
que por ende, el mensaje o contenido de un medio es siempre otro
medio:
“The
content of writing is speech, just as the written word is the
content of print, and print is the content of the telegraph. If
it is asked, ‘What is the content of speech?,’ it is
necessary to say, ‘It is an actual process of thought, which
is in itself nonverbal.” (76)
En nuestro contexto criollo, dicho
aforismo puede servir para explicar, por ejemplo, la escencia de
lo que Sarmiento denomina “barbarie”. Cangiano explica que
Yrigoyen y Perón encarnaron la temida y aborrecida
“barbarie” contra la que luchaban los “civilizadores”
desde los tiempos de Rivadavia. Y agrega:
“Si la ‘barbarie’ había asumido en
el pasado diversas formas (caudillismo, federalismo, rosismo,
etc.), podría en el futuro adoptar otras de carácter novedoso.
Era tarea del pensamiento nacional-popular distinguir las
formas, siempre contingentes, del contenido, o sea la
‘sustancia’ que las animaba. Y ese contenido no era otro que
las fuerzas materiales que pugnaban por emancipar al país de la
tutela imperialista.” (77)
A través del prisma propuesto por
McLuhan, la dicotomía “civilización o barbarie” puede
observarse como la lucha entre dos medios por subsistir. McLuhan
observó que cuando un nuevo medio aparece, tres etapas ocurren:
1) Mientras se descubre su potencial y se
lucha contra el prejuicio, el nuevo medio convive con su
predecesor; ambos son utilizados para la misma función. (En un
primer momento, el auto y el caballo se funcionaban como medio
de transporte.)
2) Una vez, descubierto y aceptado su
potencial, el nuevo medio acapara la función del anterior. (El
medio de transporte por excelencia pasa a ser el auto.)
3) Ante la obsolescencia, el antiguo
medio tiene dos opciones:
a) Encontrar una nueva función (al ser
desplazado por el auto, el caballo pasa a ser sinónimo de
deporte y entretenimiento); o
b) Desaparecer por completo a partir de la funsión con el nuevo
medio.
En el contexto propuesto por Cangiano, el
mensaje o contenido medio de lo que Sarmiento denominó
“barbarie” – el bando de las mayorías nacional-populares
oprimidas, según Jauretche – ha evolucionado a través de la
historia. En una progresión dialéctica, cada uno de estos
medios ha empujado a otros medios, y ha sido empujado, a la
obsolescencia. En el caso de las montoneras gauchas del
interior, por ejemplo, se puede decir que convivieron en
equilibrio con los intereses de las oligarquías ganadera
rosistas/urquizistas antes de ser desplazadas hacia la
obsolescencia por el liberalismo mitrista. Por su lado, las
gauchos federales se transformaron en “chupandinos
alsinistas”, luego en “guarangos roquistas”, luego en
“chusma radical”, y luego “aluvión peronista”. A su
vez, el mensaje o medio de la civilización también ha
evolucionado: de los rivadavianos al mitrismo, a la década
imfame, a la revolución libertadora…
Pero volvamos a la afirmación de McLuhan
– que el “hombre letrado” piensa y razona de forma
diferente vis-à-vis el hombre “tribal”. Esta ‘pseudo teoría’
de McLuhan (él mismo declaró no tener teorías) le da más
fuerza a las ideas de Jauretche. De hecho, la falta de “bagaje
intelectual” que constata este último en el “hombre de
pueblo” tiene mucho que ver con las diferencias en el
pensamiento del hombre tribal y del hombre letrado que señala
McLuhan. En su Manual de Zonceras, Jauretche parece asociar las
características cognitivas de nuestra sociedad letrada con la
mala racha argentina:
"Un amigo que hace muchos años
percibió la contradicción entre nuestra tan mentada “viveza
[criolla]” y las zonceras, la explicaba así: ‘El argentino
es vivo de ojo y zonzo de temperamento’, con lo que quería
significar que paralelamente somos inteligentes para las cosas
de corto alcance, pequeñas, individuales, y no cuando se trata
de las cosas de todos, las comunes, las que hacen a la
colectividad y de las cuales en definitiva resulta que sea útil
o no aquella ‘viveza de ojo’” (78)
El cuestionamiento de Jauretche sobre la
efectividad de la “viveza del ojo”, y su confianza en el
“sentido común” del “hombre de pueblo” y la “tradición
oral” que acompaña a los fogones y a las ruedas de mate,
revelan una gran afinidad con McLuhan y su idea de
“retribalización” – cuyo equivalente criollo es nada más
ni nada menos que la cultura paisana (o la “barbarie” si se
quiere), que “está hecha a base de sentido común y contacto
con la realidad…” (79) En definitiva, ambos autores están
convencidos de que el hombre letrado es más suceptible a
transformarse en víctima de la manipulación y del
adoctrinamiento, ya sea por parte de la tecnología misma
(“the narcissus narcosis trance” (80) en lenguage
mcluhanesco) o por parte de la “intelligentzia” (“el
colonialismo mental” o “el azonzamiento” (81) en buen
criollo), precisamente por la diferencia sustancial entre
instrucción y sabiduría, entre conocimiento y educación que
los hombres del 80 no pudieron comprender y que significó la
desaparición sistemática y orquestada de todo nuestro bagage
cultural. Al hombre tribal o “bárbaro” se le pueden vender
los objetos que necesita para substir y vivir, pero es mucho más
dificil ‘venderle’ ideas – desconfían, justamente porque
su sabiduría prescinde de lo epitelial para ir a lo profundo.
“En la Argentina culta, un analfabeto se acerca más a la
verdad,” expresa Jauretche. (82)
Tanto en el pensamiento de Jauretche como
en el del McLuhan de los años ’50, hay un ‘enemigo’
visible. En el primer párrafo del prefacio de la versión
original de The Mecanical Bride, McLuhan identifica a claramente
a sus ‘adversarios’:
“Ours
is the first age in which many thousands of the best-trained
individual minds have made it a full-time business to get inside
the collective public mind. To get inside in order to
manipulate, exploit, control is the object now. And to generate
heat not light is the intention. To keep everybody in the
helpless state engendered by prolonged mental rutting is the
effect of many ads and much entertainment alike.” (83)
Por su lado, Jauretche apunta a poner en
evidencia los factores culturales que se oponen a nuestro pleno
desarrollo como Nación, a la prosperidad general y al bienestar
de nuestro pueblo, y los instrumentos que preparan las
condiciones intelectuales de indefensión del país. Para
Jauretche, el enemigo es la inteligencia transformada en
inteligentzia, que controla la superestructura cultural a través
del aparato de colonización pedagógica. Al respecto dice:
“Para este ‘intelectual’ lo
preexistente, la cultura que tenía en la raíz, fue incultura
en cuanto no coincidía con lo nuevo. Ocurrió aquí lo inverso
que entre los griegos, para los cuales lo bárbaro era lo exótico
a la Hélade, y lo culto lo propio…Además son de mala índole.
Les gusta empujar para que otros peleen…son como esos chicos
que a la salida de la escuela se andan ofreciendo para tener el
saco. Pero no les vayan a tocar un pelo porque entonces gritan a
coro…” (84)
En uno de sus libros, cuyo título (Filo,
Contrafilo y Punta) se asemeja levemente a Counterblast de
McLuhan, Jauretche explica que cuando la inteligencia se
transforma en “intelligentzia”, esto nada tiene que ver con
las ideas políticas, económicas o sociales, sino con
comprometerse o no comprometerse. Poco importa para Jauretche
que quienes se integran a las filas de la intelligentzia sean de
derecha, izquierda o centro; lo importante es que defiendan la
subsistencia de la vieja estructura cultura (“environment”)
e impidan que ocupen el escenario los desconocidos que pueden
expresar el país real (anti-environment). Como se ve, la
categorización propuesta por McLuhan entre el “environment de
lo visible” y el “counter-environment de lo invisible”
(85) sirve como metáfora para ilustrar que el campo de acción
de la “intelligentzia” (la hiperrealidad) es un mundo de
principios abstractos que nada tiene que ver con el mundo real
de las masas. El país real – es decir, el
“counter-environment” del “mainstream environment” –
se encuentra negado y eclipsado por el aparato de colonización
pedagógica de la super-estructura cultural, controlados por la
“intelligentzia”. Pero no obstante esta negación, para
Jauretche el sentido común es mucho más potente que todo engaño:
“El instinto popular lo ha comprendido,
y la consecuencia es su hosca actitud frente a la inteligencia,
que es en realidad la ‘intelligentzia’, y desconfía de los
‘cráneos’, que en realidad no son ‘cránea’, sino muñecos
preparados para la función que se les asigna.” (86)
Gran parte de las similitudes entre el
pensamiento jauretcheano y mcluhanesco han sido reveladas a lo
largo de este ensayo. Como se ha visto, no sólo existen
importantes conexiones entre ambos autores que pueden ser
aplicadas a nuestra historia y realidad, sino que además, se ha
comprobado que Jauretche se adelantó al propio McLuhan en más
de una ocasión; y a pesar de esto, mientras el uno es
reconocido internacionalmente, y el otro a penas en su país.
Una persona cercana me dijo: “cuando leo su ensayo me doy
cuenta de que lo que se dice aquí es a priori una porquería, y
que lo que se dice afuera es ipso facto una genialidad.” Pues
bien, semejante sensación sólo puede racionalizarse de la
siguiente manera: es provocada por una de esas zoncera que
Jauretche calificaba como “auto-denigratorias,” y que opera,
como para parafrasear a Erving Goffman, desde atrás del telón.
Se trata de una zoncera dicotómica – “lo de afuera es
bueno, lo de adentro no” – hija de la zoncera madre
(“Civilización y Barbarie”), que apunta entre otras cosas a
desalentar comparaciones como las que de este ensayo, cuyo
objetivo es elevar el pensamiento nacional-popular – o “bárbaro”,
si se quiere. “Jauretche y McLuhan son incomparables,” me
dijo una presona, que esvidentemente está cegada por esta
zoncera. “Son manzanas y naranjas,” agregó. Pensamos que el
pensamiento de McLuhan puede reforzar el mensaje de Jauretche,
ya que tanto el uno como el otro, valoraron lo bárbaro, lo
tribal, lo autóctono, lo natural.
REFERENCIAS:
(1) En los años 1930, Jauretche
participa en la resistencia Irigoyenista, y es detenido dos
veces: en Mendoza, por tirotearse con militantes conservadores;
y luego en Corrientes, por participar de la rebelión de Paso de
los Libres.
(2)
En "The Playboy Interview: a candid conversation with the
high priest of popcult and metaphysician of media.” (Playboy
Magazine. March 1969 ©, 1994 by Playboy.) McLuhan
dice ser un “observador” no un “participante”, y no hace
juicios de valores sino que se limita a “comprender” los
procesos sociales.
(3) Galasso, Norberto. (1997). Jauretche:
Biografía de un Argentino. Rosario: Homo Sapiens Ediciones, p.
13/14.
(4) Jauretche nació en 1901, falleció
en el 1974; McLuhan nació en el 1911, falleció en 1980.
(5) Una vez terminados sus estudios en
Inglaterra, y a pesar de poder quedarse allí, McLuhan decidió
– en lo que puede interpretarse como un acto de patriotismo
– volver a trabajar para su país. En los ’60, McLuhan sería
denominado la “cometa canadiense”. En cuanto a Jauretche,
fue uno de los arquitectos del pensamiento nacional Argentino.
(6) Harold Innis fue el primero en
estudiar la influencia de los medios de comunicación sobre los
seres humanos (“forjamos nuestras herramientas, y luego éstas
nos forjan”), y uno de los primeros en plantear la idea de la
“mobilidad” del pensamiento. El mismo McLuhan expresó en su
momento que sus ideas no son sino una nota de pie de página del
trabajo de Innis.
(7)
McLuhan, Marshall. (1964). Understanding Media: The Extensions
of Man. New York: McGraw-Hill, p. 9
(8) Nuevos aportes sobre Arturo Jauretche
(Premio Arturo Jauretche del Banco de la Provincia de Buenos
Aires a las Letras – año 1999), p. 38
(9)
En "The Playboy Interview…”, McLuhan expresa:
“you’ve got to remember that my definition of media is
broad: it includes any technology whatever that creates
extensions of the human body and sense, from clothing to the
computer.” En
otras palabras, todo artefacto o construcción humana puede ser
visto y/o estudiado como un medio.
(10)
McLuah, Marshall. (1964), p. 230
(11) McLuhan, Marshall. (1951). Ver
introducción por Philip B. Meggs, p. ix
(12)
McLuhan, Marshall. (1964), p. xi.
(13) Galasso, Norberto (1997), p. 32
(14) Ibidem.
(15) Carta a Benjamín Abalos (9/7/42).
Citada por Norberto Galasso en “Arturo Jauretche….”
(16) Jauretche, Arturo (1957), p. 92
(17)
McLuhan, Marshall. (1964), p. 34
(18) Galasso, Norberto. (1997), p. 67
(19) Jauretche, Arturo, en borradores,
Archivo Jauretche. Citado por Norberto
Galasso en “Arturo Jauretche…”, p. 68
(20) Goldar, Ernesto. (1975).
“Cuadernos de Crisis”; número 17. Buenos Aires: editorial
del noroeste s.a.i.c.i., p. 66
(21)
McLuhan, Marshall. (1951). The Mechanical Bride: Folklore of the
Industrial Man. Corte Madera: Gingko Press Inc. Ver introducción por Marshall McLuhan, p. vii
(22) Según Althusser, el aparato
represivo del estado está compuesto por Carceles, la Policía,
el Ejercito, etc., mientras que el aparato ideológico del
estado está compuesto por la escuela, la universidad, la
iglesia, los medios, etc.. El aparato ideológico del estado
equivale al aparáto de colonización pedagógica en el trabajo
de Jauretche. La publicidad es un vehículo de este aparato,
“the Medium of another medium”, si se quiere.
(23) Nuevos Aportes sobre Arturo
Jauretche: Premio “Arturo Jauretche” del Banco de la
Provincia de Buenos Aires a las Letras – año 1999. Ver
Monografía por Gustavo Cangiano, entitulada “El Pensamiento
Vivo de Arturo Jauretche”, p. 28
(24) Galasso, Norberto. (1985).
Imperialismo y pensamiento colonial en la Argentina. Roberto
Vera editor, Buenos Aires, p. 266
(25) Dice Jauretche en su Manual de
Zonceras (p. 18 y 29): “Para el que ha leído Los profetas del
odio y la yapa al hablar de esta zoncera no hago más que remir
conceptos allí expresados…este libro es una segunda parte de
‘Los profetas del odio y la yapa’ – es decir una
contribución más al análisis de la pedagogía colonialista
–, en el cual se exponen las zonceras, para que ellas
conduzcan por su desenmascaramiento a mostrar toda la sistemática
deformante del buen sentido y su finalidad.” En otras
palabras, Los Profetas del Odio y la Yapa es un preludio de
Manual de Zonceras Argentinas, y por lo tanto deben consultarse
correlativamente. Esto le dá más peso al trabajo de Jauretche,
ya que sus perspicacias y las de McLuhan están separadas por un
intervalo de 6 años, no 17 (Manual de Zonceras…fue publicado
en 1968; Los Profetas…fue publicado en 1957; The
Mechanical…fue publicado en 1951.)
(26) Jauretche, Arturo. (1968) Manual de
Zonceras Argentinas. Buenos Aires: Ediciones Corregidor, p. 12
(27) Nuevos aportes sobre Arturo
Jauretche, p. 38
(28) Ibid., p. 39
(29) Galasso, Norberto. (1997), p. 7
(30) Galasso, Norberto. (1997), p. 20
(31) McLuhan, Marshall. (1964), p. 49/50,
18.
(32) Goldar, Ernesto. (1975), p. 32
(33) Ghioldi, Américo., La Vanguardia
(14/6/56)
(34) “No trate de economizar sangre de
gauchos, es lo único que tienen de humano. Este es un abono que
es preciso hacer útil al País,” expresa Sarmiento en una
carta al general Mitre (Archivo del general Mitre, Tomo IX,
Carta del 20 de septiembre de 1861.)
(35) Hernández, José. Martín Fierro,
prólogo a la vuelta; “Cuatro palabras de conversación con
los lectores”. Buenos Aires: Ed. Estrada, p. 270
(36) Ramos, Jorge Abelardo (1999).
Revolución y Contrarrevolución en la República Argentina;
Volumen I (1810-1920), p. 177
(37) Ramos, Jorge Abelardo (1999). Vol. I, p. 149
(38) El trazado de los ferrocarriles
ingleses quiebra las rutas históricas del comerio
interlatinoamricano, arroja numerosos pueblos a la decadencia y
la despoblación, invierte en movimiento económico hacia el
Litoral y desvincula antre sí las relaciones comerciales
interprovinciales.
(39) En su Revolución y Contrarrevolución
en la República Argentina: Volumen I, dice Abelardo Ramos:
“Mitre abrió de par en par las puertas del interior y comenzó
la ruina de nuestra economía artesanal. Todo este viejo sistema
que daba de vivir a centenares d emiles de argentinos se derrumbó.
Por obra del ferrocarril, desaparecieron los millares de
carretas con que los troperos, arrieros y boyeros criollos
mantenían las comunicaciones comerciales del interior. Con la
importanción en masa de productos elaborados en Europa, dejaron
de existir el telar, los artesanos, las pequeñas fábricas, los
talleres manufactureros, p.152
(40) En su Historia de los Ferrocarriles
Argentinos, Scalabrini Ortiz cita a un autor británico, Allen
Hutt, quien explica el propósito que guiaba a los ferrocarriles
ingleses en los países coloniales y semicoloniales, p. 265.
(41) Ibidem
(42) Ramos, Jorge Abelardo (1999), Vol. I, p. 151
(43)
Jauretche, Arturo. (1968), P. 35
(44) Goldar, Ernesto. (1975), p. 30
(45)
McLuhan, Marshall. (1977). D’oeil à Oreille; traduit de lánglais par Derrick de
Kerckhove. Montréal: Editions Hartubise HMH, Ltde, p.
140
(46) Ver “Las Universidades
Metropolitanas Buscan Mejorar la Calidad Educativa” por
Liliana Moreno. (Clarin Digital, 30/09/03). Datos oficiales
indican que a las universidades metropolitanas ingresan cada año
150 mil estudiantes de los cuales, 110 mil asisten a la
Universidad de Buenos Aires y la mitad abandona los estudios
durante el primer año. La diserción universitaria en la República
Argentina se debe, en gran parte, a la falta de flexibilidad
académica. Esta manifiesta inflexibilidad se entronca con el
desarrollo puramente academicista de los programas de estudio,
con la imposibilidad de establecer una política articulatoria
adecuada, y con una sacralización de los saberes en términos
iluministas, conjunción que hoy aleja a nuestra universidad de
las necesidades del “país real” y de las posibilidades de
inserción en el sistema laboral y de buena parte de la
sociedad.
(47) Jean Baudrillard es el “French
connection” par excellence hacia McLuhan. En los años ’80
se le consideró en algunos círculos el nuevo McLuhan. Para
Baudrillard, la teoría de El Medio es el Mensaje consituye
justamente la matriz, en cierto modo, de la desaparición, en
todo el campo de la comunicación y de la información, del
sentido. La realidad se ha vuelto experimental. La cultura
occidental vive una época que tiende a simularlo todo.
(48)
Galasso, p. 8
(49)
McLuhan, Marshall (1964), p. 7
(50) Jauretche, Arturo. (1957), p. 178
(51) Jauretche, Arturo. (1973). Política
Nacional y Revisionismo Histórico. Buenos Aires: Peña Lillo
ediciones, p. 80
(52)
Ibid., p. 96
(53)
Galasso, p. 57/58
(54) Jauretche, Arturo (1957). Los
Profetas del Odio y la Yapa. Buenos Aires, Ediciones Corregidor,
p. 107
(55) Jauretche, Arturo. (1962). Forja y
la Década Infame. Buenos Aires: Ediciones Corregidor.
(56) Jauretche, Arturo. FORJA y la década
infame, p. 31; citado por Norberto Galasso en Arturo Jauretche:
biografía de un Argentino, p. 34
(57)
Ibidem.
(58)
McLuhan, Marshall. (1951). Ver introducción por Philip B. Meggs, p. x
(59)
“The Playboy Interview…”
(60) Nuevos aportes sobre Arturo
Jauretche. Ver las declaraciones de Norberto Galasso en la
reproducción del text del debate que con motivo del 25
Aniversario de la muerte del Doctor Jauretche tuvo lugar el 24
de mayo de 1999 en la Sede del Archivo y Museo Históricos del
Banco de la Provincia de Buenos Aires “Dr. Arturo
Jauretche”.
(61) La definición de “sonda” es
cualquier objeto o aparato ultilizado para investigar una
configuración o condición desconocida. Se llamaba “sondas”
a los aparatos que se enviaban al espacio en los ’60 y ’70.
(62) En "The Playboy
Interview…”, sintetizando un poco la desconfianza del mundo
académico de los ’60 hacia McLuhan, Playboy pregunta:
“Isn’t such a methodology somewhat erratic and inconsistent
– if not, as your critics would maintain, eccentric?”
(63) Ibidem.
(64) Hay que tener en cuenta que la
definición de “Medio” que propone McLuhan es bastante
amplia. En su entrevista con Playboy, McLuhan expresa que “any human artifact
can be seen as a medium of communication whose message can be
said to be the totality of satisfactions and dissatisfactions it
engenders.” Esto
quiere decir que ‘virtualmente’ todo puede ser estudiado
como un medio. El lenguaje (sobre el cual se apoyan estructuras
discursivas como el “mito” de Barthes o la “Zoncera” de
Jauretche) es una tecnología que ha traducido el pensamiento en
habla y que a su vez ha sido traducida por otras tecnologias a
lo largo del curso de la civilización (alfabeto fonético,
prensa escrita, radio, teléfono, etc.)
(65)
"The Playboy Interview…”
(66) Jauretche, Arturo (1968), p. 13 y 16
(67)
McLuhan, Marshall (1972). Counter Tsald (“Counterblast”);
traduit de l’anglais par Jean Paré. Montréal: Editions
Hurtubise HMH, Ltée, p. 22/23. Para
McLuhan, el sentido común no es un sentido sino la interacción
simultanea de todos los sentidos (Counter Blast)
(68) Jauretche, Arturo (1957), p.
123/124.
(69) Jauretche, Arturo (1957), p. 110
(70)
Galasso, p. 14
(71)
“The Playboy Interview…”
(72)
McLuhan, Marshall. (1964), p. 83
(73) Ver “Tarados con Transistor.”
Publicado por Santos y Señas en febrero de 1960 y recompilado
en Filo, Contrafilo y Punta, p. 29
(74) “Tarados con Transistor”, p. 33
McLuhan, Marshall. (1964), p. 8 & 9.
(75) Ibidem
(76) Nuevos Aportes sobre Arturo
Jauretche, p. 31
(77) Jauretche, Arturo (1968), p. 11
(78) Jauretche, Arturo. (1972).
Pantalones Cortos. Buenos Aires: A. Peña Lillo editor S.R.L.,
(79) p. 255/256.(80) En su “Manual de
Zonceras…” (p. 12) Jauretche dice: “El humorismo popular
ha acuñado aquello de “Mama, haceme grande que zonzo me vengo
solo!”. Pero esta es otra zoncera, porque ocurre a la inversa:
nos hacen zonzos para que no nos vengamos grandes, como lo
iremos viendo.”
(81) Jauretche, Arturo, de M. A. Scenna,
p. 153
(82)
McLuhan, Marshall. (1951), p. v
(83) Jauretche, Arturo. (1957), p. 100 y
72
(84)
McLuhan, Marshall (1972). Counter Tsald (“Counterblast”);
traduit de l’anglais par Jean Paré. Montréal: Editions
Hurtubise HMH, Ltée
(85) Jauretche, Arturo. (1964). Filo,
Contrafilo y Punta. Buenos Aires: Ediciones Pampa y Cielo, p.
19/20