Estamos
en la Argentina donde existe una tradición cooperativa, quizás
un poco demasiado rigurosa ideológicamente, y donde existe un
fuerte movimiento mutual asegurador.
El
desarrollo del mercado asegurador en la Argentina se dará
principalmente:
a)
sobre los seguros de Vida individual y colectivo,
integrados al seguro público;
b)
sobre el seguro sanitario y médico, integrados al seguro público.
Estas
dos afirmaciones deben definir nuevas estrategias que impliquen nuevas
alianzas políticas y de mercado, y quizás, inversiones
consistentes, o muy consistentes, para empresas -las nuestras- de
éxito, pero muy a menudo subcapitalizadas respecto de las primas
obtenidas y al desarrollo bastante rápido llevado a cabo en los
tres decenios pasados.
Resulta
necesario partir del concepto de economía social.
Observo
que la pertenencia a la economía social está en parte
determinada por un dato jurídico (Estatutos que prevén: un
socio-un voto; ausencia de objetivos de lucro individual) pero
sobre todo está determinado por los comportamientos concretos de
los responsables de la gestión de la sociedad y de los servicios
de la empresa. Por lo cual puede pensarse que mutuales o
cooperativas, en cuyos estatutos figuran los cuatro principios o
criterios base: 1) libertad de adhesión; 2) gestión democrática;
3) ausencia de objetivo de lucro individual, podrían en realidad
portarse en forma no coherente. Y viceversa.
Por
lo tanto, se necesita tener una visión no rigurosa y absoluta
sino práctica al definir si una empresa pertenece al campo de la
economía social, o a un territorio “contiguo”, es decir,
colindante hasta acoplarse. Con intereses comunes o ideales
convergentes o concretos.
En
la reciente legislación italiana, en 1992 (y creo que algo análogo
existe en su par francesa) se definió la posición jurídica del
“socio benefactor”, es decir,
de aquel socio que provee de capital de riesgo a la
cooperativa. puede entrar o salir, su capital debe ser remunerado,
su derecho a voto es limitado.
Muchas
son en Europa las sociedades por acciones, o de capital,
controladas por mutuales o cooperativas decididamente
pertenecientes a la economía social.
Fundaciones
o entes morales controlan bancos o cajas de ahorro. En muchas
empresas de todo tipo está presente el capital del Estado o de la
Municipalidad. Si se comportan con eficiencia y competitividad en
defensa del beneficiario de los servicios o del consumidor, si están
administradas con participación de los mismos, de forma
transparente, con un estilo democrático en relación con sus
empleados, ¿por qué no debemos considerarlas lisa y llanamente, en el
más amplio sentido, dentro de los confines (¿un segundo “círculo”?)
de la economía social?
Reflexionemos.
Con
ellas, y con las organizaciones sindicales de trabajo en relación
de dependencia, con las de los profesionales, con las de las pequeñas
empresas (¿un tercer “círculo”?) debemos construir
relaciones de colaboración, acuerdos comerciales para la
participación en sociedades de interés común. En interés recíproco.
Pensando
sobre todo, pero no solamente, en los seguros de vida individuales
o de grupo y en los fondos de pensión; pensando, no solamente, en
el seguro sanitario integrado a su contraparte pública.
Las
pequeñas mutuales deben unirse, o crear entre ellas instrumentos
(sociedades por acciones) para administrar en común, desde la
informática a la formación, a las nuevas redes de venta, con
ventajas recíprocas. Abriéndose al acceso de capital externo a
la mutual de base. También privado, remunerándolo en forma
razonable. Hoy
adversario y desconfiado, mañana, aliado en el mercado, no tiene
nuestras ideas. Esta nueva estrategia se persigue con determinación
y coraje. No es fácil. No carece de riesgo. No se ha dicho que
cualquiera pueda tener éxito. Se necesita también de un marco
político y de una situación económica que facilite esta
innovación. No tenemos alternativas. Permanecer quietos es la
forma más segura de ser derrotados: es sólo cuestión de tiempo.
Por
lo tanto: alianza de mercado. Sinergias. Inversiones recíprocas.
No sólo a nivel argentino sino a nivel del “MERCOSUR”
europeo.
¿Por
qué vamos a dejar esta ventaja competitiva únicamente a
las aseguradoras constituidas como sociedades anónimas?
*
Enea Mazzoli es presidente de la
Fundación César (Centro Europeo de Investigación de
Economía Social) -http://www.fondazionescesar.it/- y ex
Presidente de Coop-Italia y de UNIPOL Assicurazioni
El
precedente es un fragmento de su exposición en el Seminario
Internacional Crecimiento
Económico con Desarrollo Social (1997) sobre “Nuevas formas de capitalización sin perder la naturaleza
cooperativa. Acceso al mercado de capitales”.
(Traducción:
Mónica Sacco)
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