La
adopción ha sido muy bien acogida en nuestra sociedad, y cada
día existe un mayor número de padres que no sienten necesidad de
ocultar al hijo la adopción, como tampoco a la comunidad.
La
revelación debe hacerse tan pronto se perciba que el niño está
en condiciones de comprender la verdadera situación. Lo que no
implica estar de modo permanente atentos y expectantes, esperando
el momento para conversar con el niño. Las primeras preguntas
acerca de las diferencias sexuales, las primeras sobre el origen
de los niños, son las que nos indican que se inicia la época en
que el niño está en situación de empezar a saber ciertos
hechos. Hay que valerse de la natural curiosidad del niño, y
cuando él lo demanda con sus preguntas. En ese momento es cuando
hay que empezar a suministrarle la información que nos está
reclamando. Las mismas preguntas nos marcan el momento apropiado.
Pero en este punto es preciso hacer una aclaración. Cuando el
niño se desarrolla en un ambiente familiar con un alto nivel de
represión, en el que se siente impedido a preguntar, no puede
actuar libremente y explorar la realidad según sus propios
deseos; cuando la iniciativa y la curiosidad natural se encuentran
limitadas por las prohibiciones (prohibiciones en general, que
pueden no estar dirigidas solamente a las investigaciones sexuales
del niño, sino a sus actividades en general) las preguntas se
reprimen. Al encontrarse con estos límites, el niño no interroga
de forma directa lo que desea saber, pregunta de manera
sustitutiva, entonces se debe prestar especial atención para
captar el verdadero sentido de sus formulaciones. El no preguntar
de forma directa, "de dónde nacen los niños", o
"adónde estaba yo antes de nacer", puede, como hemos
dicho, deberse a que el niño mantiene la resistencia de los
padres a revelar la verdadera situación. Es decir, la verdad de
la adopción y del nacimiento. Muchos padres nos dicen,
refiriéndose al hijo: "nunca le hemos hablado porque nunca
ha preguntado". Es preciso que los padres sepan que el hijo
adoptivo no se interroga directamente sobre su situación
adoptiva, sino que lo hace de una manera encubierta, reemplazando
los términos y colocando otros en su lugar. Por tales
hechos, insistimos en que son los padres los que deben
poder encontrar los momentos oportunos e incorporar la
información esclarecedora para calmar así la ansiedad del niño.
Estos momentos a los que nos referimos, en general, deben ser
esperados a partir de los dos años aproximadamente
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