Así
como se plantea la necesidad de que el hijo adoptivo sepa
claramente cuál ha sido su origen, es también importante que los
padres adoptantes sepan por qué recurren a la adopción y para qué
lo hacen.
El hecho en sí de la adopción crea, evidentemente, una categoría
muy diferente a a la que produde entre padres e hijos biológicos.
La adopción implica ciertos riesgos pero difieren bastante de los
que corren las parejas fértiles cuando deciden tener hijos.
Algunos autores recomiendan, que la adopción se lleve a cabo con
niños pequeños. Esta sugerencia debería ser revisada a la luz
de los nuevos criterios propuestos para enfrentar el tema de la
adopción. Se trata, mediante la adopción de niños pequeños, de
reproducir, al menos en parte, la natural situación de la madre
biológica que ha dado a luz un niño y que emprende, por
consiguiente, su crianza y educación. Al menos se trata de
reproducir el modelo natural, por supuesto con características y
fenómenos muy diferentes. Parece ser que la adopción de un niño
pequeño reañimenta, de alguna manera, las frustraciones que
llevaron a la pareja infértil al recurso de la adopción. La
pareja infértil no logra renunciar a la paternidad y maternidad
biológicas, y por lo tanto, se valen del bebé adoptado para
imitar el modelo natural de crianza. Esto no debe contribuir a la
negación de la infertilidad y al engaño frente a la herida que
ha sufrido el narcisismo por la imposibilidad de procrear. Se
podría admitir que la pareja reconozca que desea un niño
pequeño por las enormes gratificaciones que ofrece la temprana
infancia. Muchas parejas, motivadas por la profunda frustración
que ha dejado la infrtilidad, adoptan un niño pequeño sin tener
en cuenta la necesaria atención y cuidados que comporta la
tenencia de un bebé de pocos meses; para lo que incluso ni
siquiera están preparados y dispuestos. Hayque tener muy en
claro, qué es lo que se le puede ofrecera un hijo adoptivo y
hasta dónde los padres se encuentran dispuestos a llegar. Con
mucha frecuencia las parejas estériles encuentran a su alrededor
aliados que sugieren el recurso de la adopción de un niño
pequeño basándose en el argumento de que: "si es pequeño
será más fácil adaptarlo al nuevo entorno familiar", o
"podrán influir con mayor libertad para formar el carácter
del niño de acuerdo con el de los padres", etc...
La situación cambia, y nos obliga a una reflexión más serena,
si planteamos seriamente los verdaderos motivos que nos impulsan a
la adopción. Si la verdadera necesidad del nio respondea una
causa amorosa, en la que ambos miembros de la pareja se
identifican plenamente, no creemos que sea necesario el engaño de
recurrir al niño pequeño, con todas las dificultades y riesgos
que entraña para algunas parejas el afrontar las dificultades de
la crianza. El hecho de que la adopción aporte distintas
posibilidades de elección merece ser tenido encuenta. Cuando una
pareja fértil se plantea la posibilidad de tener un hijo, no
cuentan con la oportunidad de elegir, por lo tanto se ven en la
necesidad de aceptar la crianza del niño desde que nace, además
de aceptar su sexo.
La edad en que debe ser adoptado el niño, no llega a ser tan
importante como otros factores que son necesarios para establecer
un buen vínculo con él. Todas las gratificaciones que reciban
los padres adoptivos serán hechos que deberán ser logrados como
resultado de de que ellos mismos hayan puesto en el vínculo con
él.
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