METAMORFOSIS DE LA CULTURA LIBERAL Por Gilles Lipovetsky-(Anagrama)-Trad.: R. Alapont-128 páginas-($ 37)
En noviembre de 2001, concluidos los
"felices noventa" con el estallido de los escándalos
corporativos en Europa y EE.UU. y el atentado a las Torres Gemelas,
Gilles Lipovetsky fue invitado a dictar una serie de conferencias en
Canadá. Era un momento oportuno para que el autor de La era del vacío
-quizás el mayor apologista de la posmodernidad- reflexionara sobre
su pensamiento a la luz de un nuevo panorama mundial: la década de
expansión económica aparentemente ilimitada quedaba atrás, al
igual que la Pax Americana que había hecho del planeta un destino
turístico.
Las charlas de la gira canadiense,
recopiladas en Metamorfosis de la cultura liberal.
Etica, medios de comunicación, empresa, pueden entenderse entonces
como el intento de Lipovetsky por recolocar su ideario esencialmente
individualista en un mundo incierto. Desde el título parece
proponer una revisión centrada en la ética. Hablar de
"metamorfosis", sin embargo, resulta excesivo: en estas páginas
Lipovetsky hace nuevamente un elogio de la cultura del consumo, sólo
que ahora dedica más espacio a argumentar que este estado de cosas
es no sólo ineludible sino, además, deseable.
La primera disertación del volumen, "¿Narciso
en la trampa de la posmodernidad?",
es el agradecimiento al doctorado honoris causa que le otorgó la
Universidad de Sherbrooke. El francés posa de solitario y fatigado;
los honores recibidos, dice, no son sólo una caricia a su "ego
vanidoso" sino también un incentivo para continuar con una
investigación en la que está expuesto cotidianamente a la duda y
la inquietud.
La segunda conferencia, pronunciada también
en Sherbrooke, es más ambiciosa. Titulada "Muerte de la
moral o resurrección de los valores: ¿qué ética aplicar en
nuestros días?", analiza algunos dilemas morales de las
sociedades capitalistas avanzadas. El francés admite que la moral
ha dejado de ser "austera" y "autoritaria", para
reciclarse según las leyes "del show business": las
maratones televisivas de caridad y los conciertos a beneficio serían
ejemplos emblemáticos de esta nueva moral. E insiste luego en una
distinción ya expuesta en obras anteriores: el individualismo
responsable y el irresponsable. Para que triunfe el primero,
sostiene, "habrá que movilizar las inteligencias, formar y
calificar a las personas, regular el mercado y la globalización,
inventar dispositivos más favorables a los países en vías de
desarrollo".
Este decálogo generoso contrasta con la
propuesta del tercer texto del volumen, "El alma de la
empresa: ¿mito o realidad?", presentado en el Colegio
Dominicano de Filosofía y de Teología de Ottawa. Sorprende
descubrir que Lipovetsky no advierte que, en ese ámbito, el título
de su conferencia podría tener una doble lectura. Lo cierto es que
no hay ni una pizca de ironía en su descripción de una sociedad fóbica
que resulta perfectamente funcional para los intereses corporativos,
ansiosos por repartir el riesgo pero no las ganancias. En este
marco, es natural que considere aceptable, por ejemplo, que para
preservar puestos de trabajo las empresas de países desarrollados
entreguen sobornos "en ciertas regiones del mundo", sin
preguntarse por el impacto de esas prácticas en los países en
desarrollo.
El volumen se cierra con la conferencia
pronunciada en la Universidad de Ottawa, provocativamente titulada "¿Hay
que quemar a los medios?" Más allá de su retórica
efectista, el francés logra en este análisis más equilibrio que
en los anteriores: reconoce el poder movilizador de las imágenes
("La intensa emoción por la destrucción del World Trade
Center, ¿habría sido similar sin las imágenes televisadas?")
y el carácter adictivo de los medios audiovisuales, pero no les
atribuye poderes ilimitados. Cita como ejemplo "el linchamiento
mediático" de Clinton durante el affaire Lewinsky, que no
alcanzó para expulsar de la Casa Blanca al ex presidente
norteamericano.
Sobre el retroceso de la cultura letrada,
Lipovetsky sostiene: "Cada vez más los libros son objeto de
un uso utilitario, ya sea en relación con la actividad profesional
o con la vida cotidiana. [...] No es la pasión por el pensamiento
lo que triunfa, sino la exigencia de saberes y de informaciones
inmediatamente operacionales". La descripción se aplica
perfectamente a esta serie de conferencias, que resumen en poco más
de cien páginas de prosa liviana, una propuesta de ética indolora
ya presentada en otros libros del autor. Aunque originado en un
contexto académico, Metamorfosis... termina siendo un
breviario de autoayuda filosófica, donde los dilemas morales se
resuelven sin esfuerzo intelectual y sin apelaciones al sacrificio,
como en los años de pleno auge del pensamiento posmoderno. El mejor
de los mundos posibles. Peccato que los bárbaros, los excluidos,
estén golpeando ya a las puertas de la ciudad.
Gentileza de: http://www.lanacion.com.ar
|