Los indicadores socioconductuales dicen que esta sociedad se encuentra
atrapada, paralizada y atemorizada, y para el colmo, ha
quedado preñada de la cultura del facilismo y del relativismo
y sobre todo de una ausencia de la conciencia moral.
Vivimos con el engaño y el autoengaño, con la exclusión
y la corrupción. Andamos con la permisividad y nos bañamos
con la exoneración de la culpa. Aceptamos que los
perversos son los más inteligentes y que los recatados son
los desadaptados sociales. Creemos en el respeto y
practicamos el acoso moral; las familias se desintegran; las
drogas han pasado ha ser la mayor movilidad socioeconómica y la
gente resuelve las diferencias con las armas y no con la palabras;
hemos abandonado a Hostos y hemos creído en Maquiavelo. De verdad
que esta sociedad está enferma. Cuando las sociedades son
parcas en la penalización del crimen y las familias han dejado de
ser la mejor inversión social y un producto de primera necesidad;
donde para muchos las familias son pedazos de cosas donde se
mitiga la soledad; entonces sí es verdad que vamos mal. Si los
alumnos desertan de las escuelas, si crece el desempleo, la
marginalidad social, y las personas en edades productivas no
cuentan con las habilidades, las destrezas para producir riqueza y
sentirse con utilidad social, es de esperarse que la frustración,
la desesperanza y el pesimismo social puedan crecer y convertirse
para muchos en un estilo de vida social. Las conductas
disociables empiezan en la niñez y en la adolescencia, la
socializa una familia disfuncional o rota; la cultivan en una
sociedad moralmente enferma y éticamente de rodillas. Los
resultados se cuantifican en aumento de muerte violenta,
feminicidio, abuso sexual, inseguridad ciudadana, violencia doméstica,
pandillerismo bandolerismo, crimen organizado, ajustes de cuentas,
asesinato por encargo, entre otros. Los sociópatas y psicópatas
son dos resultados del desamor, del despego, de la exclusión, de
los maltratados y del resentimiento acumulado por años, más, la
búsqueda de satisfacciones inmediatas, y de frustraciones mal
manejadas, pero sobre todo, estos antisociales vienen con una
ausencia de la parte ética y moral de su personalidad y con una
fuerte percepción de su importancia psicosocial. La psiquiatría
y la psicología social deben explicarle a la sociedad el por qué
del sufrimiento social, las razones del desamparo moral y social
en que vivimos. La sociopatía actual, es el resultado de
múltiples factores, de deudas sociales acumuladas e insastifechas
por años, y lo más penoso, es que parecemos atrapados,
paralizados, y sobre todo, hemos perdido la capacidad de asombro.
Gentileza de: www.listindiario.com.do
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