Bendiciendo
académicamente a la cultura popular
Cuando
John Fiske escribió a fines de los años 70 Television Culture
su célebre análisis pionero acerca de la TV, mas de uno se sorprendió.
De un plumazo se inventó un nuevo género académico cual fueron los análisis
teóricos de la TV, mas de un estudiante de comunicación se avivo de en
qué área hacer su tesis, y al final después de un tiempo todo volvió a
la normalidad.
La
TV que si bien merecía la bendición de los análisis académicos -pace
Fiske en USA, u Oscar Landi en nuestro país, pero en una longitud
de onda mucho mas parecida a la que Johnson describirá mas abajo- no podía
aspirar a mas que a eso. Su valor no le era intrínseco sino que era
apenas una excusa para hacer el agosto de los intelectuales y académicos
que habían encontrado un hombre de paja adonde asestar mandobles fáciles,
provenientes de la alta cultura.
Cuando
Fiske escribió esa obra fundacional los videojuegos apenas algunos
años de vida y a nadie se le podía ocurrir que los mismos iban a recibir
un arco de atención que seguiria pari passu (aunque esta vez bastante mas
sincronizados en el tiempo con su objeto de análisis) el camino del análisis
(critico) de la TV. Pero lo cierto es que al poco tiempo empezaron a
pensarse a los videojuegos y a teorizarse sus ventajas y desventajas.
La
TV que si bien merecía la bendición de los análisis académicos -pace
Fiske en USA, u Oscar Landi en nuestro país, pero en una longitud
de onda mucho mas parecida a la que Johnson describirá mas abajo- no podía
aspirar a mas que a eso. Su valor no le era intrínseco sino que era
apenas una excusa para hacer el agosto de los intelectuales y académicos
que habían encontrado un hombre de paja adonde asestar mandobles fáciles,
provenientes de la alta cultura.
Hoy
cuando ya han pasado 25 años desde esa era fundacional casi todo el mundo
esta de acuerdo mas o menos en lo mismo. Puede ser que los videojuegos no
sea tan nefastos como cierta visión instalada insiste en propagar. Pero
en todo caso lo único bueno que pueden llegar a tener es precisamente la
mejoría de la coordinación mente-ojo.
Y
esa ventaja también debe matizarse porque la misma se hace al precio de
la explotación de tramas innobles y sobretodo de temáticas siempre
rayanas en la reivindicación del sexo al punto que si tanto es el precio
mejor es pasarlos por alto enteramente.
Por
lo que vemos hay algo en la matriz cultural de la critica a la Televisión
y a los Videojuegos que los subtiende por igual y los convierte en kelpers
del conocimiento y la cognición. Como buenos excrementos de la
cultura popular que ambos son.
Contra
el reduccionismo simbólico/semiótico de los videojuegos y la TV
Pues
bien tanta tranquilidad critica ha llegado a su fin. Tanta desvalorización
fatua va a tener que remontar su indolencia si quiere que alguien la tome
todavía en serio, o sirva para afirmar alguna carrera, consiga mas dinero
para grants o justifique la misma moralina de antes.
Por
cuanto gracias a una serie de investigaciones cada vez mas refinadas (de
las cuales el libro que examinamos recientemente The
Video Game Theory Reader de Mark J.P. Wolf & Bernard Perron
(Routledge, 2003) bastante dio para transitar) están poniendo patas para
arriba esta reducción semiótica o simbólica de los videojuegos (pero
también de la televisión) y están insistiendo en que hay que barajar
las cartas del análisis y dar de nuevo.
La
relectura de la televisión que iniciamos aquí va de la mano de la
reciente publicación de Steven Johnson Everything bad is good
for you. How today's popular culture is actually making us smarter (un
adelanto de la cual fue publicada por la edicion dominical del NYTimes
del 24 de abril del 2005 bajo el titulo Watching TV makes you smarter).
Siguiendo
con sus intervenciones anteriores -especialmente en Sistemas emergentes
y en Mind Wide Open: Your Brain and the Neuroscience of Everyday Life-
Johnson vuelve a agitar el avispero al poner en resonancia una lectura que
tiene su base de operaciones en el entrecruzamiento de las
neurociencias, las teorías narrativas, la teoría de las redes sociales y
la economía.
Desde
hace un tiempo Fox viene irradiando la serie 24 ampliamente
criticada en USA por su visión maniquea de los terroristas
musulmanes, y por su delectación en la promoción de la violencia. En un
episodio trasmitido en USA en enero del 2005 y en nuestro país hace un
par de semanas la provocación alcanzo grados sobresalientes. Así un
terrorista contrata a un asesino a sueldo para matar a su hijo no
suficientemente adscripto a la causa. Y en el mismo episodio el Secretario
de Defensa de USA autoriza la tortura de su propio hijo con vistas a
descubrir la existencia ( no) de una conjura terrorista.
Para
Johnson lo notable e inesperado no son las lineas argumentales aquí
aludidas sino que el cambio de contenido ha ido de consuno con un cambio
de las formas. En los escasos 44 minutos que dura el episodio, este conecta
las vidas de 21 personajes diferentes, cada uno con un arco narrativo
propio (personalidad definida con motivaciones y obstáculos,
relaciones especificas con los otros personajes, etc.).
Nueve
hilos narrativos
se despliegan a lo largo de estos 44 minutos apoyándose extensivamente en
información y hechos presentados en los episodios previos. Si hiciéramos
un grafo interconectando a todos estos personajes y sus relaciones lo que
tendríamos no es nada parecido a Bonanza o a Lassie sino a La
Casa Verde de Mario Vargas Llosa con cuatro lineas argumentales
en tres tiempos simultáneos, etc.
Lo
que esta inesperada constatacion deja al descubierto es que las letanías
de los Sartori y compania (que tan facilmente han sabido prohijar
adeptos en nuestro pais) acerca de la caída abrupta de las masas en la
estupidez, gracias a los servicios siempre disponibles de una televisión
rayana en el grado cero del conocimiento, deben ser radicalmente
revisadas.. y descartadas.
Porque
lo que programas como 24, ER y The West Wing están demostrando
semana a semana es que la cultura televisiva se esta volviendo cada vez
mas -y no menos- cognitivamente exigente. Para poder entender que pasa
en programas como en 24 hay que hacer un esfuerzo cognitivo
considerable que no tiene parangón con la TV que veiamos y nos gustaba (o
no) de hace 20 años atrás.
Series
hipercomplejas, cerebros hiperestimulados
La
conclusión de mirar las series hipercomplejas se cae de suyo. Para poder
divertirnos con series como 24 tenemos que prestar mucha atención,
hacer muchas inferencias y sobretodo llevar una detallada (y difícil)
cuenta de las relaciones sociales en constante mutación de los personajes
que se multiplican y metamorfosean diabolicamente en estas series
contrariando la navaja occaniana de que los "entia non sont
multiplicanda" (de que las nociones explicativas tienen que reducirse
al mínimo).
Johnson
llama -siguiendo una indicación de la película Sleeper (1973) de Woody
Allen- Curva del Dormilón a la constatacion de que los
videojuegos, la violencia televisiva, las comedias de situaciones
juveniles, pero especialmente los reality shows, tienen un valor
nutricional e intelectual de primera magnitud.
Tradicionalmente
hubo dos maneras igualmente torpes y desviadas de pensar estos fenómenos.
La primera la sartoriana ve en el desarrollo de la cultura popular de los
últimos 50 o 500 años un pasaporte seguro e irreversible hacia la
decadencia de la cultura occidental.
Otra
postura, que supuestamente contrarresta a la anterior, insiste en que aun
si es cierto que los medios han perdido estatura moral y capacidad de
liderazgo ético, al menos han
ganado en realismo y en crudeza, mostrándonos el mundo tal cual es
-aunque eso no nos guste demasiado.
Pero
hay una tercera manera de ver el fenómeno, que es la que adopta Johnson,
y que nosotros graciosamente compartimos, a saber que los medios no
tiene porque ser el faro de la moral burguesa, y que mucho mejor que
seguir viéndolos como maestros desviados, o como omnipotentes promotores
de la incultura juvenil, seria entenderlos como entrenamientos en
cognición diversa y compleja.
Es
probable que los medios actuales estén trasmitiendo mas mensajes
negativos, que en ningún otro momento de la historia. Sin embargo un
mejor baremo en cuanto a medir los efectos de los medios no es tanto en términos
de impacto positivo (o negativo) sino analizando que tipo de
pensamiento hay que ejercer para convertir una experiencia cultural en
sentido.
La
TV también sirve para pensar.
He aquí el motto de Johnson refrendado por análisis astutos y detallados
de la evolución de las formas televisivas.
Lo
que pasa es que nuestra herencia aristotélica y nuestra familiaridad con
la imprenta han llevado a valorizar en forma extrema la linealidad del
texto y la omnipotencia de una narrativa única. Quienes alguna vez
gozamos con El Show de Mary Tyler Moore o con Murphy Brown nos
encontrábamos con series inteligentes que venían preempaquetadas en las
palabras y acciones de personajes tan o mas inteligentes que nosotros
mismos.
En
estas series los protagonistas permanentemente se lanzaban unos a otros
comentarios y exabruptos uno mas brillante que el otro, y nosotros compartíamos
enternecidos y empaticamente un nivel de agudeza y rapidez mental e
intelectual que difícilmente encontramos en la vida real y en el mundo
laboral de cada quien. Pero suponiendo que entendiéramos los detalles y
retruécanos no cabe duda de que en estas series no hay que hacer
esfuerzo intelectual alguno para gozar del show. No desafiamos a
nuestra mente viendo programas como estos, mas de lo que lo hacemos
mirando Fútbol de primera los domingos a la noche. Porque en ambos
casos. El juego intelectual tiene lugar en la pantalla no en nuestra
cabeza.
La
TV parasita a la lectura
La
novedad -porque a veces hay novedad a Dios gracias- es que un nuevo tipo
de inteligencia televisiva afloró en el ambiente hace un rato pero
necesitamos de un cool hunter memetico como Johnson para
apercibirnos. Y este nuevo tipo de televisión parece parasitar todos los
componentes cognitivos nobles asociados beatificamente a la lectura: atención,
paciencia, retención, paneo simultáneo de lineas narrativas.
Aunque
no nos hayamos dado cuenta, hace ya mas de 50 años que la televisión en
vez de volver a la gente mas estúpida -como los Sartorianos se jactan de
haber descubierto- lo que ha hecho en cambio es poner una presión inmensa
sobre estas capacidades cognitivas que por algún motivo insondable
creiamos inextricablemente asociadas a la lectura.
La
complejidad creciente esta asociada a tres elementos centrales: múltiples
relatos, señalamientos intermitentes y redes sociales. Lo que pasa es
que estos rasgos no nacieron hoy, ni en los años 90, aunque muy pocos lo
advirtieron previamente sino en 1981/7 con la serie Hill
Street Blues, un drama policial de Steve Bochco valorado (o
deplorado) por su realismo virulento (para una síntesis
completa de los episodios).
A
diferencia de las series canónicas previas como Starsky
& Hutch o Dragnet
que se basaban en los avatares de un personaje o dos, que se centraban en
un argumento dominante y tenían un cierre en cada episodio. La única
novedad en Starsky & Hutch sobre esta formula lineal era introducir un
subargumento cómico al final del episodio en un formato sencillisimo.
En
cambio un episodio de Hill Street Blues complica esta descripción de
manera sorprendente. La narrativa enlaza muchisimas hebras diferentes,
a veces hasta 20 aunque muchos de ellos aparecen tan solo pocos
segundos en la pantalla. El numero de personajes básicos aumenta también
exponencialmente. Y sobretodo cada episodio tiene bordes borrosos ya
que retoma hechos de capítulos anteriores y los deja abiertos para ser
retomados en los posteriores.
Para
Johnson y sin descartar sus rasgos idiosincraticos Hill Street Blues no
rompe estrictamente con las formas previas, ni invento los nuevos
formatos, por cuanto sigue la estructura de una serie tradicional. Lo que
hizo de novedoso fue combinar la estructura narrativa compleja (que ya la
preexistía) con una temática en si misma compleja. ¿O acaso Dallas
no mostró que un episodio podía no resolverse y ser seguido (y esperado)
a lo largo de las semanas? Pero el contenido de Dallas era realmente estúpido.
Y hubo muchos otros programas como
All in the family que revelaban que la TV podía ocuparse de
asuntos serios, pero en este caso lo hacían desde la comodidad del
living.
La
TV inteligente de hoy. Larga vida a The Sopranos
Pero
Hill Street Blues ya cumplió casi un cuarto de siglo. Y fue a su vera que
se genero la televisión inteligente de hoy en la cual se destaca el canon
de nuestro tiempo que son Los
Sopranos . Donde Tony reina, hay una docena de lineas narrativas
con mas de 20 personajes entrando y saliendo permanentemente.
Si
bien el numero de lineas argumentales simultáneas es semejante a las de
Hill Street Blues, cada linea es mucho mas detallada y compleja. Aquí no
hay argumentos mayores y menores, todo importa y todo tiene su valor
propio. Ademas en Los Sopranos hay un tratamiento coral de las
situaciones que nos remite a Bach o a Shakespeare -manteniendo
o no las distancias. Porque cada escena conecta generalmente con tres
lineas simultáneas, y ademas, cada hecho se conecta con episodios
anteriores, arrastrado a veces a lo largo de varias temporadas y
proyectando el futuro abierto, lo que genera una polifonía de situaciones
que nos hacen maravillarnos y al mismo tiempo temer el hiperrealismo, la
densidad y la "humanización" propia de esta forma de
narrar.
Johnson
que ha dibujado estas secuencias nos muestra gráficamente no solo un
mapa de la evolución de los formatos televisivos sino también un mapa de
los cambios cognitivos en la mente popular. Contrariando todas
nuestras expectativas el éxito de Los Sopranos muestra que el publico de
TV de hoy quiere una complejidad inexistente e indeseada en los 80. Cuando
apareció en 1981 Hill Street Blues parte del publico se quejaba de que
era casi imposible seguir tres tramas simultáneamente, hoy seguramente si
a alguien se le ocurriera simplificar a Los Soprano nadie la volvería a
ver.
He
aquí el corazón del monstruo. Mientras que nos llenamos la boca durante
década y media insistiendo en la necesidad de liberar a las narrativas
textuales de la docencia aristotélica, invocando multiseries narrativas
hipertextuales que casi nadie logro dominar aun, la TV nos clavaba un puñal
en la espalda demostrándonos que el multi-perspectivismo es el rasgo
estructural mas celebrado de la televisión actual. Y aun así el
multi hilvanamiento solo es un rasgo entre otros de la naciente novedad.
Tomemos
una serie o película de ciencia ficción cualquiera Cada tanto un lego
pregunta inesperadamente que están haciendo con un acelerador de partículas,
se trata de un llamado de atención que le brinda al publico la información
que necesita para poder entender lo que sigue ("Ojo con tirarle agua
encima porque se pudre todo"). Estos señalamientos sirven como abreviaturas
narrativas, no hace falta que se sepa mas del asunto, pero si no sabe
por lo menos esto no se va a entender lo que sigue.
Los
señalamientos son atajos que permiten fijar la atención y no exigen
diversificar indefinidamente la energía comprensiva. Se trata de flechas
que ayudan a ver en la dirección de lo que importa.
Pero
en la TV inteligente hay poco y nada de estas flechas cuando aparentemente
mas se las necesitaba debido al crecimiento exponencial de las historias y
los argumentos. La completitud informacional que existía en las
series clásicas ha desaparecido por completo en The Sopranos o The
West Wing. En aquellas hay preguntas que se contestaban por si o por
no, hay dudas que la trama resolvia o disolvia.
En
cambio en las series inteligentes -especialmente en The West Wing-
lo que vemos es la deliberada introducción de misterios y ambigüedades
en el presente no en el futuro. Los personajes actúan y deciden pero
les falta una información que ni nosotros tenemos como espectadores
omniscientes. Por eso viendo algún episodio de The West Wing, y
constatando como una y otra vez se hace mención a situaciones o
cuestiones que ignoramos, nos dan ganas de repasar la cinta y ver qué nos
perdimos. Pero de hacerlo nos sentiríamos aun mas frustrados, porque esa
información crucial nunca fue presentada inicialmente. La idea de la
serie es que nosotros sintamos la misma confusión que sienten los
personajes.
A
diferencia de las series clásicas aquí la pregunta clave no es ¿Como
terminara esto? sino ¿Que esta pasando? y la mayoría de las veces no
lo podemos saber, como muchas veces no lo podemos saber en la vida real.
La
falta de anclajes se extiende maliciosamente hasta el micronivel de los diálogos,
y en este sentido ER es una ejemplo maravilloso y exagerado, donde casi
3/4 de los diálogos son incomprensibles para los legos -que somos todos
los espectadores que nunca estudiamos medicina - pero también para los médicos
de la serie que en realidad son actores. Por eso mas que insistir en la
cantidad de sangre y de golpes bajos que retozan entre los episodios de ER
habría que prestar bastante mas atención a la sutileza y discreción con
que trata a sus personajes y sobretodo al espectador.
Cuando
la excepción es la regla
A
la objeción de que Johnson le ha dedicado demasiado tiempo y espacio a
los shows finos pero ha pasado totalmente por alto las toneladas de basura
que han invadido a la TV últimamente, y en especial a la infección
virosica de la endemolmania que inventa reality shows sin parar, su
respuesta es cáustica y programática. La TV de todos los tiempossiempre
tuvo escasos buenos programas y siempre exhibió bazofia a granel. No
tiene sentido comparar a El Millonario con Mash, no mas que a Survivor con
ER. En cada categoría siempre hubo programas similares y la comparación
esta vez vuelve a dar un resultado sorprendente.
Porque
comparar El Millonario con sus sosias de los años 80 muestra que no solo
los programes del prime time han aumentado en complejidad y exquisitez,
sino que también la programación basura lo ha hecho en no menor proporción.
Mientras
que la televisión de los 60/70 tomaba sus claves del teatro, los reality
shows de hoy están calcados sobre los videojuegos. Se trata de una serie
de juegos competitivos que se vuelven cada vez mas desafiantes. hasta el
punto de que algunos reality toman prestados de la cultura de los juegos
un rasgo todavía mas llamativo: las reglas no están dadas desde el
principio, uno aprende a jugar, jugando.
Quien
haya logrado ver por debajo de la superficie del "estas
nominado" y del glamour post-televisivo de las revistas reciclando
ganadores, habrá podido comprobar como los reality tomaron prestado otro
elemento central de los videojuegos a saber el descubrimiento de puntos
flojos y de oportunidades escondidas en (la violación) de las reglas.
Como bien dice Johnson lo interesante de estos programas no es ver como se
humilla al participante (estúpido recurso de la cámara sorpresa tan
ensalzado entre nosotros) sino poner a la gente en un entorno complejo
bajo presión, sin reglas preestablecidas y ver como se las arreglan para
desenvolverse en un "juego de la vida" a escala social.
No
se trata de una diferencia menor y las observaciones de Johnson -que
engarzan primorosamente con lo que nos ha enseñado Gonzalo Frasca
acerca de estos temas- muestra que si bien absorbemos historias, cuando se
trata de juegos lo que los humanos hacemos mejor que nadie es adivinar. Lo
que ha hecho la tecnología corporal del Reality Show es llevar estas
adivinanzas al prime time, solo que el juego en cuestión aquí no esta
ligado a la destreza física sino a la emocional y social.
Si
hoy nos aburre la TV de hace 25 anos atrás es porque en ella -como nos lo
recuerdan permanentemente el canal Volver o TNT- no hay que pensar
para entender que es lo que esta pasando. Si The Simpsons o ER nos llaman
la atención es porque al superponer capas y capas argumentales tenemos
que hacer un esfuerzo denodado para entender que esta pasando, y al
hacerlo estamos ejercitando esas partes del cerebro que mapean redes
sociales, que llevan información faltante y que conectan múltiples
tramas narrativas.
El
mercado y el cerebro unidos, jamás serán vencidos
Lo
fantástico del enfoque de Johnson es como combina las necesidades de
la economía con las de las neurociencias. Hollywood no es generoso
(miren sino el desastre inventariado por J.D.Lasica en Darknet
Hollywood's war against the digital generation Wiley, 2005 con prologo
de Howard Rheingold, y también el complementario y no menos
exquisito Le declin de l´émpire hollywoodien de Herve Fisher
VLB, 2003).
La
cosa es así, la industria de los contenidos no regala nada (al revés en
el futuro tratará de quedarse con todo), por lo que si la TV se vuelve
mas inteligente ello se debe pura y exclusivamente a que hay mucha
plata en juego cuando de volver a la gente mas inteligente se trata.
La economía de la sindicación de TV y la industria de los DVD muestran
la enorme presión financiera que hay para que los productos sean lo
suficientemente complejos o útiles como para poder pasar el test de una
segunda, tercera o enésima mirada.
La
cosa es así, la industria de los contenidos no regala nada (al revés en
el futuro tratará de quedarse con todo), por lo que si la TV se vuelve
mas inteligente ello se debe pura y exclusivamente a que hay mucha
plata en juego cuando de volver a la gente mas inteligente se trata.
La economía de la sindicación de TV y la industria de los DVD muestran
la enorme presión financiera que hay para que los productos sean lo
suficientemente complejos o útiles como para poder pasar el test de una
segunda, tercera o enésima mirada.
Por
otra parte la propia web gracias a los foros y a los fanáticos ha
convertido a cada show en un exquisitez digna de comentaristas del Talmud
-que encima son otros televidentes como nosotros y quieren
desesperadamente compartir su conocimiento con otros- permitiendo que la
complejidad se acreciente exponencialmente y tener adonde recurrir para
entender de que se trata,
Tampoco
debemos olvidarnos de la generación de los 19-35 que con intensiva
inmersión en los videojuegos necesita desesperadamente que las narrativas
respeten su complejidad, su juego con las reglas y la noción de diseño
abierto y participativo (A no perderse en este sentido la genografía de Got
Game. How the game generation is reshaping business for ever de John C Beck & Mitchell Wade, Harvard Business
School Press, 2005).
Contrariamente
a la critica usual de que todo lleva y trae sexo (Clemente dixit)
la mente, mi mente, nuestras mentes están fascinadas por los desafíos de
resolver crucigramas (no es mi caso), detectar patrones y pautas que
conectan (me vuelve loco), o de desandar sistemas narrativos complejos
(esto también me gusta bastante).
Johnson
que es cuidadoso no insta anarquicamente a la liberación televisiva, y al
final se guarda un poco de reserva frente a lo que los padres deben o no
dejar que los hijos hagan. Es su tema y su problema. En lo que no podemos
dejar de estar de acuerdo con el es que la divisoria ya no debe pasar
por el peligro potencial de las ciberculturas sino por los
procesos/productos de aumento de la inteligencia -en la mejor tradición
de Vannevar Bush, de Douglas Engelbart, de Alan Kay y de Tim
Berners-Lee.
¿Se
trata de programas que vienen empaquetados con risas frisadas cada 30
segundos o de programas que mapean redes sociales complejas? Por eso
recomienda en la misma gama cosas distintas. Le dice que no a Quake
y que si a Grand Theft Auto y aboga - lo seguimos en esto- por un
sistema de clasificación que use al esfuerzo mental y no a la obscenidad
y la violencia como determinantes de que vale la pena mirar o de que no.
Cuanta
razón tenia Margaret Mead cuando nos hablaba del siglo XXI como
del siglo de las culturas post-figurativas en donde los grandes aprenderíamos
de los chicos -y viceversa- pero de modo novedoso e inesperado. Porque en
este mundo hipercomplejo los chicos están obligados a pensar como
grandes: analizando redes sociales complejas, administrando recursos,
siguiendo narrativas entrelazadas sutiles, reconociendo patrones de largo
alcance.
Y
al revés los adultos tenemos que aprender de los chicos, la descodificación
de cada nueva ola tecnológica, el parseo de interfases y el
descubrimiento de las recompensas intelectuales presentes en el juego.
Dejémonos
de sermonear con la crisis y empecemos a vivir del lado de la oportunidad.
La cultura inteligente ya no es mas un suplemento vitamínico que se
inyecta en los chicos. Se trata de una invitación a compartir un mundo
inmensamente mas complejo y por lo tanto mas enriquecedor. En eso
estamos.
Gentileza
de: http://www.ilhn.com/filosofitis/ensayitis/archives/003096.php
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