Médicos
psiquiatras y psicólogos en la prisión de Guantánamo Bay, según
el diario The New York Times, han desarrollado nuevos métodos de
interrogación de los detenidos, destinados a aumentar los niveles
de stress y a explotar los miedos y terrores para obtener
información.
Se intenta, a través de la coacción psicológica,
infundir el terror en los interrogatorios con la esperanza de que
los detenidos sean más cooperativos. En un caso, registraron en
la historia clínica de un detenido una severa fobia a la
oscuridad y programaron la manera de infundirle pánico a través
de amenazas de dejarlo a oscuras durante varias horas, para
inducirlo de esa manera a cooperar. Estos casos provocaron polémicas
en relación con el problema ético que esa conducta sugería, lo
que generó discusiones entre los psiquiatras y psicólogos
norteamericanos.
Un artículo publicado esta semana en el New
England Journal of Medicine afirma que las entrevistas con los
“doctores” que suministraban estos recursos psicológicos en
Guantánamo mostraban que en el programa era explícita y
transparente la intención de aumentar el miedo y el stress entre
los detenidos como forma de obtener información de inteligencia.
Bryan Whitman, del Pentágono, asegura que los psiquiatras y psicólogos
no violaban las normas éticas porque ellos no trataban pacientes,
sino que solo actuaban como científicos conductistas. Sugiere que
mientras una parte del personal psiquiátrico se ocupaba del
tratamiento de los detenidos, otro sector tomaba otros roles
institucionales como científicos de la conducta, asumiendo el carácter
de interrogadores de los detenidos.
Oficiales del Pentágono dijeron en
entrevistas al Times que no se violaban las pautas éticas de médicos
y psicólogos. Pero los militares rehusaron, al mismo diario, el
permiso de entrevistar al personal médico y ceder los nombres de
los psiquiatras y psicólogos implicados en los interrogatorios.
Otros expertos, ajenos a las fuerzas
armadas, criticaron éticamente la unidad denominada “biscuits
teams” (Behavioral Science Consultation Teams B.S.C.T.), cuyo
lema principal, comentado en el mismo diario, es: “Nuestro propósito
es ayudar a quebrarlos durante los interrogatorios”.
Un interrogador de estos biscuits teams
sugería que habiendo leído la historia clínica del interrogado
y enterándose de su gran dependencia con la madre pudo explotar
esa inmadurez para persuadirlo de cooperar.
El doctor Stephen Xenakis, un psiquiatra del
ejército, dijo en una entrevista que este tipo de conducta no
rompe la responsabilidad y ética médica en ningún caso.
Por su parte, la Asociación Americana de
Psiquiatría prohibió la participación de sus miembros en
cualquier tipo de actividad psicológica que aumentara el stress
entre los detenidos con el fin de obtener información de
inteligencia. El doctor Stephen Behnke, que encabeza los grupos
que estudian la ética profesional, aseguró que un comité de
diez de sus miembros se reuniría en Washington este fin de semana
con militares para discutir con ellos los problemas éticos y sus
violaciones.
Desde el año 2002, psiquiatras y psicólogos
norteamericanos forman parte de una estrategia que ha empleado el
stress extremo en los interrogatorios con la finalidad de extraer
mejores resultados.
Después de abril de 2003, cuando el
secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, sugirió la nueva forma de
instrumentación psiquiátrica en los interrogatorios, florecieron
las técnicas de biscuits, que se basan en producir stress y
terror entre los interrogados. Un sector de la psiquiatría
norteamericana se puso así al servicio de la tortura y la represión.
Y resulta valioso rescatar a los psiquiatras opuestos a semejante
tipo de prácticas. Existe el antecedente del psicoanalista
brasileño llamado Lobos que presenciaba y orientaba sesiones de
tortura en su país durante la dictadura militar.
Me pregunto si esta semana, durante la
presentación en Buenos Aires y Rosario del libro de Carlos
Alberto Montaner La libertad y sus enemigos (plagado de denuncias
sobre las violaciones de los derechos humanos en Cuba), con la
presencia de Marcos Aguinis y Ricardo López Murphy, alguien se
dio por enterado de esta aberración norteamericana contra los
derechos humanos, realizada por profesionales de la salud mental y
guiada por el Pentágono. De esto siempre calla la derecha o, lo
que es más grave, lo justifica. “En las sociedades modernas y
bien organizadas el monopolio de la violencia le corresponde al
Estado por decisión soberana de la sociedad...” Montaner cita
estas ideas en su artículo “Las manos manchadas de sangre”.
Por eso nosotros, psiquiatras,
psicoanalistas y psicólogos, tenemos que denunciar esta práctica
de los psiquiatras y psicólogos en Guantánamo como método
profesional aberrante que rompe todas las normas éticas. No se
puede olvidar que la psiquiatría y la psicoterapia “nunca son
neutrales”, sino que siempre se convierten en acto político.
Para no olvidarlo.
* Psicoterapeuta, autor, actor y director
teatral. Entre sus numerosas obras se cuentan El Señor Galíndez,
Potestad y La muerte de Marguerite Duras.
Gentileza
de: http://www.pagina12web.com.ar/diario/contratapa/13-53064.html
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