"Casi siempre se hallan en nuestras manos los  recursos que pedimos al cielo." 
William Shakespeare


                                 Sitio de investigación y capacitación
                                    
http://transdisciplina.tripod.com

                                     dirección general: Lic. Cecilia Suárez

 

 

       ARTÍCULOS: ARCHIVO

 


 


La pulsión horizontal
ANIMALES Y RACIONALES
En una sociedad que gira sobre el trabajo, la pereza se ha convertido en un anhelo

por Manuel Díaz Prieto

 

   






 

"Se trata de una característica universal del reino animal",
dice la zoóloga Joan Herbers.
"Es, pues, perfectamente natural"

 

 

En la década de los 70 del siglo pasado se propagó la idea del advenimiento de la sociedad del ocio. Las máquinas harían todo el trabajo y nosotros tendríamos que aguzar el ingenio para llenar todo ese tiempo libre del que dispondríamos. Pero la profecía, realizada por sesudos economistas, no fue más que un espejismo y hoy la actividad laboral sigue ocupando un lugar central en nuestras vidas, mientras que la pereza se percibe como un vicio que socava los cimientos mismos del sistema.

La Biblia sostiene en el Génesis que el trabajo es un castigo. Podría parecer excesivo que, por comer una manzana, la humanidad haya tenido desde entonces que ganarse el pan con el sudor de la frente. Pero en las culturas que, como la nuestra, rinden culto al trabajo, la pereza se sitúa más cerca del polo negativo que del de la virtud. Paradójicamente, nunca como hasta ahora la pereza ha recibido tantos elogios ni ha tenido tantos defensores. Da la sensación que vivimos en una sociedad de trabajadores estresados que sueñan con la jubilación anticipada.

"La pereza es una característica universal del reino animal", sostiene la zoóloga canadiense Joan Herbers, que ha estudiado la distribución del tiempo en el mundo animal. "Se trata simplemente de un estado de reposo transitorio que sigue y precede a los momentos dedicados a la satisfacción de las necesidades instintivas básicas. Por lo que, lejos de ser un defecto, resulta perfectamente natural. Lo que pasa es que la pereza humana puede ser entendida de muy diferentes formas y tiene mil y un matices".

En una lista de las principales necesidades humanas elaborada por el psicólogo Albert T. Poffenberger, el descanso, la comodidad y demás actitudes perezosas ocupan el cuarto lugar, sólo por detrás de las necesidades básicas de beber, comer y mantener relaciones sexuales. Pero la inclinación a la pereza se sitúa por delante de la evitación del peligro, la afirmación de uno mismo o la maternidad-paternidad.

Los animales con mayor inteligencia, y sobre todo los jóvenes, a veces parecen contradecir la máxima de no desperdiciar energía. Son muy activos y no paran casi nunca quietos. Pero es que esta actividad tiene la utilidad de conseguir mejores habilidades o conocer mejor el entorno. En el caso de los seres humanos, tenemos una cerebro muy grande que consume mucha energía (el 20% del total que necesita el cuerpo), tanto si se usa como si no. Por lo que no utilizarlo supone un desperdicio de energía. Para evitarlo, disponemos de dos mecanismos: el aburrimiento, que produce desagrado al dejar inactivo el cerebro; y la curiosidad, que mueve al individuo a buscar siempre algún tipo de actividad interesante.

A las personas que evitan realizar cualquier actividad se les pone la etiqueta de vagos. Pero las causas para tener esta tendencia pueden ser muy variadas y van desde la mala alimentación hasta el clima, ya que no es posible el mismo nivel de actividad a 40 º que a 15 º . Ha ocurrido en muchas ocasiones que personas con enfermedades poco conocidas han sido o son consideradas vagas. Un ejemplo lacerante que lo ilustra son los miles de supervivientes de las bombas atómicas de Hirosima y Nagasaki, que fueron tratados como tales porque aún se desconocían los efectos secundarios causados por la radiación.

La idea más generalizada sobre el tema es que, en la mayoría de los casos, los vagos lo son porque les da la gana y que ahí radicaría el pecado. No siempre fue así. Como consigna Fernando Savater en su ensayo sobre los pecados capitales, en la antigüedad lo que se oponía a la pereza era la actividad, no el trabajo. "Para un griego, el trabajo era cosa de esclavos. Pero nunca hubiese dicho que era mejor la inactividad. Aristóteles se hubiera horrorizado de saber que tendría que trabajar, pero también se hubiese escandalizado de saber que la pereza le impediría ponerse a pensar".

En la edad media, la gente consideraba que lo contrario a la pereza era levantarse temprano para ir a cazar, perseguir a las mozas y luchar contra el infiel. Esas eran las actividades que había que desarrollar, no ponerse a acarrear piedras para construir una vivienda o recoger la cosecha. Los caballeros despreciaban el trabajo, pero tampoco predicaban estar tumbados todo el día. Los esfuerzos que tuvo que hacer el pintor Velázquez para demostrar que nunca en su vida había trabajado con las manos, algo que cerraba totalmente el acceso a la nobleza, ilustra esta escala de valores.

Así, las elites de las sociedades aspiraron intensamente a una vida de ocio. Para ellos, el trabajo remunerado era vergonzoso, y la pereza, una virtud. Los romanos distinguían claramente el ocio del negocio (no ocio), que se tenía por una conducta ávida e interesada, impropia de patricios. De esta forma, el ocioso puede dedicarse, como hacían los clásicos, a aquello que le gusta y a no hacer nada por otro interés que no sea el de su propio deseo. La pereza pues, no es ni ocio ni negocio.

Paul Lafargue, el yerno de Karl Marx, publicó El derecho a la pereza,en contraposición al "derecho al trabajo" enunciado por su suegro. En la obra afirma que el trabajo es una maldición que no hace falta para la realización del hombre, como muchos opinan, y que su exaltación, como mística del capitalismo que volvió del revés la antigua y ociosa jerarquía de valores, comenzó a finales del siglo XVII y vino a coincidir con el surgimiento del maquinismo moderno. Unos avances técnicos que permitirían a los hombres vivir como reyes sin necesidad de tener esclavos.

En la actualidad, la pereza podía confundirse con la desmotivación que empapa a los jóvenes de los países ricos, que han tenido una vida regalada y para los que cualquier esfuerzo resulta intolerable. ¿Para qué esforzarse si ya lo tengo todo?

No obstante, dicen que la pereza es la madre del progreso: si el hombre no hubiese sentido pereza de caminar no habría inventado la rueda. Pero a la hora de definir el lado oscuro de esta pasión a veces ingobernable, Benjamín Flanklin deja de lado el humor y nos enfrenta con la dura realidad: "La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla".

Por eso el mundo está lleno de perezosos que se ven impelidos a trabajar obligados por esa extraña costumbre que tenemos los humanos de comer tres veces al día. Aunque, si bien es cierto que los resultados profesionales y académicos de los vagos tienden a ser peores que los de las personas más activas, también lo es que lo que se ha definido claramente como patología es justo lo contrario: la adicción al trabajo.

No trabajes, pero ¡disimula!
Difícilmente se muere uno por perezoso. Pero los workalcoholics (adictos al trabajo) caen como moscas. De ahí que se vendan como si los regalasen libros como el de Corinne Maier, Buenos días, pereza,en el que esta asalariada de una gran empresa realiza apología del escaqueo: "Simula que trabajas, pero no lo hagas: la pereza te humaniza. Aunque vigila, declararte perezoso te perjudicaría laboralmente, así que lo más sensato es serlo... ¡pero disimulando!".

La autora teatral Wendy Wassertein acaba de publicar Pereza y, como su título indica, aborda el mismo tema y desde una óptica similar. Aunque aquí los consejos no se reducen al mundo laboral y articula una divertida y cínica parodia de los libros de autoayuda. "¿Eres una de esas supermadres que trabaja todo el día, prepara una deliciosa cena baja en hidratos de carbono para su familia, hace los deberes con sus hijos adolescentes, le hace a su marido un francés y después se queda a fregar los platos?", se pregunta Wassertein antes de ofrecer su receta para solucionarlo: "Relájate. Olvida todos los debería de tu vida. Tienes derecho a ser perezosa. Puedes elegir no moverte".

Aunque seguramente ella no ganó el premio Pulitzer por The Heidi Chronicles siguiendo estos consejos.

Gentileza de:lavanguardia.es

 

¿Deseas hacer un comentario sobre este tema?

 

Inicio | Objetivos | Editorial | Propuesta | Nuestro equipo | Nuestra empresa | Nuestras filiales | Agradecimientos | Mapa del sitioActividades: Investigación | Talleres | Cursos | Talleres literarios | Café filosófico | Consultora
Organización de eventos | Actividades en curso: agenda |
Galería de Arte | Exposición de máscaras
Rincón de los amigos | Libro de visitasArchivo general Archivo newslettere-mail
 

 

transdisciplina creativa®
http://transdisciplina.tripod.com
©2002-2006 Cecilia Suárez
ceciliasuarez-online@fibertel.com.ar

Todos los derechos reservados
Un emprendimiento de Suárez y Asociados
Qué es transdisciplina creativa? Es un sitio dedicado a la investigación, capacitación y difusión de textos e ideas relacionados con la temática filosófica, comunicacional y de distintas disciplinas que conforman al pensamiento del hombre a través de la historia.
Transdisciplina creativa levanta información, libros, material e imágenes de la web, si usted esgrime derechos de autor sobre algún material utilizado, infórmelo solicitando su baja o cita de su nombre.
Los artículos firmados no reflejan necesariamente la visión de la editora y son exclusiva responsabilidad de sus firmantes