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       ARTÍCULOS: ARCHIVO

 


 


Empacho de información

por siguiendolaluna.bitacoras.com

artículo que retoma criterios expuestos
por Cecilia Suárez en su texto
Otra forma de obesidad: el exceso de información

   




 

Durante muchos siglos, la mejor manera de manipular a las personas era negándoles la información. La gente sabía muy poco de lo que acontecía más allá de su pueblo, de cómo eran las otras gentes, de que forma pensaban y que problemas tenían. Los púlpitos eran prácticamente el único vehículo –siempre interesado- de hacer llegar las noticias. Y cuando aparecía algún forastero, la pregunta recurrente siempre era “Qué noticias trae de…”

 

Hoy eso es impensable. La información no corre, vuela. Tenemos la fortuna de vivir en tiempo real acontecimientos que suceden a miles de kilómetros de nosotros. Tenemos acceso a diferentes canales de información y, teóricamente, gracias a ello, podemos construirnos una opinión propia. Pero que difícil resulta ante la avalancha de información que recibimos. De la escasez pasamos a la sobreabundancia y nos hemos generado un nuevo problema: el exceso de información.

Mi jornada empieza muy pronto y lo hace con la lectura apresurada de los cuatro diarios más importantes de mi ciudad. Después empieza el aluvión. Sobre las 8 de la mañana llega a mi correo el primer resumen de prensa, unos 200 folios que recogen lo más importante que ha publicado la prensa mundial. Diez minutos más tarde recibo el resumen de titulares, unos 160 accesos directos a la información publicada en su origen. A las nueve de la mañana llega el resumen de la prensa digital, unas 30 entradas de los confidenciales y publicaciones que nada más son visibles en la red. Sobre las 11 me llega la segunda edición del resumen que recoge lo publicado en la prensa de las capitales de provincia españolas, unos 200 folios más. Diez minutos más tarde, la segunda edición de titulares y una vez a la semana el resumen semanal de los artículos de opinión publicados en la prensa mundial, hablamos de unos 300 folios. Si me siento hambriento de información puedo acceder permanentemente, a través de mi ordenador, a un servicio que, a lo largo del día, va almacenando las grabaciones de todo aquello que se dice en las emisoras de radio y estaciones de televisión de España, sobre una serie de temas prefijados. Si lo quisiera ver y oír todo, necesitaría tres días para poder hacer el equivalente a uno. Es absurdo. Alguien puede pretender no ya que asimile ese volumen de información, sino que tan siquiera tenga ánimo y voluntad de acceder a él. Pero lo recibo porque se supone que es indispensable para mi trabajo. Ja! y aunque a efectos laborales esto no importe demasiado, tengo una vida propia.

Reconozco que mi caso no es paradigmático, pero en el mundo habrá miles de personas en una situación parecida a la mía y todos, en mayor o menor medida, sufrimos el exceso de información. Nos hemos generado un problema nuevo.

Según una encuesta reciente, un 71 por ciento de las mujeres y el 65 por ciento de los hombres alemanes se sienten sometidos a una presión de información que les genera estrés. Un artículo de Cecilia Suárez habla de que “estudiosos de la comunicación, médicos, psicólogos y psiquiatras, ya han delineado algunas de las consecuencias de la proliferación de informaciones sobre nuestra capacidad de comprensión. Ellos nos hablan de la “angustia informativa” que se padece cuando no se es capaz de discernir lo útil de lo banal. De la “fatiga por exceso de información”, el elevado nivel de estrés de los que no pueden asimilar tanta información como la que reciben, que se caracteriza por un estado psicológico de hiperexcitación, ansiedad, e inseguridad que provoca una parálisis de la capacidad analítica y puede conducir a tomar decisiones imprudentes o arribar a conclusiones equivocadas.”

Lo grave es que, como apunta dicho artículo, las personas que padecen exceso de información no solamente pierden la capacidad de análisis sino también la de indignarse con las situaciones de injusticia.

A problemas nuevos, soluciones imaginativas, oportunidades de negocio. Proliferan las conferencias y seminarios sobre la gestión de la información y hemos creado un nuevo especialista, el gestor de la información que se dedica a extraer para nosotros lo relevante obviando lo banal. Busca agujas en inmensos pajares.

Hemos creado una nueva especialidad la Infonomía que se autocalifica como la gestión inteligente de la información. Y hemos creado también nuestros propios críticos, nuestros “antisistema”, la Ecología digital, “mientras que el planeta entero parece haber sucumbido ante los encantos de la Era de la Información, el abuso y el exceso de información parecen llamar a gritos a un sentido común todavía inexistente, a un desarrollo informacional sostenible, a una ecología digital que preserve al planeta y a sus habitantes del ruido y del estrés de la comunicación permanente.”

En medio de este panorama, que difícil resulta construirse una opinión propia. Definir un pensamiento. Pensar por uno mismo. Me quedo con unas recomendaciones de Cecilia Suárez que creo todos deberíamos tener siempre presentes:

“La información, si bien es indispensable, es sólo un pretexto para pensar.

Sirve para profundizar en ella, no para acumularla meramente.

No debemos olvidar que la lectura es un ejercicio del pensamiento: es pensar con una guía.

El objetivo último de la lectura no es estar informado (acumular información) sino pensar.

Leer para pensar y, creativamente, generar nuestra propia información.”



Para ampliar la información recomendamos visitar: http://siguiendolaluna.bitacoras.com/archivos/2005/11/20/empacho-de-informacion

Puedes leer Otra forma de obesidad: el exceso de información, por Cecilia Suárez, pulsando aquí

 

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