R.
Spitz ha denominado como “depresión anaclítica” al particular estado
de embrutecimiento estuporoso que se presenta en el niño cuando ha sido
privado de las atenciones y del cuidado materno. Recurre a la utilización
del término depresión por la similitud existente entre este cuadro y el
que se presenta en la depresión de los sujetos adultos, pero reconoce que
existen diferencias entre una y otra estructura, por otro lado atribuye al
término anaclítico una significación que difiere de la propuesta por la
teoría psicoanalítica de Freud. la siguiente descripción es la que
suministra R. Spitz:
-
En el primer mes, los niños
comienzan a gimotear, aumentan sus exigencias y tienden a tomarse del
observador que se encuentra próximo a ellos.
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En el segundo mes, los
gimoteos se convierten en chillidos. Se produce una pérdida de peso y se
observa un estancamiento en el desarrollo.
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En el tercer mes, se
produce en el niño un rechazo hacia el contacto y adopta una posición
particular, permanece acostado sobre la cama durante la mayor parte del
tiempo con el vientre apoyado sobre la misma. Aparece insomnio y continúa
la pérdida de peso. Se observa cierta rigidez en la expresión de la
cara, experimenta tendencias a padecer enfermedades interrecurrentes. Se
generaliza el retraso motor y se convierte en letargo.
Si
previamente a que el niño haya pasado un período crítico (situado entre
el final del tercer mes y principio del quinto) se le restituye la madre o
bien se sustituye a ésta por una nodriza aceptable para él, los síntomas
desaparecen en forma sorprendente.
Con
el nombre de depresión anaclítica se designa este tipo de trastorno.
Para
que el niño experimente la depresión anaclítica tienen que cumplirse
ciertas condiciones; en primer lugar, que el niño haya tenido antes una
buena relación con la madre. Cuando las relaciones con el objeto materno
han sido insuficientes o malas, el niño de pecho alejado de la madre
experimenta trastornos de diferente naturaleza. Estas observaciones ponen
de relieve, una vez más, la importancia de las relaciones del niño con
la madre durante el primer año de vida y las consecuencias que determina
la particular naturaleza de esta relación.
En
contraste con los trastornos descritos se ha observado que, cuando se
produce la carencia afectiva total, se suceden consecuencias funestas,
cualesquiera hayan sido las relaciones anteriores entre el niño y su
madre.
R. Spitz arribó a tales
conclusiones después de largos años de experimentación acerca de las
primeras relaciones del niño con su madre.
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por Mario Coppolillo
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