Sí que me sorprendió, en cambio, la lista presentada de las
cinco ansiedades más importantes que impiden a las personas vivir
plenamente la vida. Esperaba ver en ella terroristas, virus, catástrofes
naturales y disturbios políticos; pero, en lugar de eso, aprendí que la
mayoría de personas siente ansiedad por los siguientes motivos:
1. No hay suficiente (dinero, amor, etc.).
2. Ya no me quieren (esto es, miedo al rechazo).
3. Es demasiado bueno para que dure.
4. Me descubrirán (esto es, los otros verán que estoy fingiendo).
5. Mi vida no vale nada (esto es, cómo puedo crear un legado para mí
mismo).
Los consejos que buscan tratar estas ansiedades animan a las personas a
ser más generosas y centrarse menos en su propia riqueza; revelar su
propio yo, incluso con defectos; afirmar el "merezco ser feliz"
ante una mesa o un espejo; crear una carpeta de Refuerzo Positivo con
todos los elogios recibidos para poder utilizarlos en momentos de depresión;
enriquecer los vínculos con los amigos y la familia, puesto que esas
relaciones son el legado que uno deja al mundo, etc.
Tanto la lista de ansiedades como la de consejos dados para superarlos
muestran que la principal preocupación del sujeto es su lugar en el
mundo y la interacción con los otros. La teoría psicoanalítica
lacaniana señala que el factor que produce más ansiedad al sujeto es la
relación entre él y el Gran Otro (en referencia a los demás y la red
simbólica social). El Otro es siempre ´ansiógeno´ para el sujeto,
puesto que le obliga sin cesar a preguntarse "¿quién soy?" y,
sobre todo, "¿quién soy para el Otro?". Sin embargo, en las
sociedades posindustriales, el sujeto también es percibido como
autoinventor y como alguien más libre de las restricciones de los demás
que nuestros predecesores. Por lo tanto, si por un lado el sujeto todavía
se preocupa por la cuestión del deseo del Otro (esto es, cómo lo ven los
demás y cómo es visto en la sociedad en su conjunto), por otro lado, en
cambio, se haya bajo presión para que haga una elección acerca de su
vida independientemente de las restricciones sociales. Así, el psicoanálisis
trata con frecuencia a pacientes que llegan al analista con la petición
"Necesito decidir qué quiero hacer con mi vida". Ya no se trata
de que el sujeto luche con unos padres opuestos a que haga algo con su
vida, ahora el sujeto lucha con la carga de hacerse una imagen con la
que sentirse bien. La idea de que podemos elegir nuestra propia imagen
y decidir con libertad sobre el curso de nuestra vida nos deja sin
posibilidades de culpar a los otros (por ejemplo, a nuestros padres) de
nuestras desgracias. Y por eso crece el sentimiento de culpa en la
sociedad de hoy. Con todo, seguimos queriendo que los demás nos quieran;
y, puesto que éstos nunca nos querrán de un modo que mitigue nuestra
ansiedad ante la pregunta de quién somos, no dejamos de buscar nuevos
libros de consejos que nos enseñen a hacer mejor las cosas la próxima
vez
.
Publicado
el 30 de noviembre de 2005. Copyright La Vanguardia Ediciones S.L.
Gentileza: www.lavanguardia.es
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