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       ARTÍCULOS: ARCHIVO

 


 

Acoso moral
¿Qué demuestra acosar a alguien por su honestidad?

por Tai Pro Carrión


   


©gatza

 

“Tienes un gran nombre… Deben matar tu nombre antes que a ti”,
película “Gladiador”.

 

Observemos como ejemplo del acoso moral como patrón educativo silencioso, lo señalado por los especialistas cuando sostienen que “acosar a alguien por su honestidad demuestra la disposición a no querer oír la verdad”.

 


©gatza

 

Violencia psicológica librada a que prime la domesticación sobre la educación, la adulación sobre la producción, la alineación sobre la deliberación, la enajenación sobre la libertad. Ambiente que reduce las relaciones humanas a lo que de ellas se obtiene; interés que sin el concurso de valores éticos, convierte en medio y fin a la víctima y/o instrumento del acoso moral.

Perversidad dispuesta a dar a la víctima, la presencia e imagen de lo desleal e insolidario, dado que atacar la sinceridad, o la lealtad (cualidades que en realidad posee la víctima) no está bien visto socialmente. Fraude de la ley, o paradoja visible al acusar de insolidaria a la persona que siempre se ha distinguido por "mojarse" por los demás, de desleal a quien no afecta al chismorreo, disiente del método de escalamiento con zancadillas, de insincera y con intenciones ocultas a la persona incapaz de dobleces.

La marquesina que exhibe el acosador moral evidencia su juego: difamar a la víctima de acoso, de desleal por desobedecer el patrón educativo establecido al elegir Ser Leal a sí, lo que le vale ser señalada/o como amenaza, peligro, inmoralidad; de insolidaria por no asociarse al patrón conductual seguido por el grupo que, confabuladamente, defiende la norma por sobre la ética del amor y respeto; de insincera por no azuzar la hoguera encendida por quien resuelto a ser denunciante y/o delator, esconde el sicariato del acoso encubridor del mero interés de aplauso, ganancia, y figuración.

 


©gatza

 

Circunstancias que analizadas en lo social, político y económico develan la capitalización de poder y control, olvidando honrar ser factotum de desarrollo educativo, al hacer de la educación el altar de servicio, no el pedestal del cual servirse para conseguir ascensos, categorías, consignas, fama, dinero, poder, “éxito” y reconocimiento.

Vislumbrar la operatividad del acoso moral, descubre la moral del doble estándar del sistema educativo que enseña “cero tolerancia” a la violación de derechos humanos, pero que a la vez, con este argumento fomenta su irrespeto. Por ejemplo: la libertad a condición de no usarla; la inteligencia a condición de no molestar a quien ante ella se siente opacado/a; la diferencia prontuariada al no representar la moral oficial; la igualdad venida del pensamiento único, eficaz mancuerna de control social. “Quien tiene un espíritu contrario al nuestro es llamado peligroso; quien no comparte nuestra moral, es hallado inmoral”, Anatole France

Impostura previsible en la supresión agresiva de la verdad dicha por quien (s) su palabra es silenciada mediante el estigma o desprestigio edificado. Mutilación del derecho a la palabra que contraríe lo sellado como verdad única; estratagema que intimida el uso y/o expresión del pensamiento propio de lectores de la realidad no enlatada. Hostigamiento psicológico más frecuente en el ambiente educativo-académico-universitario, donde el prestigiado "valor-inteligencia" o “valor agregado” se norma para ser cacareado, no implementado. Contradicción que ensalza el “acto inteligente” de no discutir, máxima de acatar premiada con no atacar.

 


©gatza

 

Discernir el acoso moral como patrón educativo silenciosamente infiltrado en la trama mental socio-política-económica transnacional y transpersonal global, nos alerta y posibilita “no olvidar que el acoso és un mecanismo perverso, por tanto cuando se recurre a él como estrategia de ataque és la evidencia de que nos situamos frente a dinámicas perversas…”, como sostienen los especialistas del tema.

Complot ante el que elegir retomar el Centro o quién soy, sin resistirse a lo que digan que soy, para accionar desde la dignidad de la no violencia, predice salir a flote de la atarraya lanzada para cazar, aniquilar, entontecer y matar al acosado/a (la presa) en su honestidad. Victoria Secreta celebrada sobre sí mismo/a, no los demás, posible el instante en que el soberano/a (uno) se desconecta del molde educativo establecido por élites con relevancia, y a la vez, se reconecta con el gradual empoderamiento de la estirpe educativa que le habita; tecnología interior plena de facultades, talentos y virtudes. 

 


©gatza

Considero que la violencia vista como el ansia de titulación, jerarquía y cargos, paliativo del vacío existencial fomentado, es el cautiverio usado para hacer del desprestigio personal, instrumento de veto, acallamiento y/o persecución al inteligente dispuesto a pensar. Operación psicológica para la que juega un papel preponderante atacar situaciones personales de la futura víctima, como blanco o "diana" designada para ser moralmente acosada. Escenografía en la que el miedo inoculado, juega un papel estelar, ya que hace que se "animen" los testigos mudos resueltos a decantarse en contra de la víctima. Situación que facilita el que la violencia perversa destruya al acosado, basando su eficacia en la repetición sistemática de una misma historia, como factor determinante para su aceptación. Trama dentro de la que el rumor puesto a rodar, es la técnica de manipulación usada para controlar y edificar el estigma. “Una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad imaginaria”, decía Gobbels, asesor de comunicación de Hitler.

 

Estracto del artículo " MOBBING, PATRON EDUCATIVO SILENCIOSO" de Dra. Tai Pro Carrión
Gentileza de: http://www.acosomoral.org

 

 


Lago-©ISIS.art

Solo quiero que si incluyes en tu web algún cuadro mio más, hagas saber a todos de mi parte, que para mí la pintura fue una vía de escape, una forma como otra cualquiera de vencer esa tortura y que aunque siga existiendo el acoso moral, siempre queda una esperanza y que esa esperanza es la que quiero transmitir a través de mis cuadros, porque todos ellos intentan ser alegres, desenfadados y llenos de vida. Isis

 

Agradecemos muy especialmente a Gatza y a Isis por permitirnos el uso de sus grafismos y cuadros como ilustración de esta nota.

 

Información adicional:

Recientemente tuvo lugar en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el seminario abierto "Hacia la construcción de Políticas Publicas para la Prevención y atención de la violencia laboral", organizado por la Comisión Tripartita de Igualdad de Trato y Oportunidades entre Varones y Mujeres en el Mundo Laboral (CTIO) y el Departamento de Capacitación de la Coordinación de Capacitación - Dirección de Administración de Recursos Humanos del Ministerio de Trabajo de la Nación, con el auspicio de la Organización Internacional de Trabajo (OIT). Los fundamentos de la convocatoria fueron los siguientes:

            Las múltiples manifestaciones con las que se expresa la violencia social en el mundo actual, vienen siendo investigadas durante los últimos años desde distintos abordajes científicos a nivel mundial. Desde 1996 la Organización Mundial de la Salud consideró a la violencia como prioridad de salud pública, entendiendo que pronto superaría a las enfermedades infecciosas como causa principal de morbilidad y mortalidad prematura a nivel mundial. 

Muchos estudios coinciden ampliamente en destacar que la violencia laboral, en particular, llamada “la plaga del siglo XXI”, es una de las expresiones más preocupantes, en primer lugar en lo que atañe a la problemática de la salud en el sentido más amplio. 

            La OMS ha reconocido que la violencia resulta, en la actualidad, una amenaza para la salud pública y un obstáculo para el desarrollo de las naciones (Primer Informe mundial sobre la violencia y la salud, 2003). Asimismo, la Organización Internacional del Trabajo destaca que la violencia en el ámbito laboral –tanto física como moral o psicológica (psicoterror)– viene creciendo en los casos registrados, alcanzando niveles preocupantes tanto en la frecuencia de las conductas violentas como en las consecuencias devastadoras que impactan no sólo a los directamente afectados, sino también a sus entornos familiares y otros grupos de pertenencia. 

            Otras problemáticas directamente vinculadas, según distintos autores, se relacionan con la violencia institucional, entre cuyas principales expresiones se destaca la corrupción y la fragilidad de las organizaciones, es decir, que alcanzan en su compleja multidimensionalidad, cuestiones éticas y jurídicas, con implicancias económicas, políticas, psicosociales y culturales. A los efectos del tema que nos ocupa, corresponde destacar lo siguiente: para que haya corrupción es condición previa y necesaria la existencia de violencia laboral, la que promueve el miedo, la cooptación, el silenciamiento, “mirar para otro lado”, etc. 

            Si bien el fenómeno en sí no es nuevo y tiene raíces estructurales profundas, los investigadores han identificado –aún reconociendo la causalidad plurifactorial–, una progresión evidente ligada a las características que el capitalismo ha desarrollado en su versión neoliberal de los últimos lustros, con relación a la perversión de las relaciones sociales en general y los vínculos laborales en particular. Precisamente fue hacia fines de la década de los ’80 cuando fue detectado el carácter pertinaz de esta forma específica de violencia, alcanzando magnitud epidémica hacia mediados de los ’90. 

            Entre otros elementos, el predominio de un “darwinismo social” que no apunta a la  supervivencia  del  más  apto  sino  del  más  desalmado,  ha  hecho  posible  la pérdida o el desprecio  por  los  códigos  de  conducta; el relativismo moral y cognitivo, la  enunciación  meramente verbal  de  valores que no se sustentan en las acciones. Resultante de ello son las fracturas del tejido social que incitan a la competitividad individualista y a la ruptura de los lazos solidarios; así como –consecuentemente– la mayor complejización de cuadros psicopatológicos que ya existían en la nosografía o la aparición de nuevas patologías psíquicas (en ambos casos funcionales a un contexto de anomia). En este marco, la fragmentación social y vincular impacta como fragmentación de la subjetividad y ataque a la identidad, lo cual genera un “horizonte de amenaza” para los trabajadores en general, agudizándose para las víctimas del maltrato laboral. Y a su vez, abre un panorama que, a la larga, resulta no menos precario y efímero para quienes creen que con el abuso, la agresión y la impunidad es posible llegar a “salvarse solo”. 

            La cuestión tiene clara importancia tanto para mujeres como para varones. Sin embargo algunas investigaciones realizadas, así como las estadísticas existentes, indican que con mayor frecuencia los casos de víctimización atañen a las mujeres y, en tal sentido, se manifiesta ésta como una forma más de violencia de género. Socialmente existe una discriminación basada en el sexo –que connota negativamente a la condición femenina en el ámbito del trabajo–, consolidada en pautas culturales de sumisión que, en el devenir histórico, ha producido la “naturalización” de dicha violencia. Estas pautas también se reproducen a nivel organizacional. 

            En el caso del “psicoterror” o mobbing, la situación de violencia recurrente y sostenida en el tiempo –generalmente comunicacional (verbal y modal)–, tiene la característica diferencial, respecto de la violencia física directa, de no dejar señales externas, marcas visibles, a no ser el deterioro socioemotivo y psicofísico progresivo de la víctima del “ninguneo” (quien no es inicialmente conciente de haber sido seleccionado como “el objetivo” del acosador, incluso por su alto nivel de eficiencia). Tal deterioro es maliciosamente atribuido –por el terrorista laboral y su entorno cómplice– a otras causas, como problemas de relación o personalidad, dificultades de comunicación, carácter difícil, ineptitud para desempeñarse en grupos, etc., reforzando el ataque a la autoestima y allanando el camino hacia el colapso. Este recorrido persecutorio, está signado por la manipulación, el escamoteo de información, los planteos dilemáticos, la utilización del “doble sentido”, el boicot y la difamación –con su variante: el “humor” sarcástico– ejercidos “al pasar” por el hostigador, aprovechando éste situaciones organizacionales propicias, todo ello sembrado entre los compañeros y superiores del sujeto maltratado, con fines de aislamiento, marginación y salida del puesto de trabajo (que es el objetivo buscado), pudiendo terminar con la vida del afectado –“el blanco”– por vía del suicidio o accidente/enfermedad terminal. Se trata por ello de un «crimen» limpio y silencioso, en donde la carga de la prueba se torna complicada y costosa. 

            El acoso sistemático es ejercido alternativamente desde la acción y la omisión, por hostigadores con cuadros psicópatas o perversos narcisistas, con trastornos paranoides de personalidad, merced a fuertes componentes de celos y envidia debido a los sentimientos propios (generalmente fundados) de inadecuación e incompetencia profesional. Esta última característica es conocida como el Síndrome MIA (“síndrome de mediocridad inoperante activa”). El victimario, que suele ser serial, carece de capacidad de empatía (de establecer lazos emocionales internos y externos y de reconocer al otro como persona y no mero objeto de manipulación). Sin embargo hiperactúa la afabilidad ya que es extremadamente cuidadoso de las formas sociales, en especial con quienes detentan alguna cuota de poder. La autopercepción del agresor siempre es negativa, pero aparece compensada por conductas de actuación autosuficiente, consistentes en mayor o menor expresión de megalomanía, seducción, autoreferencia e inusitada valoración propia de sus supuestos logros personales y profesionales dentro de la organización. 

            El gran pionero en la investigación del mobbing, a nivel internacional, el Profesor Heinz Leymann de la Universidad de Estocolmo, estableció una conclusión terminante: “En las sociedades de nuestro mundo occidental altamente industrializado, el lugar de trabajo constituye el último campo de batalla en el que una persona puede matar a otra sin ningún riesgo de llegar a ser procesada ante un tribunal”. 

            La realización del presente seminario pretende contribuir a instalar en la conciencia pública en general y de los trabajadores en particular, la problemática de la violencia laboral en sus múltiples y diferentes modalidades en todos los sectores de la actividad, públicos y privados, dado que no se puede afrontar un peligro que no se conoce. Asimismo se procura rescatar la importancia que tiene, para la estructura de una sociedad sana, invertir en capital social y en capital cultural, más allá de la hipertrofia excluyente de los factores económicos. 

Con una mirada pluralista y multidisciplinaria, donde los expositores y el intercambio entre los asistentes y los panelistas permitan des-invisibilizar y des-naturalizar el fenómeno de la violencia laboral, se procurará ponerle nombre a las distintas formas de interelación que causan sufrimiento a las mujeres y a los hombres que trabajan, precisamente en el ámbito en el que éstos debieran sentirse más plenos y creativos, aportando así al desarrollo personal y organizacional. 

            Se adjudica a la sabiduría popular suponer que, a veces, la forma de derrotar al demonio consiste en ponerle espejos para que se mire a sí mismo. Este seminario, un primer paso, apunta claramente en esa dirección.

Transdisciplina creativa sinceramente espera que este seminario pueda cumplir acabadamente los objetivos formulados, dado que la Argentina es un país en el cual el acoso moral, tanto en el orden laboral como en diversos ámbitos sociales, es una práctica diaria, con todas las características enunciadas en la fundamentación del seminario mencionado. Un práctica agravada por el desconocimiento en algunos casos, la hipocresía más abominable en otros, y, en toda oportunidad por la consecuente inexistencia de suficientes marcos legales que sirvan para morigerar un flagelo de estos tiempos como es el acoso moral.

Leyes provinciales existentes en la República Argentina sobre violencia laboral:

Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2004)
Ley 1225
- Violencia Laboral - Superiores/as jerárquicos hacia el personal - Organismos instituídos por los títulos 3º a 7º del Libro Segundo de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
 

Provincia de Buenos Aires (2004)
Ley 13168
-  Violencia Laboral. Administración Pública de la Provincia de Buenos Aires
 

Provincia de Santa Fe (2005)
Ley 12434
- Violencia Laboral. Administración Pública de la Provincia de Santa Fe
 

Provincia de Misiones (2005)
Ley 4148
-
Administración pública provincial -- Normas para prevenir, controlar, sancionar y erradicar la violencia laboral
 

Provincia de Tucumán (2002) Sin reglamentar
Ley 7232
- Violencia Laboral en el Empleo Público de Tucumán
 

Provincia de Jujuy (2003) Vetada por el Poder Ejecutivo Provincial mediante el Decreto nº 7186
Ley 5349
– Violencia Laboral

 

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